8. My perfect and sweet boy

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NARRA JESSICA JONES.

"—Siempre soñaste con esto; un matrimonio feliz, una familia, estabilidad económica, te dí todo lo que siempre anhelaste. ¿Por que actúas tan indiferente ahora? —preguntaba Kendall con los ojos algo lagrimosos.

—No siento lo mismo que antes. —dije sin poder mirarle los ojos. Me sentía culpable.

—¿Eso que significa?

—Significa que debemos darnos un tiempo."
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Esa era yo, hace unos meses atrás.

Las cosas habían cambiado, tenía que aceptarlo. YO había cambiado.

Después del cumpleaños número tres de nuestro hijo las cosas se habían vuelto tensas. Kendall estaba distante, el trabajo y sus negocios la tenían muy ocupada, por lo que yo pasaba la mayoría de mis días únicamente con mi hijo.

Esto había causado que comenzaramos a pelear más, y a discutir por cosas sin sentido alguno. Y aunque Kendall trataba siempre de arreglar las cosas con regalos caros o simplemente con sexo, yo la necesitaba a ella.

Ahora únicamente era yo la que llevaba y recogía a nuestro hijo de la escuela. El primer día el esperaba que su mamá Kendall lo recogiera lo cuál no fue así, y una sonrisa triste se formó en su rostro cuando yo fuí la que llegó en su lugar.

Las cenas familiares ahora solo éramos mi pequeño y yo. Y las reuniones y fiestas la ausencia de Kendall era ya una costumbre, ella siempre estaba trabajando, o eso decía.

Pero fue una de las tantas noches que guarde su plato de cena en el horno fue que se apareció temprano. Era siempre la misma rutina.

—Buenas noches, Jessica —llegó detrás de mí y beso mi mejilla. —¿Que cenamos hoy?

—Lasagna y un poco de pastel de carne
—dije seria, ella lo notó y suspiro. —Recién la calenté, lo dejaré en la mesa —dije. Y me di la vuelta.

—¿A dónde vas? Creí que cenariamos juntas hoy —dijo con obviedad y tenía una sonrisa forzada, como si quiera hacerme recordar.

—Ya cene, pero disfrútalo —sonreí falsamente y me di la vuelta dispuesta a irme, pero su agarre en mi brazo me hizo parar de golpe.

Sabía a donde iba esto, y realmente no tenía ganas de pelear. Había tenido un día pésimo, y quería simplemente irme a la cama a descansar.

—Jessica. ¿Que ocurre contigo? —me miro extrañado. —¿Por que actúas de esa forma? ¿Dije algo malo? —rasco su nuca, y se quito su abrigo dejándolo sobre una silla.

—¿Que quieres que te diga, Kendall? Estoy agotada. —dije. —Y siento que voy a explotar. —baje mi mirada, era ahora o nunca. —¿Kendall tu aun me amas? —ladee mi cabeza y limpié rápidamente la lágrima que se deslizó por mi mejilla.

—Claro que te amo, Jessica. Eres la madre de mi hijo y mi esposa. Pero no entiendo que pasa —se acercó a mí y tomó mis brazos para deslizar sus manos hasta las mías y tomarlas con fuerza.

Suspiré y baje la mirada.

—Siempre soñaste con esto, Jessica —miró al rededor de nosotras aún con nuestro agarre fijo. —Un matrimonio feliz, una familia, estabilidad económica, te dí todo lo que siempre anhelaste. ¿Por que actúas tan indiferente ahora? —preguntaba Kendall con los ojos algo lagrimosos.

—No siento lo mismo que antes. —dije sin poder mirarle los ojos. Me sentía culpable, pero sabia que en parte no tenia por que sentirme así.

—¿E-eso que significa? —frunció su ceño y solto una de mis manos.

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