02: Adiós, 104

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CAPÍTULO DOSADIÓS, 104

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CAPÍTULO DOS
ADIÓS, 104

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El entrenamiento terminó y todos regresamos a los barracones, lugar en el que nos tomamos un merecido descanso. El instructor me había indicado que mi habitación era la diecisiete, así que la busqué con rapidez. Me perdí varias veces en el pasillo hasta que por fin hallé la residencia, introduje la llave en la cerradura y una persona dentro me sorprendió.

—¡Oh! —sonreí—. ¡Mikasa!

Mikasa estaba leyendo un libro sobre una de las camas de la habitación y se veía muy concentrada. Cerró el libro y me vio fijamente.

—Tal parece que eres mi compañera, Kiara. —Ella esbozó una pequeña sonrisa y no la culpaba por la poca emoción que mostró. Tanto ella como Eren habían pasado por mucho en la vida; y aunque yo también sufrí la muerte de mis padres, lo había ido superando con el pasar del tiempo.

Ella me hizo una señal de adiós y se acostó a dormir, era realmente tarde. Me había excedido entrenando fuera y ya el Sol se estaba poniendo, dando paso al atardecer.

(...)

Debían ser poco más de las cinco de la mañana. Mikasa y yo nos dirigíamos al comedor al desayuno colectivo. En el trayecto, vimos unas carretas con personas dentro, de seguro eran los desertores. En ese lugar, el que no tenía el talento suficiente acababa hartándose. Y no les daba la razón, pero tampoco se las quitaba.

Mikasa abrió las gigantescas puertas del comedor, estaba repleto de gente y las miradas se posaron inmediatamente en ambas. Armin alzó la mano para indicarnos dónde estaba y nos dirigimos hasta él. Junto a él estaban Eren y los demás chicos que conocí durante el entrenamiento.

—Ven, Kiara, siéntate. —Armin dio palmaditas a su lado haciéndome entender que me había guardado un puesto.

Mikasa, en cambio, se sentó al lado de Eren, como era de esperarse.

—¿De qué lugar sois vosotras, Kiara y Mikasa? —preguntó uno de los chicos—. Oh, por cierto, me llamo Marco Bodt.

—Mikasa, Eren, Armin y yo somos del distrito Shiganshina —comenté.

—Vaya… —La cara de Connie lo dijo todo, no se lo esperaba—. Estabas ahí ese día ¿Entonces lo viste?

—¡Connie, basta! —regañó Sasha.

—¿Viste al colosal, verdad?

Había cierto grado de emoción en sus palabras, pero sabía tratar con este tipo de comentarios.

،،愛› 𝐎𝐩𝐫𝐞𝐬𝐬𝐢𝐯𝐞 𝐖𝐢𝐧𝐠𝐬 | 𝑎𝑟𝑚𝑖𝑛 𝑎𝑟𝑙𝑒𝑟𝑡Where stories live. Discover now