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Había despertado más inestable de lo que estaba el día anterior, no comió y mucho menos quizo tomar sus pastillas, estaba teniendo una crisis y no quería que absolutamente nadie se acercará o la tocará.

Su mirada de terror cada que alguien tocaba y veía que era un doctor, solo la hacían ponerse más ansiosa. Tal era el punto que los médicos tuvieron que llamar a Shota para que pudiera resolver el asunto, ya que si la azabache no tomaba sus respectivas pastillas, no podría rehabilitarse como era necesario.

También le decían que tenía que ir a un psicólogo para poder sanar esa herida que no era física, pero si mental. Algo que Yuzuki se negaba rotundamente, no quería recordar algo que su propia cabeza la hizo olvidar.

El azabache llegó, subió al piso indicado y antes de tocar la puerta suspiró. Entró con cuidado, pudo ver como estaba recostada, mirando la ventana.

—Yuzuki— las palabras llegaron a sus oídos con rapidez y lo volteó a ver —Me llamaron... por tu situación.

Se fue acercando poco a poco, intentando no atormentarla —Tienes que tomar tus medicinas para poder salir de aquí— detuvo su andar a unos cuantos metros de distancia

Ella solo bajo la mirada y asintió con lentitud, púes la verdad quería irse lo más pronto posible —Solo quiero... que dejen de tocarme— susurro —No me gusta... lo odio.

Shota la miro con un sentimiento que no se podría describir —Se los haré saber, me dijeron que si seguías con la receta indicada podrías irte a más tardar mañana.

Dejó de hablar y salió de la habitación, dejando sola a la muchacha de orbes anaranjados.

Tal cual lo dijo Shota, la habían mandado a casa a estar en reposó y tomar sus respectivas pastillas.

No sabía el porque sentía miedo de entrar a la edificación de la clase 1A, se sentía extraño y muy molesto para su mente, no tuvo de otra que entrar y ver como todos se la quedaban viendo.

Izuku al verla sonrió e intento acercarse, pero la reacción de Yuzuki lo hizo detenerse en seco, púes está al verlo avanzando hacía su persona, retrocedió con temor.

—me alegro que hayas regresado Yuzuki chan— murmuró mostrando una triste sonrisa.

En ese momento Katsuki llegó a la sala, al ver a la azabache lo primero que hizo fue acercarse con enojo, aún debían resolver cosas y ella le tenía que explicar el porque escapo y los rumores de que era una maldita traidora se extendieron con rapidez.

Izuku intento detenerlo pero no pudo lograrlo —¡Kacchan!— sus manos se dirigieron al brazo del rubio para poder pararlo.

Yuzuki al ver que estaba muy cerca se alejó con rapidez.

Katsuki al verla pálida y con esa mirada que reflejaba miedo, se alejó al instante, había olvidado por completo lo que paso y eso lo hizo sentirse mal, así que solo la observó desde lejos, queriendo saber si estaba bien.

El peliverde se acercó y con cuidado tomo su mano, la miro a los ojos y le habló preocupado —Yuzuki chan. No te preocupes, estarás bien.— su gentil voz la hizo reaccionar —Nadie te hará daño.

Su bella sonrisa hizo generar tranquilidad en la contraría, quien sólo asintió y se alejó de su lado.

All might entró a los dormitorios con una gran sonrisa, dispuesto a entrenar al joven pecoso.
Cuando logró ver a su hija, le sonrió con nerviosismo y la saludo alzando su mano, lo que lo puso triste fue que la menor nisiquiera le presto atención.

Se acercó un poco más y le susurro a lo bajo —¿Quieres hablar del tema?— su pregunta la hizo bajar la cabeza.

El rubio sabía algunas cosas al respecto, pero no estaba informado al 100%. Así que al verla tan decaída decidió darle ánimos —Vamos... ¿Dónde está mi niña feliz?— mostró una sonrisa pequeña y espero una respuesta

Yuzuki negó con suavidad y con la poca amabilidad que poseía le contesto —No lo entiendes.

Yagi ladeo la cabeza —Solo te lastimaron ¿no?— púes eso fue lo que le dijeron, no mucho más.

La contraría solo frunció sus labios y siguió diciendo que no lo entendía, pero el rubio volvió a decir que solo la lastimaron físicamente o eso creía.

—¡No lo entiendes, no solo me golpearon!— lo miro por unos segundos, estando realmente frustrada —¡Ellos....!— se quedó callada de repente, negándose a la idea de que la habían abusado.

El silencio inundó la habitación. Toshinori al escuchar eso no pudo formular palabra alguna. La azabache respiró con dificultad,  desesperada por las miradas se dirigió con velocidad a su habitación.

Cerró la puerta y se deslizó lentamente hasta quedar en el piso, respiraba agitadamente y la presión en su pecho incrementaba a medida que intentaba calmarse.

Necesitaba que pare, necesitaba que todo parara

Un leve golpe sonó, indicando que alguien estaba detrás de la puerta y Yuzuki sabía a la perfección quien era.

Se paró con lentitud y abrió, observando de reojo la cara preocupada de Midoriya.

Lo dejó pasar y cerró la puerta nuevamente, los dos se miraron y no dijeron nada más, el pecoso no tuvo más opción que quedarse en silencio. Quería hablar pero no sabía por donde empezar, así que dijo lo primero que se le vino a la mente

—Yuzuki chan... sabes que no debes temer... si alguien te lastima— susurro a lo bajo —voy a pelear— su voz era como una melodía que la hacía creer que todo iba a estar bien.

La susodicha frunció sus labios y murmuró —Pero tus manos han sido lastimadas muchas veces— apenas terminó de hablar, el otro verbalizó con rapidez.

—Entonces usaré mi voz ¡seré muy grosero!— prosiguió —Las palabras siempre ganan... intentaré no perder por ti.

Al decir eso, sus mejillas se sonrojaron por su confesión, admitía que no quería decir eso, pero se le había salido sin querer, así que solo le tocó sonreir.

Fue entonces que Yuzuki entendió que Izuku era, es y será un ser de luz, aquel que ilumina cada parte de ti sin importar que él se apague en el proceso.

—Tú... tú eres de un paraíso perfecto— susurro metafóricamente— y yo vivo del lado oscuro —su referencia hizo ladear la cabeza del otro.

Esa era la realidad, los dos eran la definición de oscuridad y luz. Eso a midoriya no le importaba en lo absoluto.

Agarró sus manos, esperando a que esta no se apartará y lo dejará tocarla por un momento —Tengo un presentimiento si llegas a conocerme.

Su corazón latía con fuerza y sin siquiera procesarlo confesó —Desde que te vi y-yo— se detuvo al darse cuenta de la estupidez que iba a cometer.

Se separó con velocidad y miro el piso arrepentido, se disculpo y ambos quedaron nuevamente en un silencio.

Izuku se preguntaba como es que esos ojos ambar causaron tanto alboroto a sus sentimientos.
Si tan solo ella supiera todas las cosas que pasan por su mente cuando se pierde en su mirada. Hasta sus amigos se han dado cuenta que su sonrisa lo delata cuando dicen el nombre de su amor frustrado.

ᴘᴇʀᴅoɴᴀᴍᴇ | ᴍɪᴅᴏʀɪʏᴀ ɪᴢᴜᴋᴜWhere stories live. Discover now