Capítulo 30: Quiero ser tu as.

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—OH, TENGO QUE IR POR MI HIJO. —Grité, levantándome de golpe—, gracias por el recordatorio, ¡nos vemos la próxima semana!

—¡Suerte con tu bendición! —Me despedí como un buen papá joven.

Cuando me uní a este gym le dije que Sábado es mi hijo porque sentí que me coqueteaba, y me da miedo la gente que me coquetea.

Fui el último en recoger al niño, los demás padres ya se habían llevado a sus pequeños. Sábado no hablaba mucho, solo demostraba su molestia al azotar sus juguetes contra el suelo cuando su profesora le llamaba. "Tiene problemas de ira", me decían, pero según su pediatra solo le divertía ver cómo reaccionaban los adultos.

—Toma, juega algo. —Le di mi celular al sentarlo en la parte trasera del vehículo. El morenito tenía tres años, casi cuatro, pero sabía utilizar el teléfono mejor que yo.

—¿Pue abril Disne? —Me preguntó. Yo asentí antes de cerrar la puerta.

Me senté, antes de arrancar el vehículo le pregunté si no quería ir a caminar antes de volver a casa, pasar por un helado o visitar a una anciana que paseaba perros cerca de la casa. No me gustaba tener al niño solo con mis papás, era someterlo a constantes observaciones y un ritmo sedentario ya que no les gustaba la idea de que se lastimara jugando.

Creo que está en la mejor edad para jugar con tierra.

—Quielo corer. —Tan pronto dijo esas palabras, mi vista se nubló debido al dolor de cabeza.

Si escucho otra vez "correr" creo que vomitaré.

~•~•~•~

Ni siquiera disfruté el domingo debido a mis pensamientos. Me acostaba, observaba el techo, luego temía cerrar lo ojos. Comenzaría a pensar en tantas cosas, sueños, hechos, instantes.

Hipocondríaco no podía permitirse el entrar a mi mundo una vez más; mi deber era encerrarlo dentro del pedazo de carne al que llamaban corazón. Porque tal vez estaba jugando conmigo, quizás solo quería experimentar con alguien fácil que tuviese sentimientos por él, probablemente fue cosa del momento.

¿Pero cómo puedo dudar de sus sentimientos cuando me besó de esa forma?

Cuando volteo a verlo y encuentro sus ojos sobre mí.

Porque la forma tan sincera en que me habla me hace creer que es un pecado dudar de él.

—No es un mal tipo, quizás solo experimentó conmigo —murmuré, pasando las puertas de Savant tras mostrar mi identificación—. Lo más seguro es que me lo comente después, él resuelve esas cosas rápido.

Y me dio un besito durante la comida, ow.

—Qué asco doy. —Me retorcí al atraparme ilusionado.

Antes de pasar por el segundo filtro, Impostor chocó contra mi espalda. Giré para decirle que tuviera cuidado, pero ni siquiera estaba viendo a mi dirección, sino que hablaba con alguien más mientras tiraban de su uniforme. Decidí dejarlo pasar, imaginé estaba ocupado.

Me agaché para recoger un pin que se desprendió de mi mochila. Lo vi rodar hasta el césped. Impostor de fondo le rogaba a una chica que se desprendiera de su hombro, quizás una visitante pues no llevaba uniforme y su cara de completo desánimo combinado con mal sueño no parecía el de alguien que estaría en el PLJ.

Línea AzulWhere stories live. Discover now