Prólogo

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PRÓLOGOCUANDO LA TRAICIÓN TE COME LOS HUESOS

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PRÓLOGO
CUANDO LA TRAICIÓN TE COME LOS HUESOS

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Tenía en la mira del telescopio las calles del distrito, a esas horas no había mucha actividad de personas. Vi unos aldeanos conversando, un señor pregonando algo y unos niños jugando. Se veían muy felices. No sabían el desastre que se estaba por formar allí.

—Oye, échame una mano —dijo mi compañero al lado mío.

Ni siquiera le conocía, pero ambos portábamos el mismo emblema en la espalda de nuestra túnica verde. Era un aliado. Le extendí la mano y agarró el telescopio, procediendo a observar los alrededores.

—Ya deberíamos haber llegado al objetivo, pero está todo muy tranquilo —habló.

—Vale, acerquémonos un poco más.

Se alejó de mí, disparando su equipo de maniobras tridimensionales y comenzó a surcar el aire. El viento estaba rebelde, atacó mi cabello y se enredó en mi rostro. Debí obedecer a Bertholdt, cortarlo era la mejor opción, pero Armin me dijo que me quedaba bien así que le ignoré.

Cuando rocé el pavimento de las calles, los niños me señalaron alegres. Seguro querían formar parte de la Legión en algún futuro. No sabían lo que les esperaba, solo deseé que Keith Shadis no fuera su instructor.

Retiré los anclajes y me las apañé para caer sobre mis pies en el suelo y no sobre mis rodillas, la última vez que pasó eso fue en los entrenamientos y me había quedado sin caminar tres semanas completas por la fractura que eso ocasionó.

—No te tardes mucho, cadete —regañó el otro hombre y, al escuchar cómo lo pronunció, pude deducir que era de un rango mayor al mío.

Miré a mi izquierda, obviando sus palabras, y me observé en el cristal de la tienda que había. La túnica me cubría casi completa y me esforcé en bajar la capucha aún más, no me gustaba mostrar mi rostro después de la cicatriz que me dejó aquel titán.

Corrí tras mi superior y otras dos personas que llegaron hasta que doblamos la calle, andar a pie me daba muy mala espina. Al doblar, la vi, allí estaba ella. La que pensé que era mi mejor amiga. Frente al subterráneo, Annie luchaba por liberarse de los que le impedían el transformarse en titán. Armin me dijo que, de no querer bajar allí, ella sería el Titán Hembra… y no pudo tener más razón.

Giró su mano y pude ver que el anillo que traía poseía una larga espina metálica que, al rozarla con su otro dedo, le provocó una herida y, con ello, su tan anhelada transformación. Toda la calle voló en pedazos cuando su cuerpo se volvió gigantesco y caí, al menos, diez metros atrás, golpeándome fuertemente la cabeza.

Me puse rápida de pie para pelear y saqué mis cuchillas, pero en menos tiempo de lo que esperaba, ella corrió y saltó sobre mi cuerpo, obviándome como si fuera insignificante. Cerré los ojos con fuerza y, para cuando los volví a abrir, debían haber transcurrido unos minutos porque estaba tirada en el suelo. Con suma dificultad y un aturdidor dolor de cabeza, me puse de pie y observé a mis alrededores.

،،愛› 𝐎𝐩𝐫𝐞𝐬𝐬𝐢𝐯𝐞 𝐖𝐢𝐧𝐠𝐬 | 𝑎𝑟𝑚𝑖𝑛 𝑎𝑟𝑙𝑒𝑟𝑡Where stories live. Discover now