Travesía IV

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Admirador Secreto

Summary: Tenía sentimientos muy fuertes por este hombre, de hecho, se podría decir que la "loca" aquí era ella, pero de cariño hacia él; amor podría determinarse; amor a primera vista cuando llego al centro con Marinette y el cual se convirtió en su admirador ante las primeras palabras que cruzaron.

[...]

El cabello le ondulaba al son de su caminar por los pasillos antiguos de aquel enorme castillo, llevaba en su carro de servicio varios implementos para las revisiones médicas para este día.

Aquella mujer conocida como la enfermera de hielo en realidad era el ser más gentil y amable que pudiera existir, siendo una de las pasantes en el psiquiátrico La Borde comenzaba sus tareas puntuales a las 6 am, primero comenzando por los niños de casos menores y luego llegando a casos más especiales y de mayor cuidado.

—Buenos días enfermera Kagami —saludo un hombre de cabellera negra—, siempre puntual.

—Como debe ser, doctor Luka —aquella mujer de hipnotizantes ojos castaños inclino su cabeza a manera de saludo y comenzó a tomar varios osos de peluche que estaban cerca de la repisa.

—Me supongo que son para Manon ¿verdad?

—Así es, Marinette no llegara hasta dentro de dos días después de su intercambio y esto es lo único que la mantiene tranquila de sus ataques.

—Me alegra saber que Marinette estará de regreso y usted aun nos acompañará ¿verdad?

—Lo mío no es la medicina, aunque siempre soy buena en todo, sin embargo, lo mío es el dibujo y me quedare hasta que acabe la pasantía de Marinette y luego me regresare a Japón.

En la conversación de los dos médicos el sonido interruptor de unos palos cayendo al suelo hicieron que ambos voltearan a ver quiénes eran el responsable, sorprendiéndose de que no hubiera nadie.

Pero para la joven de perspicaz atención, la cabellera rubia ordenada que acaba de visualizar por un instante era prueba máxima para saber de quién se trataba.

[...]

Daban las 8 am en aquel psiquiátrico rodeado de naturaleza y hermosa vista, quizás para muchos esto sería algo monstruoso, pero Kagami no lo veía así, si bien su pasión por el dibujo era grande, eso no quitaba el hecho de que a la joven asiática le gustara la medicina, en especial cuando se trataba de la mente humana, con ello y siguiendo su deseo estudio dos vocaciones a la vez, una de enfermera; en donde conocido a la que podía considerar una de sus mejores amiga, Marinette; y un curso por internet que la hizo perfeccionar aún más su magistral talento de dibujo.

Por ello, cuando se enteraron que el psiquiátrico La Borde abría sus puertas a pasantes estas no dudaron en aplicar, en especial la joven japonesa, llevando a que su amiga también la siguiera, aunque Marinette prefería los orfanatos.

Saliendo de sus pensamientos íntimos, la joven abrió la puerta de una habitación en la esquina del pasillo del tercer piso, y saludando jovialmente fuer recibida por los ojos verdes penetrantes y esperanzados de un hombre que estaba vestido con el uniforme de internos del centro.

—Buenos días, Félix.

—Buenos días, mi reina.

Kagami negó levemente, él era el único que la trataba así, su único y más grande admirador; o acosador; para quienes no entenderán las nulas habilidades sociales de un hombre que había pasado recluido ahí varios años de su vida.

—Bien, ya sabes cual es el procedimiento, toma —dándole un vaso con dos pastillas morada y verde que el rubio acepto mirando únicamente a la mujer—, esta es tu dosis diaria, ya han pasado dos semanas de la última vez que seguiste medicación y por lo visto te dejaran un periodo más y dejaras de tomarlas.

El hombre no dijo nada al respecto y Kagami supo el porqué de su seriedad, ella ni siquiera lo había hablado con él.

—Se que escuchaste mi conversación y puede que estés molesto, pero ya está decidido.

—Mi reina se ira y no hace nada para detenerlo.

Kagami lo miró sorprendida y seria, si bien sus palabras decían algo sus accione otras.

—Félix...

—Porque iré contigo, a donde vaya mi reina yo la seguiré.

—Félix que...

—Soy tu gran admirador, mi reina, y creo que sabes que no miento cuando digo que te seguiré siempre.

—Soy libre de ir a donde quiera, Félix.

Kagami reafirmó esto último, con algo de tensión en ella, jamás había visto esa mirada determinada y casi podía jurar de una divertida ante las palabras de la joven.

—Y lo eres, mi reina es libre al igual que yo, pero eso no quiere decir que no estarás sola. Usted me aprecia y yo la seguiré como su admirador eterno.

—Félix esto está mal, no niego que tengo sentimientos por ti, pero hablas como si pudieras salir de aquí y eso no pasara, de hecho, esto jamás debió pasar, somos enfermera y paciente.

Félix la observó atentamente mientras pedía permiso con sus ojos para tocar a la azabache, la cual sabiendo lo que expresaba el hombre lo permitió. Este llevó su mano hasta las mejillas y bajo hasta el cuello.

—Estaré contigo siempre, mi reina, no debes preocuparte por ello.

—No eres un demente y hablas como uno —Kagami no se alejó, pero tampoco cedió.

Tenía sentimientos muy fuertes por este hombre, incluso, se podría decir que la "loca" aquí era ella, pero de cariño hacia él; amor podría determinarse; amor a primera vista cuando llego al centro con Marinette y el cual se convirtió en su admirador ante las primeras palabras que cruzaron.

Tomando esa mano y besándola suavemente ella siguió con su trabajo mientras dejaban esas palabras estancadas en el aire, aunque para el admirador secreto de la enfermera de hielo esto no acabaría, ella era su libertad y esperanza, la que cuando llego le demostró que no estaba solo, alguien idéntica a él y su primo que hace poco había entrado también al centro.

Y no la dejaría escapar de su lado y si se iría lejos lo haría con él. 

[...]





Cualquier duda, queja, lloro o lamento a mis redes. 

Nos vemos en las tiras cómicas. 

 

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