Capítulo 12

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Fluke se despertó al amanecer, Ohm dormía a su lado, sus facciones estaban relajadas. Anhelaba los tiempos donde estaban enamorados y él tenía la confianza de acariciarle, como tantas veces había hecho en el pasado.

El leve roce de la yema de un dedo era lo único que Ohm había necesitado para volverse hacia él, completamente erecto; con sus oscuros ojos brillando de pasión. Fluke se humedeció los labios con la lengua al recordar las veces que le había saboreado, provocando una reacción en él que había aumentado su propia pasión. Abrió los ojos y cerró las manos, tan cerca de los muslos de Ohm. La tentación estaba ahí, sólo un leve movimiento y le tocaría, sentiría el fluir de su sangre como reacción a la caricia...

Fluke, sorprendido, parpadeó cuando, de repente, Ohm le agarró la mano y se la llevó a la entrepierna. Ohm aún tenía los ojos cerrados y lanzó un gruñido de puro placer cuando sus dedos, instintivamente, le exploraron.

— Sí, querido... Así es como me gusta...

A Fluke se le secó la garganta al sentir cobrar vida al engordado miembro. Impulsivamente, arrimó el rostro al cuerpo de Ohm y le besó los pezones antes de acariciarle el vientre con la lengua. Le sintió tomar aire y contenerlo en los pulmones, le sintió tensar los músculos del vientre mientras descendía con su boca hasta tomarle el miembro en ella. Le oyó gemir mientras le conducía al paraíso y tragaba la evidencia.

Ohm se estiró lánguidamente antes de capturar los ojos de Fluke con los suyos.

— Estoy empezando a pensar que quizá debiéramos prolongar nuestra reconciliación a seis meses, en vez de seis semanas — dijo él con una tentadora sonrisa. — ¿Qué te parece, Fluke? ¿Quieres tener una aventura amorosa conmigo antes de que nos divorciemos?

Fluke sabía que se había traicionado a sí mismo al hacer lo que acababa de hacer. Le disgustaba que, al cabo de unos segundos de haber alcanzado aquel sumo placer, Ohm mencionara el divorcio, recordándole la precariedad de su puesto en la vida de él. Al final de su relación con él, fuera la que fuese, le esperarían unos papeles que tenía que firmar y seria mejor que no lo olvidara de nuevo.

— Debes de estar bromeando.

Ohm le puso una mano en el hombro para evitar que se diera la vuelta.

— Piénsalo, querido. El sexo entre los dos es bueno. Me vuelves loco de deseo con sólo mirarme de la forma que lo estás haciendo ahora.

— Yo no te estoy mirando de ninguna forma.

— Sí, claro que sí. Me miras con deseo, como si jamás pudieras saciarte de mí.

— Eso son solo imaginaciones tuyas.

Ohm le humedeció los labios con su propia lengua; después, apartó la cabeza para mirar el efecto.

— ¿Crees que son imaginaciones mías el temblor de tu cuerpo? — preguntó él cubriéndole un pezon con una mano.

— Yo... no estoy temblando.

— ¿Crees que son imaginaciones mías la forma como abres tus hermosas piernas para que yo pueda hacer esto?

«¡Oh, Dios mío!», exclamó Fluke en silencio cuando un largo dedo de Ohm lo penetró. No podía negar lo que Ohm lo hacía sentir. Se sintió derretir cuando Ohm sustituyó el dedo con su miembro, llenándolo y haciéndolo gritar de placer, pero no se movió, se quedó quieto esperando su rendición. Cuando Fluke suspiró comenzó a moverse.

— ¿Son imaginaciones mías el placer que te proporciono, Fluke? — preguntó Ohm incrementando el ritmo de sus movimientos.

— No... no... no...

— Entonces, es verdad, ¿no? Es verdad que me deseas con desesperación, ¿verdad, Fluke?

— Sí... sí...

