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—Ser hija de All Might debe ser genial— la emoción se notaba en el ambiente, esperando una respuesta por parte de la pelinegra de ojos amarillos casi anaranjados.

—¡Eres realmente genial Yuzuki san!— soltó con entusiasmo la peli rosa, estando igual de emocionada que los demás.

Pero claro, los buenos halagos no iban a durar para siempre. Katsuki con desinterés se acopló a la "conversación" que estaban teniendo los demás y pregunto con descaro —¿Es genial tener todo fácil?— soltó sin más.

El resto ni se inmutó, es más, siguieron preguntando más y más, hasta que la pregunta de la castaña la hizo molestarse más de lo que ya estaba. ¿Por qué? Porque la respuesta a esa pregunta le daba un golpe de realidad y eso le hervía la sangre.

—¿Qué se siente ser la elegida?— pregunto Uraraka con timidez y a la vez alegría. No esperaba tener una fría y corta respuesta por parte de la contraría

—No tengo idea. Pregúntale a Midoriya, seguro él te puede responder— y con eso dio media vuelta para salir de aquel asfixiante lugar en la que la habían metido sus compañeros.

Por su parte el peliverde simplemente frunció el ceño al tener que dar explicaciones a los demás, sus nervios se hicieron notar al percatarse que el resto lo miraba con curiosidad por la respuesta de la hija del héroe número uno.

La clase había dado inicio. Aizawa explicaba lo que tenían que hacer antes de ir al patio a practicar sus dones. En toda aquella explicación Yuzuki estaba ida, pensando en todo y nada a la vez. Se preguntaba como es que vivía así, se supone que tendría que ser feliz y tener más amigos. Los caminos de la vida no son como ella pensaba, eran demasiado
complejos, era como entender a donde vas cuando un agujero negro te absorbe o del porqué el espacio es tan grande.

Todos salían del salón cuando Aizawa le llamó la atención —Yuzuki, dije que salieran todos— repitió una vez más con cansancio.

—Lo siento sensei... ya voy— a pasos lentos se dirigió a los vestidores, colocándose su traje de héroe, esperando a que las demás salgan para ir al patio que había dicho el profesor. Porque la verdad ni eso había escuchado.

Una vez estando allí, dio inicio a las pruebas de combate. Lástima que ella estaba demasiado pensativa como para darse el tiempo de reaccionar y esquivar el ataque de Aoyama. Y aquella acción no pasó desapercibida por el azabache, sabiendo perfectamente el porque estaba así. Tenía que darle una charla... otra vez.

Y así lo hizo, después del entrenamiento la llamó, mientras todos se cambiaban ella estaba en el salón.

—Si tan solo fuera como Midoriya... Tal vez mi padre me haría caso— murmuró a lo bajo, estando decaída y a la vez llena de frustración.

—Cállate, las cosas no son así— suspiro con pesadez —No eres la sombra del joven Midoriya. Desearía que tú y tu padre vieran lo mismo que yo... Chica con un buen quirk e inteligencia increíble.

La menor simplemente bajo la cabeza con los ojos cristalizados, aguantándose las ganas de llorar enfrente de su profesor y figura paterna, porque eso lo consideraba; un padre.

—No te desanimes, no dejes que tus pensamientos interfieran en lo que te deseas convertir— seguido de eso se paro y paso su mano por sus cabellos pelinegros, dándole una leve caricia para después dirigirse a la puerta.

Detrás de aquella puerta se encontraba un chico de ojos verdes escuchando la pequeña conversación, no quería husmear, pero iba a entrar y de casualidad escuchó las palabras de su compañera. Reacciono cuando escuchó pasos acercarse, así que sin más entró rápidamente, observando de reojo como su profesor lo miraba antes de salir.

—Hola Yuzuki san...— vio como la nombrada se giró para irse a sentar, ni siquiera le había respondido y eso en cierta parte lo entristeció mucho. Él no tenía la culpa de nada y eso es algo que la azabache nunca iba a entender.

Por su lado ella estaba sumergida en sus pensamientos, fue entonces que un fuerte dolor de cabeza se apoderó de ella, sujetándose esta misma con fuerza. Algo que izuku noto de inmediato y se acercó para ver que le pasaba, púes el resto aún no llegaba de vestirse.

Y fue ahí que un recuerdo llegó de golpe.

—¡Hola ahí abajo! No tengas miedo, ya estoy aquí— una gran sonrisa fue lo que visualizo —¡No tendrás que estar sola nunca más! Ni tendrás que regresar de donde escapaste... te lo prometo.

Apartó a Izuku de un empujón y lo miro con enfado —No vuelvas a tocarme— le advirtió para segundos después pararse y salir del salón a pasos apresurados. Buscando el baño.

Luego de varios minutos salió. Se perdió clases y eso era seguro, pero estaba demasiado asustada de aquel recuerdo borroso, que no se atrevió a salir de aquel lugar hasta calmarse.
Suspiro cansada y camino a paso lento  por los pasillos de la academia. Pidió permiso para entrar y se fue a sentar a su respectivo asiento. Tendría que contarle a su padre lo que recordó cuando sea la hora de almuerzo, si es que lo veía...

No divago más y simplemente prestó atención a clase, todo ante la atenta mirada del peliverde, quien la veía preocupado y a su misma vez cabizbajo por lo que había sucedido minutos atrás.
Tal parece que nunca iba a poder llevarse bien con ella por más que quisiera. Cuanto deseaba poder ser su amigo, conversar juntos de cosas que les gustan y aunque en el fondo quisiese alagarla, decirle que su quirk es genial que es linda y que sobre todo sus ojos son hermosos, tal cual atardecer en el cielo. Pero vamos, era él y por la simple razón de ser él, no podía hacer esas cosas y aunque pudiese ser su amigo, jamás se atrevería a decirle alguna de esas cosas por mera vergüenza.

Y así, después de una hora de clase, nuevamente Aizawa entró al salón para dar un comunicado. Hablando de nada más y nada menos que del festival deportivo, en la cual se haría una serie de pruebas en donde estarían viendo todos los ciudadanos del país por medio de la televisión y unos cuantos ahí mismo en la academia. Y cuando me refiero a "unos cuantos" son miles de personas.

Eso emocionó en cierta parte a la azabache, tal vez eso funcionaría para impresionar a su padre y si no lo conseguía, dejaría de intentar llamar su atención y simplemente soltarlo de una buena vez.

Con una pequeña sonrisa se levanto de su asiento y empezó a caminar hacía la puerta, lista para irse a su casa después de tantas horas soportando a gente que no deseaba ver. Para su mala suerte, el pelirrojo que más de una vez le habló, se acercó a su lado con una sonrisa tímida, temiendo de lo que ella le pudiese hacer.

—¡Hola!— aceleró su paso para poder estar a lado de la de orbes amarillos.

—Hola kirishima...— soltó sin ánimos, no le apetecía conversar en esos momentos. El pelirrojo no le caía mal, es más, le caía mejor que el resto, pero de verdad que no tenía ganas de entablar una conversación.

Sus plegarias no fueron escuchadas y simplemente caminaba mientras Kirishima hablaba de cosas triviales, haciéndola sacar inconscientemente una sonrisa ladina cada que decía algo gracioso. Tal vez no fue tan malo como espero.

ᴘᴇʀᴅoɴᴀᴍᴇ | ᴍɪᴅᴏʀɪʏᴀ ɪᴢᴜᴋᴜWhere stories live. Discover now