Capítulo 40. Prácticamente blanca

Comenzar desde el principio
                                    

-Pues sí- concedo-. Mi ser una chica de color no pasa en segundo plano solo porque he adoptado las costumbres estadounidenses. Sigo siendo de ascendencia latina, y la mayoría de los latinos somos de piel mestiza.

-Tienes toda la razón- dice Eve, llevándose una mano al corazón, como si le diera lástima mi sensibilidad sobre este tema-. Lo siento muchísimo si te he ofendido.

Decido no insistir más sobre la cuestión, pero Daisy me mira fijamente y pregunta: -¿Todo bien, Vi? Antes también te pusiste rara cuando te mencioné algo sobre tu presentación de filosofía.

Me trago el enfado, el fastidio y las ganas de arrancarme el cabello y gritar hasta quedarme sin aire.

Autocontrol, es la única palabra en la que mi mente puede pensar, autocontrol.

Decido hacerme un favor a mí misma y al equilibrio de mi grupo de amigas, y esbozo una sonrisa. No sé cómo lo consigo, pero logro esbozar una maldita sonrisa.

-En realidad, les tengo que contar una cosa. Es... Sobre un chico.

Es cierto, tengo que hablarles sobre Ty, pero también es cierto que lo utilicé como excusa para desviar el tema de la conversación.

De todas formas, Eve y Daisy parecen no darse cuenta de este pequeño detalle, y me miran con ojos curiosos.

-Sentémonos- propone Eve, y, cuando llegamos a la mesa de nuestro grupo, anuncia: -Chicos, Vi tiene pareja.

-¡No es cierto!- exclamo, pero Jeff ya ha empezado a montarse películas románticas en la cabeza.

-¿Cuándo nos lo ibas a decir?- chilla, aplaudiendo-. ¿Y quién es? ¿Un guapo futbolista? ¿Un actor famoso?

-Más o menos- susurro, con la esperanza de que no me oigan; sin embargo, Eve abre los ojos como platos y luce una sonrisa que muestra su dentadura perfecta.

-¿Lo conocemos?- pregunta, apretando tanto mi mano que me lastima.

En mi rostro aparece una pequeña sonrisa histérica.

-Pues sí. Él es...- miro de reojo a Daisy, esperando con todas mis fuerzas que no se lo tome a mal, y, tras haber vaciado mis pulmones de todo el aire que contenían, suelto del tirón: -Es Ty, el chico que regresó al colegio la semana pasada.

-¿¿¿Qué???

Jeff brinca en su asiento y Eve se lleva una mano a la boca, extasiada. Me recuerdan increíblemente a esas series idiotas sobre familias blancas y ricas, cuando la protagonista le cuenta a los demás que está embarazada y todos la felicitan. En la vida me quiero quedar embarazada, por cierto.

-No somos pareja, pero... Hemos tenido una especie de cita- admito.

Volteo completamente hacia Daisy, y me encuentro con unos ojos llenos emoción y la mejor de sus sonrisas pintada en la cara.

-¿N-no te molesta?- pregunto, tan bajo que temo que mi voz se pierda entre los ruidos del comedor.

No quiero que nuestra amistad se rompa solo por un chico. Es la primera vez que formo parte de un grupo de gente "normal", que en su mayoría es socialmente respetable y que hace cosas chidas, como sonar todos juntos y leerse las manos los unos a los otros; sería muy estúpido por mi parte perderlos para perseguir a un chico que, potencialmente, mañana podría haberse olvidado que existo.

Sin embargo, Daisy me rodea la espalda con un brazo y apoya su frente sobre la mía, como he visto que hacen las mejores amigas en algunas películas de adolescentes.

Sus ojos cristalinos parecen chispear de sinceridad cuando dice: -No me molesta para nada, todo lo contrario; espero que te vaya muy bien con él.

Le devuelvo la sonrisa, aliviada. Aadhya, que hasta este momento ha estado al margen de la conversación, deja de limpiarse debajo de las uñas y carraspea.

Simplemente VanesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora