CAPÍTULO 8 Special Song II

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«Ay, ¿adónde se fue la luz?», pensé.

No podía ver nada, parpadeé varias veces para que mi vista se acostumbrara a la oscuridad, pero ni así pude ver las siluetas de las tantas personas de mi alrededor, tengo miedo de que alguien me empuje o peor aún, que me tiren al piso.

— ¡Estoy ciega, estoy ciega! —escuché la voz de Lía gritar con angustia.

—Entonces si tú lo estás, yo también —le contesté.

—Amber de mi corazón, ¿estás aquí frente a mí?

—Pues sí, ¿dónde más podría estar?

—Ah bueno, eso me tranquiliza —suspiró aliviada.

Y en ese momento, no sé de dónde salió aquel reflector, pero apuntaba directo hacia al frente de la cafetería, alumbrando con su luz blanca entre toda esa oscuridad a las únicas dos personas que se encontraban ahí parados ante todos.

—Hernán Remart y Kendall Novak presentándose ante ustedes —pronunció el pelinegro con el micrófono en la mano, ambos haciendo una reverencia al público con sonrisas encantadoras posadas en sus labios—. Es un honor estar aquí otro día más en la cafetería y me entusiasma presentarles lo que hemos trabajado en las últimas semanas...

Sonreí mientras el chico de los ojos azules seguía hablando, aunque no pude escuchar lo demás que dijo porque unas personas detrás de mí empezaron a conversar, intenté ignorarlos y me fue imposible, parecía que me estaban hablando al oído porque lo único que podía escuchar eran sus voces a pesar de que estaban murmurando.

—Quisiera ser ese micrófono para estar en las manos de Remart, algún día será mío —escuché a una chica suspirar.

—Yo quisiera probar esos labios tan carnosos que tiene Kendall —una voz masculina se incluyó—, ¿ya la viste? Es una diosa con esa ropa pegada a su esbelto cuerpo. Deberían arrestarla porque siempre que anda caminando por el campus viene matando a todos los chicos.

Debo admitir que las vestimentas que traen puestas Kendall y Remart los hacen ver muy sexys, no están mostrando piel, pero se ven muy bien, más Remart, aunque él hasta con ropa sencilla se ve maravilloso.

—Eh respeten, pecadores hijos de judas —otra chica les reclamó en voz baja—. Esta es una escuela católica, no vengan a contagiar sus pensamientos lujuriosos aquí.

—No sabía que la cafetería también es católica, ¿acaso le echaron agua bendita? —Preguntó extrañado el chico—. En caso de que sí lo hayan hecho me sorprende que no se haya incendiado con mi presencia —se burló.

— ¡Sacrilegio! —exclamó en un murmullo la misma chica.

— ¿Cómo que «pecadores hijos de judas»? —la primera chica cuestionó ofendida—. Para empezar, tú no saliste de santos, tus padres también han tenido pensamientos lujuriosos.

— ¡No es cierto! —Contradijo la segunda chica—. Mis padres no piensan en eso.

— ¿Cómo crees que viniste al mundo, querida?

—Una advertencia antes de iniciar —mencionó Kendall—: «Favor de no atacarse entre ustedes como caníbales en dado caso que la canción los haya emocionado más, respeten el establecimiento que la universidad nos ha permitido utilizar para la presentación». Esperemos y disfruten del espectáculo que les tendremos a continuación.

— ¿Ya escucharon? Respeten —identifiqué la voz de la segunda chica diciéndoles a la otra chica y al chico.

Ellos continuaron parloteando y me estaba desesperando, lo cual es muy raro en mí, la música estaba dando inicio, Remart y Kendall ya iban a cantar y ellos no me dejarían escuchar.

Brooken © #2Where stories live. Discover now