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La lluvia caía incesante, insistente, implacable sobre ambas

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La lluvia caía incesante, insistente, implacable sobre ambas. Alfa y Beta se desafiaban fijo, una en su férreo estado de negación, la otra, sumida en una profunda impotencia, negada a la resignación. 

Todo lo bueno y bonito que las hizo encontrarse inocente e inconscientemente alguna vez estaba roto, eso que las unía pendía de un fino hilo, la ilusión, las esperanzas, las fantasías, todo se resumía a ese enfrentamiento, era el fin.

—¿Por qué no puedes entenderlo? Todo eso no significó nada, porque esto es un maldito error ¡Abre los ojos! 

—Eres tu la que no entiende, ¿tan poco crees en ti misma y en lo que eres capaz de sentir? 

—¡Tu no lo entiendes! 

—Me estás matando Dahyun, estás acabando con todo sin siquiera haberlo intentado... —Sollozó y sus grandes ojos se vieron demasiado tristes para que ella pudiera enfrentarlos. Era como si una maldita navaja estuviera atravesando justo allí, en donde se ubicaba su corazón.

—¿Yo a ti? ¡Tu acabaras conmigo el día en el que tu delirio se acabe! —Momo quiso rebatir sus palabras pero ella la detuvo —Ya deja ese estúpido capricho por la paz, unnie...

—No sabes lo que dices cariño, eres tan necia...

—¡No me trates como a una niña!

—¡Te comportas como una, Dahyun! 

—¡Apártate de mi! ¡Deja de hacerme tanto daño con todas tus fantasías sin sentido! —Exclamó con la voz tan alta y tan fuerte, que la loba de la pelinegra no pudo soportarlo. 

—¿Eso es lo que realmente deseas Dahyunnie? —Musitó la respuesta, intentando darle un alivio a esa loba herida, que no paraba de gruñir, rabiosa, ansiosa, impotente.

—¡Por todos los cielos unnie! Lo único que realmente deseo es volver a tener un poco de paz dentro de mi conciencia y eso solo sucedería si me regresara al instante en el que tu no estabas aquí... —Al instante que esas palabras salieron de sus labios, supo que se podrían malinterpretar. 

Dahyun no se arrepentía de conocer a Momo, Dahyun se arrepentía de haber producido todas esas tontas sensaciones sin origen, ni fundamento.

—Nunca quise hacerte daño... —Admitió la alfa, con las manos en las correas de su mochila. La castaña quería entender porque se veía como si estuviera haciéndole daño con sus palabras. ¡La verdad no hacía daño! ¿O no? 

—¡Pues me lo haces! ¡Me haces mucho daño! —No detuvo las palabras, ya no podía detenerlas, estaba agotada de fingir que la presencia de la alfa no la afectaba.

El silencio se hizo en aquellos pies de distancia entre ellas. Sólo se podía oír el natural estruendo entre las nubes, la lluvia rompiendo contra el césped y los pajarrillos buscando resguardo de la tormenta.

𝑶𝒏𝒍𝒚 𝒀𝒐𝒖 ꕤ {Dahmo} G!pWhere stories live. Discover now