«Hija de las estrellas».

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—Érase una vez, una pequeña estrella—una mujer de largos cabellos negros palmeaba la pequeña tripa de una niña de ojos dorados, la cual, al igual que su progenitora su cabellera era negra como la noche, esta la observaba con ojos tranquilos y brillantes, esperando con paciencia a que su madre contase su historia favorita—que viajaba por el universo buscando un hogar—la niña sostenía la sabana que la cubría del frío de la noche, una chimenea llena de leña que chisporroteaba creando un buen ambiente para un cuento—nadaba a través del espacio viendo los hermosos planetas que eran adornados por las estrellas a su alrededor, sin embargo, aquellas luces no eran como nuestra protagonista.

La niña abrió su boca emocionada siendo conocedora de lo que vendría a continuación, su madre la miró con sus ojos magenta, sonriendo dulcemente al ver el entusiasmo de su pequeña niña.

—La pequeña estrella, viajó hasta un planeta lleno de agua, donde la tierra se convirtió en continentes, donde el mar era habitado por criaturas que nunca había visto en su viaje, emocionada por la hermosa visión se dejó caer en la esfera sin saber su futuro.

La niña sonrió contenta.

—Entonces, un sonido similar al de un pez nadando en el interior de agua la envolvió, provocando que la pequeña comenzase a dormir.—sonrió—Una pequeña niña que solía visitar el lago llegó hasta ella, sorprendida al ver una luz sumergida en el lago, decidió aventurarse y saltar al interior del mismo, pudiendo ver en la lejanía una esfera resplandeciente.

—Por fin. —susurró la niña con timidez, su madre río levemente acariciando su cabello, mientras se acostaba cerca de la pequeña.

—La niña tomó la pequeña esfera de luz y emergió del agua, una vez en la superficie, pudo ver que lo que se encontraba entre sus pequeñas manos era una linda estrella.

—¿Y qué le dijo? —pronunció la niña de cabellos azabache, aún sabiendo el final.

—La pequeña estrella abrió sus ojos y habló por primera vez ante un ser viviente, lo que se conocía como "humano", «¿Qué eres?», le dijo.

—«Mi nombre es Nyxia.»—pronunció la ni la contenta, alegre al saber que su nombre era el mismo que la protagonista de la historia de su madre—«¿Cual es tu nombre? ».

—«¿Nombre? », pronunció la estrella ya que desconocía lo que era un nombre.

—«Todos aquí tenemos un nombre, una palabra que nos identifica y nos hacer ser quien somos, para que nuestras personas más queridas puedan buscarnos en la oscuridad».

Su madre tomó aire.

—La pequeña estrella vió que en ese mundo no había luz, así que asintió, y habló «Si tenéis miedo de la noche, yo crearé un camino para vosotros».—acarició la cabeza de la niña—«Conmigo aquí no temereis a la oscuridad, porque yo seré vuestra luz».

—«Ahora ya sé cómo te llamas»—la ni la habló—«Tu nombre es Asteria».

—Asteria y Nyxia se sonrieron, cuando la niña humana acercó a Asteria a su pecho, una luz comenzó a adentrarse en su corazón, sus ojos se volvieron como el oro haciendo que su cabello negro como la noche fuese similar al espacio exterior, lleno de constelaciones, creadas por las hermosas estrellas.

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