XHELORIANG-X5

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Un mes más pasó luego de aquello, y más temprano que tarde Jack terminó por descubrir que, en realidad, gran parte de la comodidad que había sentido antes en la academia se debía al grupo de amigos tan completo que había hecho. Ahora, no obstante, las cosas eran muy distintas. Por un lado, todos estaban tan cansados con las clases y el entrenamiento extra para la misión especial, que casi no les quedaba tiempo libre para nada; más de una vez, de tan agotados que se sentían por las extenuantes sesiones de simulación inducida y entrenamiento físico, habían llegado a la habitación para caer rendidos de inmediato, sin siquiera preocuparse por cenar antes o mucho menos hacer uso de la hora libre que siempre les concedían. Por otro lado, estaba el asunto con Michael, que quizá era mucho más incómodo y cansino que todo lo demás. Luego de la discusión que habían tenido, el ambiente entre ellos se tornó tan hostil y ajeno, que terminaron por dejarse de hablar; en las contadas ocasiones en las que, por la razón que fuera, alguno de los otros chicos los enlazaba en una misma conversación, cada uno se valía de la primera excusa que se les ocurría para no responder o cambiar de tema cuanto antes. No importaba de qué manera lo hicieran, pues el orgullo les decía que lo primero era mantenerse alejado del otro.

La perspectiva de embarcarse en aquella misión tan arriesgada que cada vez se le hacía más imposible y lejana, por supuesto, tampoco era algo que le alegrara mucho más que todas las otras cosas. Aunque no le gustara admitirlo, todo el tema de las dudas de Michael y su discusión con Rami (con quien no había vuelto a cruzar palabras después de aquella vez en el pasillo), habían terminado por hacer mella en la confianza que había tenido hasta el momento, y si bien es cierto que seguía creyendo que los Lunarys no eran como Hathor parecía describirlos, ya no sentía que aquella misión especial fuera tan buena idea como le había parecido al principio. No sabía si se debía a la rapidez con la que se habían dado las cosas, al misterio que las rodeaba, o tal vez era más bien un asunto de inseguridad en sí mismo y en sus habilidades. Lo más probable es que fuera una mezcla de las tres, pero de la forma en que fuera, el núcleo del asunto siempre sería el mismo: ya no se sentía preparado ni animado para embarcarse en aquella empresa tan arriesgada, una responsabilidad que había aceptado y de la que ya no podía deshacerse. Una tarea que, por si fuera poco, pareció jugar con el tiempo para llegar a él cuanto antes, casi como si quisiera evitar que el chico saliera corriendo.

El día en el que se había pautado el inicio de la misión, Jackson se despertó mucho más temprano que sus otros compañeros. Toda la noche se la había pasado dando vueltas en la cama, pues, de los nervios, su estómago había sido atacado por furiosos retortijones que le impidieron descansar como hubiera querido. Medio adormilado, y deseando poder echar aunque fuera un sueñecito rápido antes de tener que empezar a alistarse para la misión, hizo un viaje rápido al baño. Al volver, sin embargo, se encontró con que ya no era el único de la habitación que se había despertado temprano. Con el cabello enmarañado y sin parar de bostezar, Qiang le dedicaba una somnolienta mirada desde su cama.

— ¿Qué haces despierto tan temprano?—le preguntó, en tanto se frotaba con furia los ojos.

—Eso puedo preguntártelo yo a ti—respondió Jack mientras volvía lentamente hacia su cama—. Toda la noche me la pasé en vela de los nervios, y recién me levanté para ir al baño. ¿Cuál es tu historia?

Luego de un descomunal bostezo que le desencajó por completo la expresión y a punto estuvo de despertar a Michael y Mariano, Qiang respondió:

—Pesadillas.

— ¿Qué tan malas?—inquirió Jack, realmente interesado. Cierta vez, en uno de los pasillos de la academia, había escuchado a alguien diciendo que, por todo lo que ven en las mentes de las demás personas, las pesadillas y sueños de los telepatas son muy especiales, y ahora que se le presentaba la oportunidad de confirmar si ese rumor era cierto, decidió tomarla—: ¿Es cierto lo que dicen?

LOS NIÑOS DE LA LUNAWhere stories live. Discover now