𝚂𝚑𝚊𝚕𝚕 𝙽𝚎𝚟𝚎𝚛 𝚂𝚞𝚛𝚛𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛 (𝙻𝚎𝚘𝚗 𝙺𝚎𝚗𝚗𝚎𝚍𝚢 𝚡 𝙾𝙲)

𝙿𝚛ó𝚕𝚘𝚐𝚘

"Quien sabe de dolor, todo lo sabe"- Dante Alighieri.

Mientras huía de su hogar, Olivia rememoraba lo que la había llevado a esa situación. Hace unas horas era solo una adolescente de viaje con sus amigos por el campo de las afueras de Raccon City, aunque alejadas todo lo posible de la mansión que tantas historias de terror protagonizaba. Solo una semana, ese era el tiempo que había estado fuera , aunque volvió unos días antes porque una persona en su grupo se comenzó a sentir enfermo.

Al llegar a su casa, esta se encontraba en completo silencio, ni rastro de su madre o su padre. Su primer pensamiento fue llamarles, pero sus teléfonos comunicaban; comenzó a preocuparse, las luces no funcionaban y el frío de la calle no ayudaba a sus nervios. Quiso llamar a sus amigos, pero estos tampoco respondían; intentó mantener la calma y fue hacia el cuadro de luz, restableciendo la electricidad, permitiéndole ver las escalofriantes marcas rojizas sobre el suelo, ahogando un gemido al darse cuenta de que aquello era sangre, prácticamente seca.

Llamó a sus padres a voz de grito y caminó hasta la habitación de matrimonio, esperando encontrarles dormidos, como le habían prometido. Efectivamente, en aquella estancia oscura, un bulto se vislumbraba bajo las gruesas sábanas.

-¿Mamá?- preguntó, temerosa.

Unos pasos más y ya estaba ante la cama. Despacio, llevó su mano hasta aquella forma, intentando dejar de temblar.

Pudo haber sido el miedo, o la pura adrenalina, o una mezcla de ambas. Pero cuando la figura se lanzó sobre ella, directa a su cuello, ella pudo esquivarla, dejándola caer al suelo. Olivia tomó rápidamente la pistola que su padre guardaba en el cajón de su cómoda, comprobando que estaba cargada, como él le había enseñado.

Al girarse hacia esa cosa, advirtió que era una mujer, pero sobre todo que aquel vestido lo reconocía, ella misma había estado aquel día en la tienda el día en el que su madre quiso renovarse el vestuario. Olivia se quejó durante horas por tener que ir a ver ropa, ella lo odiaba, no entendía la necesidad de preocuparse por una cosa como esa, pero su madre le arrastró por toda la ciudad.

-¿Mamá?- repitió, reconociendo su cabellera morena que ella misma había heredado.

Pero la figura se volvió hacia ella, y no quedaba nada de la mujer que le dio a luz. Su rostro desfigurado salpicaba el suelo con su propia sangre, la cual salía de las heridas abiertas que cubrían su cuerpo.

-¿Qué te ha pasado?- preguntó al aire, manteniendo las lágrimas a raya, pues a pesar de que aquel monstruo guardaba similitudes con su madre, este solo soltaba sonidos incomprensibles, más parecidos a un gruñido animal que al de un humano.

De nuevo saltó sobre ella, y Olivia cerró los ojos al momento que tuvo que disparar a esa cosa en el pecho, se negaba a que fuera su madre, era imposible. Al abrirlos de nuevo, comprobó que aquello no había hecho efecto, pues la criatura solo había aminorado el ritmo. Disparó varias veces más hasta que dio sin querer en la frente, acabando con eso.