"¿A dónde fuiste?" Louis me miraba con el ceño fruncido, de pie en el medio de la entrada a la iglesia. Odiaba que me afectara todo tan fácil, odiaba que ver a Louis casi hiciera que me olvidara de todo.

Carraspeé y miré hacia un costado, evitándolo. "Oh, ¿ahora te importa?" Me sentía muy ofendido y quería demostrarlo como para empezar a creérmelo yo mismo.

"Dime dónde estabas, Harry" Él estaba con sus brazos en jarra, haciéndome una escena. Si no habríamos estado enojados, mi lengua ya estaría en su boca.

"No te importa" Lo empujé al pasar por su lado. "Déjame pasar" Caminaba deprisa para alejarme de allí lo más rápido que pudiera.

"Harry, ¡Ven aquí en este instante!" Louis me gritó como si fuera mi padre, otra vez haciéndose el que era mucho más grande que yo, o que tenía alguna autoridad sobre mi.

Reí por dentro, con rabia. "No, ¡Padre Louis!" Dije dándome la vuelta y mostrándole el dedo del medio, sin importarme el estar en una Iglesia. "Ahora no puedo" Imité su voz y sus palabras de ese día más temprano. Me adentré en el convento dejando a Louis con la boca abierta. Estaba enojado y sería mejor si lo ignoraba un poco como él lo había hecho esa mañana.

Me tiré a la cama luego de hacer un estruendoso ruido por arrojar mis botas al suelo con fuerza. Cerré los ojos un rato, tranquilizándome pero empeorando la situación al comenzar a recordar todo lo sucedido en París. Las lindas calles, las casas, los niños que conocimos, el Obispo Horan, y Louis en especial, todo me taladraba el cerebro como si no quisieran que olvidara ni un momento de todo lo que viví y sentí en ese lugar. Abrí los ojos y me senté en la cama, obligándome a dejar de pensar por un rato. Tomé mi teléfono del bolsillo de mi abrigo. Llamaría a Liam. Él era el único amigo que seguía allí a pesar de todo. Yo solía decir que no tenía a nadie, pero sí había alguien. Se podía decir que Liam era mi mejor amigo, el único. Él siempre entendió las cosas que yo odiaba, lo que yo quería y lo que no. Tal vez nunca nos veíamos porque había cosas de él que me molestaban y porque simplemente me había alejado de todo y todos, pero ambos sabíamos que siempre estaríamos ahí para el otro si lo necesitábamos. Así que decidí darle las buenas nuevas.

Busqué su número en la agenda y llamé. Dos tonos más tarde, contestó. "¿Hola?" Escuché esa grave y conocida voz del otro lado de la línea.

Sonreí al recordar los buenos momentos que había pasado con él. Porque tal vez lo único que yo quería a veces era dejar de sentir dolor, pero a su lado solía olvidarme de eso por un rato. "¡Liam!" Espeté con alegría al volver a oírlo.

"¿Harry? ¿Eres tú? ¡Amigo!" Soltó una dulce risa. "¿Qué tal todo?" Y pude hasta ver la tonta sonrisa que tenía en su rostro, ese rostro de cachorrito que lo caracterizaba.

Antes de responderle, pensé por un momento. Liam no sabía que yo ahora vivía en el convento, así que no le diría nada sobre el tema de Louis. Eso era algo muy complicado para hablar, y más con Liam que estaba bastante loco. Podía ser buena persona y compañero, yo sabía que siempre iba a estar para lo que sea que yo necesitara, pero también sabía que su familia le había llenado la cabeza con cosas religiosas, y que si ahora mismo le contaba lo que sucedía en mi vida...no quería ni pensar cómo reaccionaría.

Solté un suspiro y comencé a hablar. "Bien. Yo...llamaba para ver cómo estabas. Y también para contarte que hoy fui al médico, y..." Luego de soltar aquellas palabras, me arrepentí. Liam era alguien muy exagerado, incluso más exagerado que yo, esa clase de exagerado que te produce ganas de golpearlos muy fuerte.

"¡¿QUÉ?!" Me dejó sordo de un oído. Alejé el teléfono de mi oreja unos centímetros y luego volví a acercarlo. "¿Estás bien? ¿Sucedió algo? Harry, responde" Yo no sabía si reír o llorar, eso sucedía cada vez que hablaba con Liam. "¡Harry! ¿POR QUÉ NO HABLAS?" Rodé los ojos y deseé que pudiera verme.

"Perdóneme, Padre. He Pecado" (Larry Stylinson)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu