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John sintió sus ojos abrirse con lentitud, despertó somnoliento, pero con una tranquilidad especial en su pecho, con paz. De pronto notó una corta cabellera rubia a su lado, Roger yacía totalmente dormirdo a su lado, con la luz de la luna iluminando su pálido rostro. Se reincorporó un poco para verlo, La poca iluminación dejaba expuestas sus hermosas facciones, le daba un reflejo mate que quedaba hermoso en él. Acarició con suavidad su delicada mejilla, depositando un beso en ella.

Desvío su mirada hacia los grandes ventanales de la habitación, aún era de noche, pero no sabía con exactitud qué hora. Se puso de pié y  buscó su ropa esparcida en el suelo, antes de salir de aquel lugar, observó unos minutos a su amado dormir plácidamente.

Mientras caminada por los fríos pasillos en dirección a su habitación, escucho ruidos que parecían ser pasos pero no se distinguían del todo así que le resto importancia y siguió su camino.

Dominique, que había vuelto de su reunión con amigas, segundos antes de que John dejara el cuarto del rey había logrado ver como éste caminaba por los pasillos, luego de salir de la habitación que ella compartía con su prometido.

Extrañada se encontró con Roger dormido en una posición la cual no acostumbraba a dormir, estaba boca abajo, sus piernas y manos estiradas casi ocupando toda la cama. Dominique, aún confundida acomodó a Roger en su lado correspondiente. Lo que lo extrañó mas fue que solo llevaba puesta la ropa interior, cosa que jamás hacía, Roger siempre dormía con su pijama. Se dirigió hacia su armario en busca de su ropa de dormir intentando no sobrepensar las cosas, pero fue un intento en vano.

Tras meterse bajo las sábanas, le echó una última mirada a la puerta, preguntándose porque John salió de allí y que fue lo que hizo. Si Roger estaba dormido... ¿O fingía estarlo?

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Como era de costumbre, los rayos de sol atravesaban las ventanas, despertando a John. Se levantó y se alistó con un buen humor que lo desbordaba. Se miró al espejo para acomodar su cabello y sonrió pícaramente tras tener fugaces recuerdos de la noche anterior. La emoción lo tomó y dejó salir un pequeño gritito de felicidad. Liberó toda aquella energía que le traía ese recuerdo, para actuar lo más normal que pudiera antes de salir.

Caminó con pasos firmes y seguros hacía la puerta, asegurando que nadie note el secreto que ocultaba aquella felicidad que reflejaba su rostro.

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Roger se encontraba sentado en la punta de la larga mesa, como de costumbre, Sostenía un libro, estaba con sus lentes puestos y con una expresión demasiado seria en su rostro, incluso le hacía parecer algo enojado. Sus ojos recorrían las palabras con mas concentración de lo normal, no recordaba haber leído un libro tan interesante en mucho tiempo.

— Roger.

El rey no se inmutó, su concentración estaba totalmente enfocada en las intrigantes oraciones de aquel libro.

— ¡Roger! — Y habría adorado jamás haberla escuchado.

Levantó la vista y la miró incluso con más seriedad que antes, no dijo nada, solo le dió espacio para que pudiera continuar hablándole.

— ¿Estabas tan sumergido en la lectura? — soltó una risita y se acercó a darle un beso en su mejilla — Tenemos que hablar, así que baja eso por unos segundos — dijo poniendo la mano en el libro, sabía que su prometido no iba a dejarlo, amenos que ella lo haga.

— ¿Que necesitas, Dominique? — Dijo con un tono irritado mientras se quitaba los lentes, debido al extraño comportamiento de la mujer.

— ¿Sabes que hacía John saliendo de nuestra habitación en el medio de la madrugada? — pregunto mirándolo, expectante de una buena respuesta.

El príncipe TaylorWhere stories live. Discover now