—Ah si, pero viví un tiempo en reino unido, en Inglaterra. —Murmuré. —Bueno, he vivido en muchos lugares si te soy sincera.

—¿En serio? ¿Y como te acuerdas de eso? Nadie recuerda nada de su pasado.

—B-Bueno, es lo único que puedo recordar. —Le dije encogiéndome de hombros.

—¡Puta madre! No encuentro el chingado tomatillo. —Exclamó desesperado Roier.

—Tranquilo, ya lo encontraremos. —Lo animaba Missa.

—¿Qué tal si ponemos algo de música para el camino? —Preguntó Mariana sacando su celular.

—¿Te dejaron traer eso, cabron? —Cuestionó Roier sorprendido.

—Pues me lo metí en el culo y lo traje.

—No mames, que ingenioso. —Dijo Missa.

—¿Y te agarra la señal?

—Yo creo que si me trepo al árbol como los changos si.

—¿Cuál árbol pendejo? Nomás alza el brazo y ya.

—¿Tu crees?

—Mejor que se suba al árbol. —Le dijo divertido Missa.

—Pero agarrenme cabrones, no me vaya a caer.

Mariana subió al árbol con ayuda de ambos chicos, y se trepó a una rama, en la que se sentó y luego extendió su brazo para encontrar señal.

—Uy no, mien, no hay nada de señ... ¡A la verga!

Solté una carcajada junto a los otros dos chicos mientras veíamos como Mariana caía al suelo, ya que la rama se había quebrado.

—Pero levantenme culeros. —Lloriqueaba Mariana. —Ya me rompí el coxis, mien. Ándale pinche Boiler, levantame, culero.

—Ya mejor vámonos. —Dijo Missa tratando de detener su risa al igual que yo.

—Ay que mamón, se cayó como pinche costal de papas. —Se rió Roier.

—Uh, ¿Qué es eso? —Pregunté mirando una sombra, que ni siquiera parecía eso, ya que era blanca.

—¿Qué es, qué? —Cuestionó Mariana. —¡A la verga, retirada, aquí espantan mien!

—¡Heeeyy, es el osito Bimbo! —Exclamó Roier. —¡Hola osito Bimbo!

—No mames, ¿Que no te enseñaron tus jefes que no les hablaras a desconocidos? Mira nomás la cara de teto que tiene, hasta parece que nos quiere sacar los órganos y venderlos al mercado negro.

—Eres bien exagerada Roxy, solo es un osito.

—Si wey, el Spreen también es un osito y ese wey te puede sacar los ojos y parpadeas cerca de él.

—Que dramática oye, ¡Ven osito Bimbo!

—Yo ya me voy, a voy a ver si ya puso la marrana. —Habló asustado Missa.

—Ira mien, no me andes diciendo marrana eh.

—¡Ya me voy!

Y así como vino, pues se echó a correr para irse.

Cuando me giré hacia donde estaba el supuesto osito Bimbo, casi me caigo del susto al ver qué estaba a literalmente centímetros de mi.

—Buenos días. —Hablaba con una voz robotizada.

—A la madre. —Chilló Mariana poniéndose atrás de Roier, como si no fuera un poste de luz.

—Hola. —Le dijo feliz Roier.

—Vengo de parte de la federación del QSMP, ustedes cometieron una ilegalidad.

—Ser tan guapos, por eso somos ilegales. —Dijo Mariana echando su cabello hacia atrás, con una sonrisa coqueta.

—No. No. —El osito se giró hacia Mariana.

—¿Entonces? —Pregunté.

—Clasificado.

—Ah tons chinga tu madre.

—¡Roxy! —Exclamó Roier.

—Pues óyeme, nos anda diciendo que hicimos ilegalidades y no nos quiere decir que, ya ni la friegas oye.

—¿Puedes decirnos que hicimos? —Preguntó Roier amablemente.

—No. Clasificado. Contesten ésto. —Dijo para después darnos un libro a cada uno.

—¿Que sabes de Spreen? —Cuestionó Roier mirando su libro.

—¿Que sabes de Quackity? —Cuestioné yo.

—¿Que sabes de...? Mejor me callo, luego hablamos osito Bimbo. —Sonrió Mariana para después codear levemente al osito, pero este lo miró y Mariana casi se hace pis del susto. —M-Me habla mi mamá, se la bañan, fififiiiii.

Y se fue, dejándonos solo a los tres.

—Ay, ¿Y el osito?

Bueno, solo a los dos.

—Se fue. —Murmuré viendo a todos lados. —¿Para que querrán esto? Ni siquiera conozco a Quackity, no sé por qué quiere que haga esto.

—Yo tampoco conozco mucho a Spreen, peeeero, yo sí conozco un poquito a Quackity, y tú conoces un poquito a Spreen. —Dijo tratando de quitarme mi libro.

—Ah no, a ti te toco Spreen, y te aguantas. Además, yo no conozco a Spreen.

—Ay, si hace rato dijiste que Spreen te podía sacar los ojos y no sé que onda.

—Si, pero esas son deducciones, además, solo es estudiarlo un poco para conocerlo. Pero es solo eso, estudiarlos... estudiarlos. No mames, nos van a matar Roier.

—¡Mira, sal! —Exclamó lanzándose al agua para sacar la sal.

—Baboso.

—¡Oye, te escuché!

—¡Oye, te escuché!

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