Capítulo 5

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— Voy al estudio a ver si he recibido unos correos electrónicos — le informó Ohm a Fluke cuando regresaron a la casa. — Acuéstate. Intentaré no despertarte cuando suba.

Fluke tragó saliva.

— ¿En qué lado de la cama quieres que me acueste?

La mirada de Ohm se endureció.

— ¿Qué lado prefieres últimamente? —preguntó él. — ¿Izquierdo o derecho? ¿O sigues prefiriendo el medio?

— No tengo preferencias.

Ohm esbozó una burlona sonrisa.

— En ese caso, lo echaremos a cara o cruz. Tú eliges. Cara es el lado derecho y cruz el izquierdo.

— Cara — dijo Fluke con aprensión.

Ohm lanzó una moneda al aire.

— Cruz. Tú pierdes.

«Una vez más», pensó Fluke. Nunca había ganado nada cuando competía contra Ohm, que tenía una habilidad especial para sacarle ventaja en todo.

— Buenas noches, Fluke.

Fluke se marchó al dormitorio seguido por la mirada de Ohm.

Fluke volvió a tener aquella pesadilla, tan terrorífica y real como la última vez cuatro semanas atrás. Se sentó en la cama sobresaltado, presa del pánico, mientras el eco de su grito reverberaba en las paredes.

— ¿Qué te pasa? — Ohm se despertó sobresaltado mientras Fluke encendía la lámpara de la mesilla.

— Lo siento... — murmuró Fluke levantándose de la cama. El pijama le iba grande y lo hacía parecer más un niño que un hombre de casi veinticinco años.

— ¿Has tenido una pesadilla? — preguntó Ohm.

— Sí. Perdona que te haya despertado.

Ohm se levantó de la cama y se acercó a Fluke, que temblaba visiblemente.

— ¿Quieres que te traiga un vaso de agua?

Fluke se estremeció y le miró brevemente.

— Sí, gracias.

Ohm se alegró de tener una excusa para salir de la habitación, eso le permitiría recuperar el control del efecto que la vulnerabilidad de Fluke tenía en él. Verlo así despertaba su instinto protector, sus ganas de abrazarlo y así espantar sus temores. «Idiota».

Fluke debía de estar haciendo eso deliberadamente. El divorcio no había ido a favor de él y debía de estar utilizando esa pequeña tregua para hacerle desearlo otra vez con el fin de conseguir más dinero del que iba a lograr obtener. Tenía que tener cuidado con él. De no ser por el hecho de que los estudios de Bruno y Jamie corrían peligro, se habría deshecho de él ya hace tiempo.

¡Cómo quería verse libre de ese chico! Era una tentación de un metro sesenta y siete centímetros con el que no quería tener nada que ver. Jamie no tenía la culpa de que su hermano fuera un perdido. Jamie era un buen chico, algo introvertido e inseguro, lo que hacía aún más deplorable el comportamiento de Bruno con él. Cuanto más pensaba en ello, más convencido estaba de que su sobrino había sido una bomba a punto de estallar. La pérdida de su padre a los siete años le había hecho mucho daño, igual que a todos. Él había hecho lo que había podido; pero, evidentemente, no había sido suficiente. Ohm suspiró mientras subía las escaleras con el vaso de agua. Bruno aún sufría y era ese sufrimiento el motivo de su comportamiento. Ahora, le tocaba a él dar ejemplo a su sobrino, ejemplo de perdón y reconciliación; al menos, en público. Iba a ser difícil, pero importante que los chicos solucionaran sus diferencias y continuaran con sus vidas.

Esposo culpable On viuen les histories. Descobreix ara