Capítulo 2

2.1K 110 15
                                    

Han pasado 10 minutos, los cuales se han sentido como horas.

He estado toda la hora viendo como mi novio coquetea descaradamente con chicas que acaba de conocer, e incluso con mi amiga.

No es la primera vez que lo hace, pero siempre terminamos por arreglarnos de una u otra forma, casi siempre es porque él me pide perdón hasta que me aburre y termino por aceptar sus disculpas.

Pero bueno, no hay nada que yo pueda hacer, ¿no?

Suspiro, cansada de la situación. Pero me ha decepcionado tantas veces que supongo que ya ni siquiera me afecta, aunque es cierto que le tengo cierto aprecio.

Miro el reloj dorado que cuelga de mi muñeca marcando la hora, 12:14 genial, aún faltan 16 minutos para entrar a clase.

Estar en una banca sentada viendo como todos se divierten anula mis pocas ganas de vivir.

Y mientras estoy distraída alguien se sitúa a mi lado, no necesito ni siquiera mirar para saber que es el chico con el que me he encontrado hoy en la mañana, del cual poco recuerdo su nombre.

― ¿Por qué tan sola chica anti-social? ―pregunta, acomodándose a mi lado sin vergüenza alguna.

―Creí haber sido clara hoy en la mañana. ―dije, para después suspirar, ciertamente no me haría mal un amigo en estos momentos. ―pero supongo que puedo soportar tu presencia.

―Eso es Bueno, creo. ―susurró lo último, haciendo que una leve sonrisa escapara de mis labios. El chico tenia buen humor.

―Bastante, si consideras el hecho de que hoy en la mañana no me interesabas en lo más mínimo. ―Una sonrisa ladina salió de mis labios, sí que me hacía gracia molestar a la gente.

―Para mí que mientes, ¿Quién no se interesaría en este guapo hombre? ―dijo sonriendo, bastante orgulloso.

―Yo. ―respondí, a lo que él me fulmino con la mirada.

―Y bueno, chica que no se interesa en nadie, ¿Por qué tan sola? ―pregunto, generando una tensión inmediata en el ambiente.

―Pues, supongo que así es la vida, nacimos y morimos solos, siempre va a ser así, ¿no? A veces es mejor quedarse solos en vez de tener una mala compañía. ―dije, era algo que me había enseñado mi abuela hace mucho.

―Vaya, que poeta has salido, ¿estas seguras que no estudias algo relacionado con la filosofía? Te iría bastante bien. ―bromeo.

―No tengo paciencia para eso, pero ya que lo mencionas, a mi abuela le gustaba mucho, siempre tenía alguna frase bastante poética que decir en cada situación. ―suspire, recordando lo que solía ser mi abuela años atrás.

La extrañaba mucho, a decir verdad, extrañaba sus abrazos, sus banquetes dignos de los dioses, las cosas que me tejía, pero por, sobre todo, extraño sus consejos, ella era la única que siempre estaba ahí para mí,

Otro suspiro escapo de mí, y cuando me di cuenta ya tenía a aquel chico mirándome, de forma bastante preocupada.

― ¿Estas bien? ―preguntó, lucía bastante preocupado. ―Perdón si te incomode, no era mi intención.

―No te preocupes. ―dije después de un par de segundos. ―estoy bien ―afirmé.

Mire mi reloj, faltaban apenas 5 minutos para volver a clase, ¿Cuánto tiempo me quede recordando? Pensé.

―Me tengo que ir, discúlpame, la he pasado muy bien contigo, pero es hora de volver al deber, ha sido un placer. ―me despedí de el con un beso en la mejilla.

EfímeroWhere stories live. Discover now