- Te amo.

Abrió los ojos de golpe y me tomó de las caderas para que me detuviera.

- ¿Qué? – dijo aun asombrado, estaba en shock, una gran sonrisa se formó en mis labios y dándole un pico lo repetí.

- Te amo, Sebastián Miller – le di otro beso – Te amo – y mientras se lo decía lo besaba – te amo, te amo, te amo.

Y ahora era el quien sonreía y me devolvía los picos.

- Dios la chica que amo me ama – gritó y se acostó en el césped – ya puedo morir en paz.

- No te mueras ahora, por favor – dije entre risas mientras le daba una palmada en el estómago, me acerqué a él y tomó mi cintura para ahora estar él arriba, ahora me miraba serio, su mirada se volvió profunda, pero no dejaba de tener el brillo que siempre tenía al mirarme, me acaricio los labios.

- ¿Por qué comenzaste a cortarte?

Sabía que lo preguntaría, ahora me tocaba a mí contar mi historia, y estaría encantada en hacerlo.

- Comencé a los trece años, ya tenía muchos problemas de autoestima, es horrible cuando tú mismo eres quien te destruyes porque tú mismo eres tu propio enemigo, – me miraba atento a todo lo que decía – también me hacían cosas horribles en el instituto, pero nunca pensé en cortarme, jamás se me pasó por la mente, hasta que Natalie... – Sebastián se apartó un poco de mí y me miró con el ceño fruncido.

- ¿Natalie? ¿Natalie Green?

- Si, la misma – dije aun extrañada por su reacción.

- Esa zorra – dijo mirando a otro lado.

- ¿Qué pasa? ¿Qué tiene que ver ella con esto?

- Ella también me incentivo a mí a cortarme – abrí mis ojos de par en par, él había mencionado a una Natalie, pero nunca pensé que fuera la misma.

- Esa zorra – dije con rabia – Al parecer como que ella se aprovecha de las personas en sus momentos vulnerables, ella me dijo que me cortara porque nadie me iba a querer, nadie se iba a fijar en mí y que mi única compañía iba a ser esa hojilla.

Sebastián estaba furioso, su respiración se agitó y sus manos se volvieron puños.

- Que hija de puta ¿Cómo te va a decir eso en un momento tan susceptible? Qué bueno que ahora ya no está en mi vida, por que donde la vea...

Lo tomé del rostro para que me mirase.

- Ya, no importa, ahora nos está evitando y eso es bueno, ya no me dejo intimidar por ella, mira como llevé la situación ese día en el salón de clases – se calmó un poco y tomó mi mano para darle un beso.

- Lamento tanto haberte tratado como te trate antes, si hubiera sabido esto, créeme que todo hubiera sido diferente, pero Natalie también me amenazó durante un tiempo – ahora era yo la que lo miraba con confusión.

- ¿Cómo?

- Ella durante un tiempo me dijo que debía tratarte como una mierda porque podía hacerte daño, yo sabía cómo era, por eso lo hice, pero ahora entiendo a lo que se refería, claro, te conocía muy bien y sabía cómo herirte. Dios, que idiota soy.

Se golpeó la frente y yo me senté, no podía creerlo, él se sentó frente a mí y suspiró.

- O sea que parte del tiempo que me trataste así ¿fue porque ella te lo pidió?

- La verdad al principio lo hacía porque era un idiota arrogante – levanté una ceja y de inmediato se defendió – Pero después empecé a sentir cosas por ti, no estaba seguro, pero cuando me di cuenta que me gustabas fue cuando ella me dijo eso – suspiré y él me tomó de la mano acariciándola con el pulgar – pero el día de mi cumpleaños la mandé a la mierda y le dije que no iba a seguir lastimando a la chica que amo solo porque ella quería, – me miró a los ojos y sonreí – ese día todo cambio y me prometí a mí mismo protegerte de todos, que si alguien intentaba hacerte daño primero se iba a tener que ir a los puños conmigo.

Lo que encontré en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora