- Lo amo, y sé que él me ama, me siento tan bien con él, y últimamente hemos estado muy unidos, no me deja sola, y cuando me besa... – el simple recuerdo me eriza la piel, sus manos tocándome, su cuerpo pegado al mío, la respiración en mi cuello – Me encanta, todo me encanta – pero un recuerdo viene a mí de repente – Pero hay algo en lo que no he podido dejar de pensar.

- ¿Ha pasado algo malo?

- No, no es eso. – recordé la pregunta que me hizo en el salón de clases ese día – Cuando pasó lo de Natalie, él me dijo que había escuchado algo en los pasillos, – Isabella abrió los ojos de par en par, hasta ella sabía a lo que me refería – no lo dejé terminar la pregunta porque me fui sobre él y lo besé, no quería que me preguntara nada porque no quiero que sepa nada, todo está saliendo demasiado bien como para que él se entere que se está enamorando de una loca suicida.

Pensar en eso me daba pánico, que él pudiera dejarme por el simple hecho de enterarse que me corto, no, no quería pensar en eso, porque él no se iba a enterar, no debía, y si estaba en mis manos lo evitaría a toda costa.

- Vale – me tomó de las manos, no sé en qué momento comencé a temblar – Sebastian no te va a dejar de querer por eso.

- ¿Cómo estas tan segura de eso?

Ella me dio una sonrisa cálida, tranquilizadora.

- Porque he visto cómo te mira, y créeme, ese hombre está loco por ti, te mira como tú a él, mira cómo te trata, como te cuida, como te ama. Sería un idiota si te deja por eso, pero últimamente he llegado a aceptar que no lo es tanto.

Rio por esa aceptación, de que ella diga que no es tan idiota ya es mucho.

- También hay algo que no me ha dejado la mente tranquila – ella me mira esperando que hablara – No te lo voy a decir, mejor lo lees con tus propios ojos.

Saqué mi celular y fui directo hacia los mensajes del desconocido, Isabella lo tomó y comenzó a leer, a medida que pasaba los mensajes sus expresiones se hacían más severas y más molestas.

- ¡¿Qué mierda es esto, Valentina?!

- No lo sé, me han estado llegando esos mensajes y también unas llamadas desde hace ya unos meses, pero no se de quien son.

- ¿Por qué carajos no me lo habías contado, Valentina Leister? – estaba muy molesta, si pudiera matarme, lo haría.

- No quería preocuparte, pensé que iba a pasar, que solo era una broma, pero ya se ha puesto más intenso y ahora si tengo mucho miedo, no sé qué quiere de mí.

Isabella se calmó un poco y me abrazó.

- ¿Quién más sabe de esto?

- Sebastián se enteró por su cuenta el día que pasó lo de Natalie, me arrancó el celular de las manos y miró uno de los mensajes, está igual de preocupado que tú, y cada que me suena el celular está pendiente de quien puede ser.

- Esto es grave, Vale, y muy peligroso, tenemos que poner un alto a esto, rápido.

- Tenía pensado ir a la policía, para ver si pueden rastrear el celular.

- Es buena idea – su teléfono sonó, era Daniel – Hola, amor – hubo un silencio y un suspiro de su parte – ¿Es en serio, Daniel? – otro silencio – Está bien, voy para allá, pero le vas a comprar a Valentina un helado con galletas, está bien, te espero.

- ¿Qué pasó?

- Daniel necesita que lo ayude con un desastre que hizo en su casa, y no quiere que nadie lo vea, ni siquiera tú, porque él sabe que estas aquí, pero me dijo que te quedaras que después te lo recompensa – dijo volteando los ojos.

Lo que encontré en tiWhere stories live. Discover now