XIV

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— Jeff, ya está todo listo por aquí — le avisó Brian al terminar de lavar y acomodar toda la vajilla.

— Excelente Brian, buen trabajo — el hombre posó su mano en el hombro del joven y lo palmeó suavemente — puedes descansar si quieres.

— Claro, gracias.

El rizado se alejó un poco, se quitó el delantal y lo colgó en el perchero. Observó la cocina asegurándose de que no quede nada para hacer y se dió media vuelta con intenciones de irse a hacer alguna cosa que despeje su mente.

— Brian.

Freddie apareció frente suyo provocando que de un salto hacia atrás del susto.

— Lo siento — se disculpó.

— Freddie... Casi me infartas.

— Lo siento.

— Está bien, descuida — le regaló una sonrisa, la cual fue correspondida por una a medias que le dedicó el moreno.

— Quiero mostrarte algo — Mercury tiró del brazo del alto y lo llevó a gran velocidad lejos e allí.

Brian tropezó al principio, pero logró acoplarse al ritmo del moreno. Corrieron por los largos pasillos hasta llegar al cuarto del príncipe.

Freddie abrió la puerta y entró, Brian, por otro lado, con toda la educación del mundo decidió esperar fuera, ya que el moreno no había autorizado la entrada todavía.

Mercury buscó a Brian con la mirada, asumiendo que ya había ingresado por su propia cuenta, pero no lo vió. Se asomó a la puerta y allí estaba el rizado, parado. Lo saludó con la manito sonriendo tiernamente y Freddie viró los ojos.

— ¿Que haces ahí afuera?

— No dijiste que podía entrar.

— Es que ya lo había asumido — volvió a tironear de su brazo, atrayendo al alto dentro de su habitación.

Cerró la puerta y se dió media vuelta, recargandose en ésta. Brian lo miró, sonriente cómo desde el principio, más Freddie tenía una expresión de incertidumbre, duda y algo de vergüenza.

— Me encantaría saber que es lo que tienes en mente... — rompió el incómodo silencio que se había formado y permanecido por un largo rato.

Freddie dió unos pocos y cortos pasos hacia adelante, despegandose de la puerta, quedando cerquita del rizado. Suspiró y cerró los ojos unos segundos para luego volver a abrirlos, conectando con la hermosa mirada del de ojos avellanas.

— Quiero que hagamos algo — hizo una pequeña pausa — pero no quiero que me juzgues...

Brian sonrió de lado. Sintió la necesidad de avanzar hasta él y abrazarlo, o acunar su rostro en sus manos, pero aún no estaba seguro de si tenían la suficiente confianza como para eso, así que solo se limitó a hablar desde donde estaba parado.

—Freddie, pensé que había quedado claro que jamás te juzgaré luego de esto — le enseñó sus uñas pintadas de blanco.

Mercury sonrió por primera vez desde que habían entrado a la habitación y luego asintió.

— De acuerdo, ven — lo tomó de la mano y lo llevó a la cama — siéntate — ordenó. Brian acató la orden con lentitud, sin dejar de mirar a los ojos a aquel hombre frente suyo, quien también le devolvía esa fogosa y penetrante mirada.

— Listo — anunció el rizado cuando ya se había sentado, esperando con ansias la siguiente parte del juego.

— Bien... Te mostraré — Freddie salió del rango visual del alto, adentrandose en un cuarto más pequeño dónde guardaba toda su lujosa y numerosa ropa.

El príncipe TaylorWhere stories live. Discover now