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— ¡Peter! — Chilló emocionada la tía May en cuanto vio al chico cruzar por la puerta principal de su casa — ¡Has vuelto!

Peter esbozó una amplia sonrisa, a la par que abrazaba con fuerza a su tía.

— Lamento haberme ido y el no venir tan seguido a verte — se disculpó él, con completa sinceridad.

— Descuida cariño, todos los adolescentes tienen sus momentos, supongo que tú necesitabas espacio y yo no quería ser tampoco una molestia para ti.

Peter negó con la cabeza y tomó de las mejillas a su tía.

— Para nada, tía May, tú nunca serás una molestia para mí, has estado siempre conmigo, desde pequeño, te debo todo.

La mujer torció los labios en un leve puchero feliz, causando una risita tenue en su sobrino.

— Hace mucho que no te oía reír, Peter querido.

— Sí — él soltó un suspiro —. Bueno, creo que me volví un amargado en cuanto pasó aquello.

Peter no necesitaba ser más específico, su tía sabía perfectamente a que se refería.

— Está bien, está bien. No arruinemos la visita con recuerdos que nos duelen a ambos, así que mejor platiquemos de otra cosa.

Ambos entraron en la casa, se sentaron en el sofá de la sala, y la tía May examinó con detalle a su sobrino, pues desde que él llegó, le notó cierto aire distinto.

— Cuéntame cariño ¿Qué ha pasado en estos... — ella hizo una pausa, en lo que hacía cuentas mentales — ...dos meses?

El chico de cabellos castaños paseó su lengua por sus labios delgados y rosados, luego mordió su labio inferior y posó la vista en su tía. 

Sin duda, han pasado bastantes cosas en tan corto tiempo, pero la mayoría de éstas, May ya las sabía. A pesar de no verse, ella le llamaba de vez en cuando para saber sobre su sobrino, y él sólo le decía las mismas cosas una y otra vez. Las pesadillas, los llantos nocturnos, las monótonas rutinas de salir a la calle, tomar fotografías, conseguir a alguien que las comprase. Y a todo esto, tenía que anexarle su otro trabajo que consiguió de repartidor de pizza.

Pero además de eso, había algo nuevo, algo reciente que de cierta forma le puso de tan buen humor que tomó la decisión de visitar a su única tía; y así mismo, sobre bromear hace un rato con respecto a ser un amargado.

Peter volvió a sonreír de tan solo recordar su charla amena con Mary Jane el día anterior, en el hospital.

— Oh, Peter ¡Esa sonrisa!

— ¿Qué, qué tiene?

Peter se puso serio nuevamente. No entendía a su tía.

— No te había visto sonreír así desde que me hablaste de Gwen por primera vez; — se atrevió a decir la mujer —, y...

May dejó la oración inconclusa por miedo a incomodar a su sobrino, pero sorpresivamente, él agachó la cabeza, con finalidad de ocultar una media sonrisa.

— ¿Quieres hablar de eso? — Preguntó May, algo dudosa.

— Me vendría bien una charla — dijo él, levantando los hombros despreocupado.

— Te escucho entonces, cariño.

Peter respiró hondo.

— He conocido a una chica — la sonrisa de su tía no tardó en hacerse notar —. No te adelantes tía, que apenas y somos amigos, somos conocidos.

NOT AGAIN! » PETER PARKER. Where stories live. Discover now