III

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17 años después...

La trágica y repentina pérdida de sus padres no fue un gran dolor para Roger, jamás logró tener una buena relación afectiva con ellos.

Cómo heredero al trono, la muerte de sus progenitores lo obligó a ser rey a muy temprana edad, no le molestó en lo absoluto ese hecho, desde pequeño deseaba ser el Soberano del Reino que administraban sus hereditarios. Pero a medida que pasaba el tiempo se le hacía más difícil llevar ese puesto a cabo.

Necesitaba ayuda, no podía con todo él solo, así que decidió contratar un asistente. Fue ahí cuando llegó a su vida Max O'kelly. Era demasiado joven, pero no podía reclamar nada ya que Roger también era bastante joven.

Max y Roger se llevaron bien de inmediato, el morocho ayudaba al rey en todo lo que se le pudiera ayudar, era un gran empleado, administraba las tareas y le solucionaba la mitad de su vida. Pero Roger lo veía más como un amigo, alguien en quien forjar confianza.

Incluso a veces Max comía en la mesa real con él, cosa que no era común en los empleados, ya que ellos debían comer en su lugar que era un comedor especial para ellos.

Si, se dividía en "mesa real" y "mesa de empleados"

El hecho de ser el "favorito del rey" no le trajo problemas con el resto de los empleados. Quiero decir, era el asistente personal de Roger, era entendible que se encariñara con él, se conocían de pies a cabeza y pasaban la mayor parte del día juntos.

Estuvo trabajando en el castillo por unos tres años. Durante ese tiempo comenzaron a llegar al Palacio más empleados para trabajar debido a que los deberes que ahí se desarrollaban eran muy demandantes. Max siempre intentaba incluirlos y hacerlos sentir bienvenidos y cómodos, al igual que Roger, quería ser como un amigo para ellos.

Poco tiempo después entró a trabajar Clarice, era una chica muy dulce y amable, estaba todo el tiempo sonriendo, jamás se le ocurría borrar esa sonrisa tan simpática y contagiosa de la que era dueña. Esto atrapó a Max al instante, cayó en el jodido hechizo. Se acercó a ella y la ayudo a incluirse, como solía hacer con todos, aunque ella le generaba un sentimiento bastante particular.

Pero cuando la carga horaria del morocho se hizo más pesada, Beatrice se hizo cargo de ella.

Beatrice, la mujer que estaba a cargo de supervisar que todo esté en orden , era muy amable, aún que al principio siempre generaba miedo en todos los que la vieran, ya que jamás se dignaba a sonreír cuando conocía a los nuevos empleados. Pero a medida que les agarraba cariño, alguna que otra sonrisa se le escapaba.

El reinado de Roger fue excelente, se lo veía muy felíz con su puesto. Todos esto gracias a sus amigos. Por qué como dije antes. Los empleados eran amigos para el rey.

Los años pasaban, todo iba más que bien. Hasta que Beatrice le dijo a Roger que debía conseguirse una reina y formar una familia, debía conseguir a quien heredarle su fortuna.

Era parte de la ley.

Y Roger la conocía a la perfección.

Desde pequeño siempre le dijeron que cuando fuese rey debía conseguirse a una chica guapa y digna para ser reina, toda su vida intentaron conseguir a alguna, pero el pequeño rubio se resistía.

Siempre era castigado por su padre por qué cada vez que le mostraban a una chica, Roger se daba la vuelta y mencionaba el nombre de un chico.

"John"

Sus padres no se dieron por vencidos ignorando los impulsos del menor, lo intentaron una y otra vez, pero jamás lograron hacer que Roger aceptara a una chica. Al fin y al cabo el rubiecito tenía la última palabra.

El príncipe TaylorDove le storie prendono vita. Scoprilo ora