Me di una ducha muy rápida y me vestí con un nudo en el estómago. Tengo culpa por lo que le ocurrió a Noah, por primera vez en mi vida no estuve ahí para él, nunca lo había dejado solo para nada porque mi instinto era protegerlo de cualquier cosa sin embargo ayer me concentré en mí, cometí un gran error. Por otro lado, no paro de pensar en Damián, ¿Estará muy enojado? ¿No, ¿verdad? Es que no es como si fuera mi padre ni nada, no debería ni regañarme ¿Por qué me importa como si fuera muy grande su opinión?

—Tengo que salir de aquí antes de que me encuentre —susurré para mí mismo.

—¿A dónde vas? ¡Llévame!

—Olvídalo Noah, tengo que despejarme un poco —le contesté colocándome una sudadera en dos segundos.

—Damián preguntará por ti.

—Pues dile que me fui a Narnia —gruñí—, que no te importe lo que él piense.

—Dylan lo que te quería contar era...

—Te veo luego —casi troté hacia la puerta y cuando la abrí por completo vi a lo lejos salir del ascensor al rey de roma. Me atoré con mi propia saliva y me desesperé.

No tengo salida, si me voy hacia la derecha hay un pasillo en el fondo con una pared y si me voy a la izquierda me atrapa.

Joder.

Si me pongo el gorro de la sudadera no me ve, si, debo intentarlo.

Con la mirada en el suelo fui hacia su dirección, por ningún motivo se me ocurrió ver su cara, solo los zapatos para que no me descubriera, lamentablemente como la vida no es color de rosa mi plan fue fatal.

Estaba por llegar al ascensor y al pasar por su lado alcanzó mi brazo deteniéndome por completo.

—La puta madre —hablé bajito.

—¿Dylan? Despertaste —me miró sin su típica sonrisa, carajo, está un poquitín molesto.

—Si, eh... —miré la hora en el reloj inexistente de mi muñeca—, se me hace tarde, iba a desayunar con unos amigos que hice ayer.

—¿Sí? ¿Y con el permiso de quién? —preguntó y me quedé en blanco por un momento, pero como soy Dylan, no puedo quedarme callado.

—¿Y a quién le debería decir? Si me mando solo —le respondí con una actitud muy altanera.

—¿Tu? Dylan estás a mi cargo por el momento.

—Pues no te creas tanto Damián, nos ayudaste y ya está, no te debo explicaciones.

Iba a pasar por su lado cantando victoria y me detuvo del brazo por segunda vez. Simplemente genial.

—¿Cómo, Dylan? Repite exactamente lo último que dijiste para ver si me debes explicaciones o no.

—Ya lo escuchaste —lo fulminé con la mirada.

—Hablaremos en un lugar distinto, vamos a dar un paseo —apretó el símbolo para bajar en el ascensor y yo desconfiado lo seguí.

—¿Y Noah?

—Se quedará con mi madre, está subiendo —tragué saliva.

—Puedo quedarme con mi hermano, no quiero hablarte Damián.

—De un tema debemos charlar y no te hagas el enojado porque sospecho que es una excusa para evadirlo ¿mhm?

Por la madre de Damián, ¿Cómo es adivino?

—Iremos a dar un paseo por la playa que tenemos aquí cerca ¿te parece?

Bien, si vamos a la playa es buena señal, no podría regañarme frente a tanta gente y un punto a su favor es que desde que llegamos aquí ayer quería ir a ese lugar. Me convenció con poco.

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