Fluke se puso tenso cuando él, conteniendo sus movimientos, lo mantuvo al borde del precipicio.

— Por favor... por favor... ¡Ya!

Ohm lo llevó al éxtasis con un profundo empellón, dejándolo después como un muñeco de trapo en sus brazos. Fluke sintió el estallido de él dentro de su cuerpo, el aroma del acto sexual embriagándolo.

De nuevo, Fluke se arrepintió de haberse traicionado a sí mismo y una profunda tristeza se apoderó de él. Por fin, Ohm se separó de él y se levantó de la cama.

— Tengo que irme a trabajar — dijo él. — ¿Quieres que te lleve de paso a la escuela?

Fluke se cubrió el cuerpo con la sábana.

— No, iré en tranvía — respondió Fluke evitando su mirada.

— ¿Y tu coche?

— He tenido que venderlo.

Ohm frunció el ceño. — ¿Por qué?

Fluke se encogió de hombros.

— Necesitaba el dinero para comprar pintura y lienzos.

— Si quieres, puedo proporcionarte un coche, ¿qué me dices?

Fluke sacudió la cabeza, aún sin mirarle.

Ohm se acercó de nuevo a la cama, le alzó la barbilla y lo obligó a mirarle a los ojos.

— Haré que te traigan un coche lo antes posible — dijo él. — Puedes disponer de él el tiempo que quieras.

— No quiero un coche, Ohm, no quiero nada. No me parece bien — respondió Fluke.

Ohm se enderezó.

— Considéralo un pago por los servicios prestados — dijo él pasando los ojos por su cuerpo.

Los ojos de Fluke echaron chispas de furia.

— Lo que has dicho es repugnante.

Ohm arqueó las cejas. — Pero acertado, ¿no?

— No — respondió Fluke cerrando las manos en dos puños. — La única razón por la que me he acostado contigo es por... 

— ¿Por qué, Fluke? ¿Por recordar viejos tiempos?

Fluke se pasó la lengua por los labios.

— Sabes perfectamente por qué lo he hecho —dijo en voz baja.

— Porque no has podido resistirte, ¿verdad? —Ohm esbozó una sonrisa burlona. — Porque eres un hombre a quien le resulta difícil saciarse sexualmente y siempre estás a la búsqueda de alguien con quien acostarte, ¿no?

— No, no es eso en absoluto.

Ohm dio un paso en dirección al cuarto de baño.

— No tengo problemas en tenerte ocupado durante las seis próximas semanas, incluso un par de meses; pero, después de eso, nos divorciaremos.

— No voy a volver a acostarme contigo —declaró Fluke alzando la barbilla con gesto desafiante antes de taparse la cabeza con la sábana.

Ohm, riendo, fue al cuarto de baño y cerró la puerta tras de sí.

Después de que Ohm se marchara a trabajar y antes de levantarse, una idea acudió a la mente de Fluke. La rechazó al instante, no quería pensar, ni por un momento, que Alex, intencionadamente, hubiera querido destruir su reputación y su matrimonio. Sin embargo, la idea seguía ahí. Sí, le había hablado de sus problemas a Alex en numerosas ocasiones durante los primeros meses de su matrimonio, le había confesado que sospechaba que Ohm le era infiel durante sus viajes de trabajo, y Alex siempre se había mostrado comprensivo con Fluke. No tenía razón para creer que podría traicionarlo cuando llevaba siendo amigo íntimo suyo tanto tiempo. Pero ya no tenía tanta confianza con Alex como en el pasado, se recordó a sí mismo con pesar. Alex se había convertido en un extraño, hacía semanas que no sabía nada de él. Sin embargo, Fluke sabía que Alex tenía derecho a saber que, en caso de estar embarazado, él era uno de los dos hombres que podían ser el padre de la criatura.

De camino a la escuela, iba a comprar el aparato para hacerse la prueba del embarazo... Y también iba a llamar a Alex.

Esposo culpable Where stories live. Discover now