Capítulo 2

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Ohm terminó su llamada, colgó el teléfono y lo miró. — ¿Cuándo podrías mudarte a mi casa?

— Mmmm...

— ¿Te serviría de algo que enviara a Marietta a hacerte el equipaje?

Fluke asintió. Ohm no estaba haciendo aquello sólo por su sobrino, también lo hacía por Jamie. El gesto lo enterneció.

— Tendré que darle a Marietta las llaves de tu casa — dijo él pasándole una hoja de papel y un bolígrafo. — Anota lo que creas que vas a necesitar durante las próximas seis semanas y ella y Salvatore lo solucionarán esta misma noche.

Fluke agarró el bolígrafo y trató de pensar en lo que iba a necesitar con el fin de representar su papel de esposo reconciliado, pero le resultaba difícil concentrarse debido a la proximidad de él.

— Creo que deberíamos ir a cenar juntos esta noche — dijo Ohm cuando Fluke le pasó la lista con las llaves. — Dará credibilidad a nuestro anuncio público.

Fluke se miró la ropa, llena de manchas de pintura. — Tendré que cambiarme...

— Todavía queda algo de tu ropa en mi casa.

Sus ojos se encontraron.

— ¿No la has tirado todavía?

Ohm le dedicó una de sus inescrutables miradas.

— Marietta insistió en guardarla en el armario hasta que nos dieran el divorcio. Creo que esperaba que volvieras.

— ¿Le has dicho que jamás permitirás que vuelva? — preguntó Fluke.

Ohm tardó en contestar.

— Le dije que lo que había entre los dos se había acabado para siempre — respondió él.
— No le di detalles, ni a ella ni a nadie; aunque, naturalmente, Marietta se ha enterado de lo nuestro por los medios de comunicación. Los periodistas aún están en ello y más aún debido a que tu padre se presenta como candidato al Senado.

Ohm le pasó el teléfono. — Me parece que deberías llamar a tu hermano al colegio. Será mejor que se lo digas tú antes de que lo lea mañana en los periódicos.

Fluke se quedó mirando el teléfono que tenía en las manos. ¿Podría mentir a su hermano menor? Aunque había una diferencia de ocho años entre ellos, Jamie y él siempre habían mantenido una relación muy estrecha. Fluke marcó el número y esperó a que su hermano respondiera a la llamada.

— ¿Sí?

— Jamie, soy yo, Fluke.

— Ah, hola, Fluke. ¿Qué tal van los cuadros que vas a llevar a la exposición?

— Bien... — respondió Fluke esforzándose por darle ánimo a su voz. — ¿Cómo estás?

— Bien, supongo.

— Jamie... tengo que decirte una cosa.

— No vas a casarte con Alex Merrick, ¿verdad? — preguntó Jamie con evidente aprensión en la voz.

— No, no, claro que no. Sólo somos... amigos.

— Entonces, ¿qué es lo que me tienes que decir?

Fluke respiró profundamente antes de contestar. — Ohm y yo hemos decidido volver a estar juntos.

— ¿Ya no se van a divorciar?

— No — respondió Fluke. — Ya no nos vamos a divorciar.

— ¡Vaya, que estupendo, Fluke! — exclamó Jamie con alegría. — ¿Qué ha pasado?

Esposo culpable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora