EL GRAN VIAJE

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Aunque en su momento parecía algo más bien lejano, un evento que apenas y se alcanzaba a divisar en el horizonte, el tiempo descubrió cómo correr más rápido, y mucho antes de lo que Jackson habría esperado, llegó por fin el momento de abandonar no solo la escuela espacial, sino también la tierra misma. Uno de los momentos más importantes de su vida, en el que encontraría por fin todas las respuestas que se habían desatado en su mente aquella tarde verano en la que el pastel había quedado flotando gracias a él, a su habilidad desconocida y a ese gen que lo hacía tan especial. Por fin, y después de tanta espera, era momento de viajar a la luna.

Esa mañana, fue la más ajetreada que la escuela espacial había visto en mucho tiempo...o bueno, al menos en el año que Jackson llevaba ahí, pues aunque nadie se lo confirmaba, estaba seguro de que aquel alboroto era algo común cuando la comisión Lunarys estaba tan cerca de aterrizar. Como por obvias razones no tendrían clases aquel día, Jack había pensado que cuando menos los dejarían dormir un par de horas extras, pero comprendió lo equivocado que estaba cuando, de forma más bien brusca, fue arrancado de su sueño. Al principio, de tan desorientado que se sentía, no logró atar los cabos, pero después de que la niebla que empañaba su mente se despejase, pudo darse cuenta de que el estruendo que en aquel momento escuchaba provenía de las bocinas, un estruendo francamente irritante que, por fortuna, se apagó al poco tiempo, siendo sustituido por la voz de Archivald, que sin miramientos se lanzó uno de sus pequeños y espontáneos discursos:

—Queridos alumnos y queridas alumnas de la escuela espacial, hoy, como de seguro todos ustedes ya sabrán, es un día muy importante. Hoye llegamos a la culminación de nuestro trabajo juntos, pero para ustedes solo es el comienzo de una vida nueva y emocionante, en la que, espero, puedan poner en practica todas las herramientas que aquí les hemos brindado. Ahora, si son tan amables, me gustaría que todos los alumnos estuvieran dentro de quince minutos máximo reunidos en el comedor. Las naves de la comisión Lunarys están a punto de aterrizar, y todavía quedan un par de cosas por arreglar. Gracias.

En cuanto la voz desapareció y todo volvió a quedar tan silencioso como siempre, Jackson se levantó de la cama de un brinco, y sin pensárselo dos veces, corrió como una flecha hacia el baño; estaba muy cerca de conocer por fin a los extraños seres con los que compartía tantas cosas, los mismo que de ahora en adelante se encargarían de educarlo y ponerlo en el camino correcto, y la verdad es que no quería llegar tarde, ni mucho menos. Se dio una ducha rápida aunque profunda, y en cuanto salió del baño, se enfundó en el uniforme de siempre y salió de su habitación, no sin antes echarle un último vistazo, pues no hacía falta que nadie le dijera lo que ya era más que obvio: aquella sería, con seguridad, la última vez que la vería.

—Estas emocionado ¿no es cierto?—le preguntó Qiang cuando, al rato, se reunió con él camino del comedor—. Tu mente está zumbando rápido como una abeja, puedo escucharla sin hacer mucho esfuerzo.

—Tú también estás emocionado, es obvio—replicó Jackson con una sonrisa—. No es necesario poder leer mentes para saberlo.

Riendo, su amigo contestó:

— ¡Nos vamos a la luna, Jackson! ¿Cómo no voy a estar emocionado por eso?

—Pensé que te ponía nervioso la idea de encontrarte de frente con un Lunarys.

—Ah, todavía me da nervios—admitió el chico, al parecer sin el menor asomo de vergüenza—. Pero, cuando lo pienso, hay algo que me da más emoción que cualquier otra cosa.

— ¿Qué es?

— ¡Las clases! ¿Te imaginas que nos enseñen cómo hacer todo lo que los profesores de aquí saben? ¡Sería estupendo!

LOS NIÑOS DE LA LUNAWhere stories live. Discover now