LA CACERÍA DEL TESORO

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Pronto, el tiempo pareció acelerar, y cuando pudo darse cuenta, Jack descubrió que llevaba ya dos meses y medio en la academia lunar. Aquello lo tomó por sorpresa, claro, pero cuando tuvo tiempo de pensarlo mejor, se dio cuenta de que era más bien lógico que hubiera pasado por alto el transcurrir de los días. En aquel tiempo, las clases se habían vuelto más exigentes cada vez, por lo que requerían de gran parte de su concentración, eso sin contar el lazo que inesperadamente había comenzado a formar con sus compañeros de habitación, e incluso también con Andrómeda, quien poco a poco había ido haciéndose parte fundamental de su grupo. Ellos cinco eran los más grandes de todo el primer año, por lo que entendían muy bien lo que era ser el objeto de todas las miradas y murmullos, cosas que perdieron todos su poder en cuanto encontraron a alguien más que supiera por lo que cada uno pasaba. Entre eso, y lo demandantes que se habían vuelto las asignaturas de la academia lunar, era lógico que Jack no hubiera reparado en el paso del tiempo. Por fin estaba encontrando su camino, se sentía cómodo y feliz, y eso era, de todo el conjunto, lo más importante sin duda.

Con lo único con lo que no contaba, claro, era con lo difícil que seguirían poniéndose las clases de la academia. Para aquel entonces, luego de haber tenido que pasar por terribles pruebas (como aquella en la que lo habían enseñado a usar una aeromoto a través de las dunas de Lunarya, mientras franco tiradores de ultimo año le disparaban sin cesar bolas de plasma comprimido, o cuando había tenido que levantar con el poder de su mente más de doscientos kilos de piedra lunar en bruto), a Jack le había dado por pensar que las cosas no podían seguir empeorando; casi sin pretenderlo, se había convencido a sí mismo que las clases ya no podían ser más difíciles, que ya habían alcanzado su grado máximo de dificultad...cosa que quedó por completo descartada cierto viernes por la mañana. Ese día, como todos los finales de semana, Jack y sus compañeros se despertaron muy temprano, y se vistieron felices, pues sabían que el fin de semana libre que les concedían cada mes, por fin había llegado. Estaban todos casi listos cuando, de pronto, se dejó escuchar la voz del director a través de los altavoces:

—Buenos días, queridos alumnos y alumnas, al habla su estimado director. El día de hoy, les tenemos algunas sorpresas preparadas. Los alumnos de quinto y sexto año, tendrán hoy durante todo el día largas sesiones con sus orientadores académicos, mientras que segundo, tercero y cuarto, tendrán el día libre para que puedan pensar con claridad las asignaturas opcionales que quieren agregar a sus horarios el próximo trimestre, que ya casi está por comenzar—hizo una pequeña pausa, y al poco rato, siguió diciendo—: Ahora bien, es de mi agrado informarles a los de primer año que hoy serán exonerados de todas sus clases para que puedan participar en nuestro tradicional juego de la cacería del tesoro. Luego del desayuno, las instrucciones serán repartidas. Eso es todo por ahora, muchas gracias.

En cuanto la voz del director desapareció por completo, Jackson y los otros tres chicos intercambiaron una mirada asombrada. Jack todavía tenía un brazo fuera del uniforme, Michael los dos y Mariano y Qiang parecían tener un auténtico nido de aves en la cabeza, pero, aun así, ninguno de ellos hizo demasiado por terminar de arreglarse, al menos de momento. Durante el tiempo que llevaban en aquel lugar, los cuatro habían escuchado rumores sobre aquel juego, la cacería del tesoro de la academia lunar. Según lo que les habían dicho alumnos de cursos superiores, y uno que otro maestro, se trataba de una tradición muy antigua en la que los alumnos competían unos contra otros, conformando equipos cuya finalidad era defender sus propios tesoros mientras trataban de capturar el de los demás. Por lo que sabían, era una lucha encarnizada que muchas veces dejaba heridos de gravedad, por lo que se había prohibido durante un tiempo. Ahora, al parecer, esa prohibición se había ido al garete.

— ¿La cacería del tesoro?—de los cuatro, el primero en romper el silencio que se había instalado en la habitación luego del anuncio, fue Michael—. ¿Están de broma? ¡No pueden hacer eso!

LOS NIÑOS DE LA LUNAWhere stories live. Discover now