Tic, toc... tic, toc... tic, toc.

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Sveein

Ser un hombre con orejas puntiagudas y con la capacidad de otorgar tres deseos a quien se cruce en mi camino, no es la vida que había pensado que viviría...

 Soy un duende, en toda regla, cuando mamá me contaba historias autóctonas del país, sobre esos seres míticos, creía que eran eso, un mito, pero claramente no son solo eso. 

Nací en Islandia, en Reikiavik y no vine al mundo siendo así, esto es una maldición, que según la bruja que me hechizó, me hará ver la vida de otra manera. Y claro que la estoy viendo de otra manera, desde mi habitación sin más contacto humano que el de mis padres.

Según Rún, la bruja, y cuando digo bruja no me refiero a una anciana de cien años, no, aunque podemos presumir que Islandia es uno de los países con mayor longevidad del mundo, esta bruja es una chica de unos veinte años, a la que, mi actitud y dinero no le agradó, y según ella, esta maldición es un regalo, en fin, si llegas a toparte conmigo, creerás que soy un chico de veintitrés años como cualquier otro, rubio, de ojos verdes y un gorro con el cual escondo mis orejas.

La maldición cayó en mí el último día del semestre, dónde se hace una pequeña celebración en los pasillos de la universidad, y me crucé con esta chica vestida toda de negro y con cara de "estoy molesta con el mundo".

Ni siquiera recuerdo lo que hice para molestarla, pero ella si me dejó claro que «No puedes tener todo lo que desees», y esas palabras rondaron en mi cabeza todo el día, porque en mi vida nadie me había dicho que no podía tener lo que quería, mi adinerada familia siempre me había consentido, y al ser hijo único, todo era para mí, todo lo mejor. 

Ese día llegué a casa sintiendo como déjà vu o recordando cosas de mi pasado que creía haber olvidado, con un malestar en el estómago, que mamá siendo una médico reconocida asoció con gripe estomacal, medicado y cansado del día, me dormí.

Toda la noche soñé con la chica gótica de la escuela, con sus ojos Hazel delineados de negro y su no puedes tener lo que desees

Desperté empapado en sudor, sintiendo una resaca monumental, aunque no había bebido suficiente alcohol como para sentirme así, por suerte, ahora la palabra suerte me causa gracia, además de ser fin de semana, era el comienzo de las vacaciones, en alguna hora del mediodía me levanté de la cama guiado por el hambre, al verme en el espejo del baño, no podía creer lo que mis ojos me mostraban, mis orejas de alguna manera habían sufrido una transformación y ahora eran puntiagudas.

 Luego de eso, investigar y entender lo que me pasó fue cuestión de unas cuantas búsquedas en Google y deducción. Rún me había embrujado, tan increíble como eso suena, me había maldecido.

Lo de ser capaz de conceder tres deseos lo supe días después, cuando mi mamá me pidió ordenar mi habitación y otras cosas, y simplemente hice todo de manera automática, no tenía ganas de hacer nada de lo que me pidió, sin embargo, me fue imposible decir que no o desistir de hacer lo que me había pedido.

Buenos días, bebé —se asomó a mi puerta—. Necesito que me ayudes a sacar la basura, que limpies tu habitación, y al terminar, me ayudes con esta aplicación que me va a volver loca, por favor.

Y con esas palabras, fue como si mi voluntad ya no fuese mía.

Supe que eran tres deseos porque papá me pidió otras tres cosas, acompañarlo a ver a un inversionista sin poner cara de fastidio, cosa que odio, esas reuniones son muy aburridas, y como pueden imaginar, incluso hasta me involucré en su conversación de negocios, quedó impresionado, sin embargo, al pedirme que me pasara el salero, "Por favor", fui capaz de volver a mi habitual actitud. Fue ahí donde comprendí que la palabra "Por favor" permite que pueda cumplir tres deseos, de eso hacen dos semanas.

Hoy tome una resolución, debo hablar con Rún. Solo tuve que contactar con algunos amigos y conseguir su número telefónico, ni por asomo saldré de casa a plena luz del día exponiéndome a que cualquiera que pida «por favor» obtenga lo que quiera, todavía no sé cómo funciona con exactitud esto de los deseos. Sin embargo, entendí que una vez que piden sus tres deseos ya no hay manera de que vuelva a surtir efecto el «Por favor», por lo menos me siento a salvo en casa.

Vivir encerrado me deprime, no soy de esas personas que prefieren la paz y la tranquilidad de estar en casa. Siento que mi vida se ha convertido en una especie de cuento, una versión retorcida, mezclada y actualizada entre La Bella y la Bestia y Aladdin, donde por supuesto, yo soy medio Bestia y medio Genio. Encerrado. Oculto. Maldito.

Marco su número en mi móvil.

—¿Qué me hiciste? ¿Qué se supone que es esto? ¿Ahora soy un maldito genio de la lámpara? —bramo sin darle tiempo a responder con un «Hola». No estoy para saludos corteses.

Calma, guapo, calma. Recuerda que eso es solo un regalo —responde la bruja hija de Satán con paciencia, incluso casi puedo sentir su sonrisa burlona.

—¿Qué me hiciste? —exijo en un grito, su respuesta, una risa. La odio.

Nene —se burla—, esto es solo un regalo, la prueba de que nadie te quiere por lo que eres sino por lo que puedes darle, cuando encuentres a alguien que aun sabiendo que puedes cumplir cada deseo realizable, no te use, ahí acabará el hechizo —el enojo recorre mi cuerpo haciéndome temblar. Aprieto mi celular con ganas de que sea su cuello. La ira me sobrepasa.

—Eres una maldit... —la sangre se me hiela y el corazón se paraliza antes de que pueda terminar la oración.

Solo tienes seis meses, doce días, y doce horas, para que puedas revertir el hechizo, hasta el día que se puede ver la aurora austral tocar la tierra, de lo contrario, morirás. Nadie que no pueda ser amado por lo que es, merece vivir. Tic, toc... tic, toc... tic, toc.

Todo lo que deseesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora