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Capítulo 3

En el carro, el silencio reinaba, quizá era debido a que ninguno de ños dos hermanos estaba dispuesto a decir algo, la forma en que se habían marchado le había dejado sabor amargo en la boca a Eira, esta era una situación que nunca les había ocurrido, después de hablar con él mejor amigo de su hermano sabía que algo andaba mal pero no sabía por qué no se lo contaba, se supone que ambos debían apoyarse mutuamente, sin embargo, Eldrick siempre se había mostrado muy reservado con sus emociones.

-¿Por qué nos fuimos así? Al menos quería despedirme- se atrevió a decir luego de un rato, miró por la ventana y levantó su cabello plateado en una coleta, su hermano le dedicó una mirada de reojo y suspiró, en cierta parte se sentía herido, traicionado, sentía como el dolor se apoderaba de su corazón al igual que la inmensa sensación se querer llorar, por otra parte sentía culpa, por más molesto y herido que se sintiera en el fondo sabía que su hermana era su amiga y ella tenía todo el derecho de estar cerca de ella si lo deseaba.

-Lo siento, Eira, pero no podia seguir ni un segundo más ahí no después de todo lo que pasó.- dijo finalmente, su hermana lo miró confundida al ver que el carro se detenía en la entrada de su casa.

-¿Qué fue lo pasó que te puso tan mal? Ahora que lo pienso, la semana pasada Calia estuvo muy triste ¿Pelearon? ¿Por eso la has estado evitando?

-Eira, no preguntes por favor, no quiero hablar de eso, mucho menos hablar de Calia.

-¿Pero que dices? Ella es tu novia-  afirmó para luego darse cuenta de la situación.- ¿Terminaron? Eso es ¿Verdad? De otra forma no encuentro sentido a que se comporten así, ustedes son inseparables ¿Por qué?- pero no obtuvo respuesta, su hermano solo mantuvo el silencio hasta que ella bajó del carro- Creo que te vendría bien un tiempo a solas, iré a mi cuarto por si necesitas algo.

Eldrick agradeció aquel detalle ya que en verdad hablar era lo último que deseaba, puso el carro en marcha sin una dirección clara hasta que se encontró a si mismo frente a una cafetería vieja a la que su madre los solía, se estacionó en el estacionamiento y bajó sin saber muy bien qué estaba haciendo era como si algo le dijera que debía estar ahí por alguna razón quizá era por que desde pequeño ese lugar le hacía sentir una inmensa paz, a pesar de los años aún podía verse aquel colorido cartel que le daba la bienvenida a la cafetería Bluemoon,  tomó asiento junto a la ventana pasaron los minutos que parecieron ser horas, su mente lo traicionaba una y otra vez recordandole la charla con Calia, cerró los ojos frustrado al ver que para ella toda su historia había sido muy fácil de olvidar, su mejor amiga y su gran amor lo había destrozado tal cual una vez  prometió evitar, el peso de la culpa fue inevitable las preguntas corrían por su mente una y otra vez haciéndole creer que el motivo había sido él pero en el fondo sabía que sólo trataba de buscar una excusa perfecta para no soltar esa impresión buena que tenía de Calia, cerró los ojos cuando no puso más aunque no lo quisiera la tristeza lo perseguía aunque se negara a llorar delante de todo mundo.

-Espero que te guste el café- le dijo una suave voz que lo atrajo a la realidad, el ruido de las charlas al fondo de la cafetería se hizo notorio, le dio una mirada confundida a la joven delante de él.-Lo siento si te interrumpí pero te veías tan triste cuando entré que solo pude pensar ¿Qué puede hacer más feliz a una persona que no sea una buena taza de café? Y aveces unas galletas de chocolate.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?- le preguntó, la chica acomodó su castaño cabello en una trenza y le suspiró jugó un poco con sus dedos fingiendo que contaba algo, hasta que se río.

-Digamos que el bastante como para ver que aquel camarero fue ignorado por completo por ti.

-¿Lo dices en serio? Ni siquiera lo noté, rayos en realidad soy una persona terrible.

En los ojos de Annika (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora