- Tranquilo, hermano, solo estamos jugando – y con eso agarró a Isabella de la mano y se la llevó no sé a dónde.

Lo mismo hice con Vale, la abracé y caminé con ella hasta un aula vacía.

- Estoy bien – dijo apresurada mientras temblaba, la senté en el escritorio del profesor y la tomé de la cara.

- ¿Qué te decían? – negó con la cabeza – Vale ¿Qué cosas te dijeron?

- Nada de lo que no estuviera acostumbrada – se veía tan mal, como la vez que yo le dije todas esas cosas horribles, no quería verla así, nunca más.

La tome de las mejillas y le di unos picos en los labios.

- Tranquila, estoy aquí, no tengas miedo, yo te cuidaré y protegeré de todo y de todos, te lo prometo. – una lágrima corrió por su mejilla y se la limpié – Te lo prometo.

Le di otro beso y la abracé, ella me correspondió el abrazo y sentí como dejaba de temblar. Saber que soy yo quien le da paz me llena de mucha felicidad, porque no quería que me tuviera miedo como antes, quería ser su refugio, su lugar seguro, así como ella era el mío.

Se separó de mí y sonrió.

- Vamos a clase, ya está por llegar el profesor – yo asentí y la tomé de la mano.

Todo el camino estuvimos así, con nuestra manos entrelazadas, todos nos miraban, susurraban, pero me daba igual, yo iba con mi cara en alto, ella si estaba un poco tímida, pero nunca me soltó y eso me alegró.

Ya era hora que todos se fueran dando cuenta que no estaba sola, que además de Isabella y Daniel, alguien más la defendía de los abusos que sufría, y que a pesar de todo lo que dicen de ella, alguien la puede amar, yo la puedo amar.

Cuando llegamos al aula Natalie estaba en su lugar, sus ojos se iba a salir de su órbita de tanto que los abrió cuando me vio llegar con Valentina en ese estado, pasé por su lado sin importarme nada, Daniel e Isabella nos vieron y solo sonrieron, pero no dijeron nada, cada uno se sentó en su puesto, pero no sin antes darle un beso en la mano a Vale, en eso llegó el profesor.

Cómo siempre nos dio la bienvenida con el nuevo año y el típico discurso. Voltee a ver a Vale, estaba perdida en sus pensamientos, así estaba la primera vez que la vi allí sentada, no sé si se dio cuenta, pero aquella vez la analicé por largos minutos y deduje que era una chica solitaria y no me equivoque, pero nunca supe el porqué.

Recordé lo que dijeron en la entrada y no quería creer que fuera verdad, mi estrella, que tanto ha iluminado mi vida, que le ha dado un propósito ¿se cortaba? No, me negaba a creerlo.

La clase pasó y todos se fueron, Vale fue la última en levantarse de su asiento, la arrinconé de este y sin esperárselo la besé, ella se sorprendió, pero luego me siguió, no tenía una razón para querer besarla normalmente, pero esta vez quería que a través de ese beso supiera que no estaba sola, y que no se sintiera mal por los comentarios que le hacían, ella era todo para mí y era demasiado perfecta.

Nos separamos y solo nos miramos, estuve a punto de decir algo cuando escuchamos unos aplausos.

- Que lindos, ¿no quieres intentar follártela como hiciste conmigo a comienzos de año escolar, Sebastián? – dijo Natalie con amargura.

- Natalie, por favor, no hagas un show.

- ¿Un show? No Sebas, yo no lo hago, de eso siempre se encarga la ridícula esta. – dijo señalando a Vale – Siempre se la pasa diciendo que no quiere llamar la atención, pero lo hace, con solo mirarla dan ganas que desaparezca.

- Natalie, cállate – la mire con odio, Valentina no se movía de su lugar, pero su aura emanaba algo que muy poco había visto, odio, mucho odio.

- Es la verdad, solo a una asquerosa como ella se le ocurre cor...

Y una bofetada llego a la mejilla de Natalie.

