Flor preocupada

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Una flor está preocupada por su sol.

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Narcisa miraba de forma sospechosa a su hijo. Últimamente se había estado comportando de una manera extraña. Mirando de forma fija a su padre cuando él le dirigía la palabra, deteniéndose repentinamente mientras caminaba por los pasillos de la mansión para fijarse más allá de las enormes ventanas que la decoraban. Pero la acción que más desconcertó a su madre fue la mirada perdida que portaba cuando sus ojos se desviaban hacia el fuego de la chimenea de la sala de estar. Parecía perdido de emoción continuamente hasta que miraba una chimenea. Contraía sus facciones y se dejaba vislumbrar un destello de algo que ella no pudo reconocer.

Estaba preocupada, su chico siempre había mantenido una expresión de arrogancia y pillería en su rostro, pero en estos momentos, cuando lo miraba, solo miraba un cascarón vacío.
Intentó hablar del tema de manera sutil y sin aparentar ser ese su propósito mientras conversaban.

"Estoy bien madre, solo cansado."

Le había respondido mirándola momentáneamente para acto seguido, desviar sus sólidos ojos grises carentes de felicidad hacia la chimenea.

Su chico pasaba horas y horas sentado en el sillón de su habitación mirando la chimenea, y si no era en su cuarto, era en la sala de estar.
Hace solo unos meses Draco estaba lleno de energía deseando estrenar su nueva escoba de quidditch, pero ahora ni corría ni saltaba, ni siquiera miraba la escoba que estaba cuidadosamente colocada en la pared de su habitación.

Narcisa no sabía qué hacer, cada vez que intentaba entablar una conversación con su niño siempre contestaba respuestas cortas y precisas, poniendo fin a su charla en menos tiempo de lo que lleva lanzar un lumos.
Sus ojos recorrieron la puerta de la habitación de su hijo, analizando los intrincados diseños que se originaban desde los bordes y se cerraban en el pomo, al igual que sus esbeltos dedos cuando decidió abrir la puerta.

Dentro se encontraba con una imagen que ahora consideraba común. Un cuerpo delgado y pequeño, desprovisto de cualquier tono en su piel. Ojos que ahora podía identificar como cansados y ansiosos descansaban mientras reflejaban el crepitar de las llamas rojas. Era su chico. Tenía las piernas a la altura de la barbilla, encorvado y su mano derecha se deslizaba constantemente dentro de la manga de su pijama trazando suavemente su antebrazo izquierdo.

Narcisa miró como Draco desviaba la mirada de la chimenea hasta sus ojos azules. Su mirada se atenuó, los ojos de su chico reflejaron cariño, cosa que desde aquel día hace meses que no ocurría.

La mujer avanzó hasta donde el niño se encontraba. Levantó una mano y trazó delicadamente sus rasgos, desde la nariz hasta la frente, y desde la frente hasta su mejilla. Draco dejó reposar su mejilla en la palma de la mano de su madre, suspirando entrecortadamente mientras fruncía el ceño y agarraba la muñeca de la mujer de manera temblorosa. Ella, al verlo se arrodilló para quedar cara a cara y pasó la mano que tenía libre por los ojos de su chico, viendo cómo lágrimas caían sin sonido alguno.

Narcisa notó como Draco se empezó a recostar contra ella, dejando su peso en su brazos, confiando plenamente en ella, sabiendo que lo sujetaría. Y así hizo. Abrazó a su hijo mientras él se apoyó en hueco entre su cuello y su hombro. La mujer lo llevo hasta la cama y se recostó con él, pasando suavemente su mano contra sus hebras rubias platinadas y masajeando delicadamente su espalda hasta que sintió que la respiración de su chico se había calmado y había entrado al mundo de los sueños.

Narcisa no sabía que había ocurrido, no quería presionar a su hijo con el tema, lo único que podía hacer era demostrarle que siempre iba a estar para él.

[Fire] Neither you nor me: First yearWhere stories live. Discover now