CAPÍTULO 5 Softball Field II

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Nos dieron la salida temprano.

Aproveché para decirle a Lía que me ayudara a distraerme y me está llevando a la distracción. Que buena manera de hacer que ya no piense en el otro tema, ahora recuerdo otro peor.

Tengo miedo, mucho miedo en verdad, mis manos tiemblan, mi respiración está descontrolada, pero trato de hacer que no se vea tan obvia, no sé por qué acepté, o quizá sí sé: no quería decepcionarla. Pude ver la ilusión en sus ojos cuando se enteró que las del equipo del softball iban a tener un partido después de clases, y con el simple hecho de imaginarme cerca de una pelota me trae malos recuerdos.

Cuando estaba en la secundaria, mi salón estaba a un lado de la cancha de fútbol y atrás había otra cancha, pero con césped, solo que en esa la directora no permitía que jugaran ahí. Durante la hora del receso, mi amiga y yo siempre íbamos al área de segundo grado porque ahí no había peligro de que llegara la pelota y me golpeara, así que un día decidimos bajar al área de la cancha e irnos hacia atrás, es decir, a la cancha prohibida.

Nos fuimos para allá y el receso terminó. Para regresar teníamos que pasar forzosamente por la cancha en donde se encontraban jugando, y justo en el momento que íbamos pasando...

¡PUM!

Algo golpeó muy fuerte mi cabeza y se me fue completamente hacia atrás.

Mi amiga se asustó mucho e inmediatamente la levantó, luego sentí algo dentro de mi boca, cuando me toqué me di cuenta de que era sangre. El golpe fue tan fuerte que hizo que me abriera de la boca.

En ese instante todos se acercaron conmigo y me preguntaban si estaba bien, yo solo respondía que sí. Después llegó la profesora de planta y las regañadas fuimos mi amiga y yo porque dijo que no teníamos nada que andar haciendo en aquel lugar.

Me gusta mucho ver el fútbol, pero no me gusta verlo en vivo porque siento que me va a caer la pelota, aunque en este caso es softball. Lía no sabe esa historia, pero tampoco quiero borrarle esa sonrisa que tiene en su rostro justo ahora que vamos en camino hacia el partido, está detrás del edificio en donde estudiamos.

Me bajó por la rampa de reversa, nada más teníamos que cruzar la calle y listo.

Les envié un mensaje a mis padres para decirles en dónde me encontraría para que no se preocuparan. Me alegro de que todavía haya luz, a veces la oscuridad llega hasta las nueve de la noche, está curioso el cielo.

— ¿Por qué te gusta el softball? —le pregunté mientras el aire fresco golpeaba nuestros rostros y movía nuestros cabellos hacia atrás.

—Mi abuelo, que en paz descanse, era un jugador muy conocido de béisbol en el pueblo donde nació y conoció a mi abuela, lamentablemente murió muy joven. Mi padre y mi tía no lo conocieron debido a que falleció cuando mi padre era un bebé y cuando mi tía estaba en el vientre de mi abuela. Mi tía, para honrar la memoria de él, decidió practicarlo.

—Tiene sentido del por qué tienes ansias de presenciar un partido de softball.

—Sí —dejó salir un gran suspiro—, siento que es la única manera en la que puedo estar conectada con él, así como lo hizo mi tía.

Después de esa conversación, me llevó hasta las gradas y acomodó mi silla al lado de ella en la esquina, a pesar de que hay rejas que impiden que la pelota caiga en las gradas no puedo evitar sentir pánico de que algo malo pueda suceder.

Unos minutos más tarde, un conjunto de personas se sentó en las gradas para observar el partido. Sentí una mirada, pero no sabía de dónde provenía, entonces volteé a mis lados y vi que todos veían atentamente el partido, incluyendo la chica de ojos grises que está sentada a mi lado.

Brooken © #2Where stories live. Discover now