Valentina había abofeteado a Natalie, no sé en qué momento fue hacia ella, no sé en qué momento llego a su lado, solo sé que su mejilla estaba muy roja. Su mano tocó el área afectada y la mirada que dirigió hacia ella no fue para nada agradable.

- No soy una zorra como tú para que me follen en un salón de clases y que todo el mundo me vea, así que si hablamos de personas asquerosas, frente a mi tengo una – dijo Valentina desafiándola.

Se veía tan sexi e imponente cuando se molestaba, pero no era momento de pensar en eso.

Natalie quito la mano de su mejilla y me miró.

- Pensé que no ibas a ser tan idiota como para hacer esto público – yo la miré serio sin cambiar mi expresión, después se dirigió a ella – y tú me la vas a pagar, no sabes lo que acabas de ocasionar.

Y con eso se fue del salón. Vale no se movió de donde estaba, su respiración estaba agitada, me acerqué a ella y la tomé de los hombros acariciándoselos, luego la abracé.

- Tranquila, todo está bien, no te hará nada.

- Eso no lo sabes – susurro muy bajo, como si quisiera que no la escuchara.

- ¿Por qué dices eso? – la voltee para que me mirase y cuando lo hizo su mirada estaba perdida – Vale, por favor, dime lo que pasa, escuche por los pasillos que...

Me besó, interrumpiendo lo que estaba por preguntar, metió su lengua dentro de mi boca para que no pudiera siquiera separarme, traté de alejarla pero se apegó a mí, me abrazó por el cuello y de allí si no pude zafarme. El beso era demandante, así que no pude seguir ignorándolo, la tomé de la cintura y la apegué a mí, su corazón latía como loco, su respiración se agitaba más y más, la cargué y la senté sobre uno de los puestos, ella estaba irreconocible, salvaje, demándate, nunca la había sentido así.

- Vale – trate de separarme de ella, pero volvió a tomar mis labios, trató de meter su mano en mi entrepierna y la detuve, no sabía que le pasaba, pero esta no era la solución – ¡Valentina no!

Cuando me miró a los ojos estos pasaron de lujuria a arrepentimiento.

- Lo siento, lo siento, lo siento – repitió muchas veces ¿Qué le pasaba?

La abrace y le di besos en el cabello.

- Tranquila, todo está bien – a los minutos fue que se empezó a tranquilizar – ¿Ya estas mejor?

Ella solo asintió, pero no dijo nada, me hice a un lado para que pudiera bajar, cuando nos vimos me di cuenta que estaba llorando.

- Perdón, no quería que eso pasara, no sé qué me pasó – se veía apenada.

- Tranquila, amo cuando me besas de esa manera – traté de ser gracioso a ver si le subía el ánimo, pero no lo logré, le acaricié la mejilla y le di una sonrisa cálida – Está bien, no debes avergonzarte conmigo, estoy para ti cuando me necesites, siempre recuerda eso.

Ella solo asintió y me abrazó.

Mi estrella, sabía que era depresiva, que tenía baja autoestima, pero averiguaría si eran ciertos esos cortes. Yo sé lo que es pasar por eso, y no quiero que ella sufra lo mismo que yo, sean cual sean sus motivos, esa nunca es la salida, nunca.

Su teléfono sonó y cuando vio de qué se trataba comenzó a temblar de nuevo, no le pregunté nada, solo se lo arranqué de las manos, era un mensaje.

Así que crees que esto va a pasar por alto, no mi querida Vale, vas a pagar eso que acabas de hacer, ¿tan solo imagínate lo linda que se vería la sangre corriendo por tu cuerpo?

¿Qué mierda es esto?

- ¿Quién lo envió? – pregunté aun con el celular en la mano.

- No lo sé, me están llegando esos mensajes casi desde que comenzó el año escolar – dijo sin mirarme y abrazándose a sí misma.

La atraje hacia mí y la abracé con fuerza para que se tranquilizara, hoy no había sido un día para nada lindo.

Si mis sospechas eran ciertas, solo una persona estaba detrás de esto, una a la que conocía muy bien, y me alegrará mucho ver la cara que pondrá cuando se entere que yo sé lo que está pasando. 

Lo que encontré en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora