Capítulo 2: No sé más de ti.

5.7K 511 1.5K
                                    

La nostalgia era incapaz de llegar sin sentimientos de dolor:
"La belleza de lo que yo no está vivo."

Pensar en volver al pasado era igual que prestarle dinero a tus padres; jamás volverías a verlo en tu fúnebre y desagraciada vida.

Hipocondríaco.

Mi madre decía: "Ya estás muy grande para ser tan imbécil".

Volvía a casa con otro golpe.

—Mira, qué bonito te ves —decía.

Le respondía a gritos a mi padre.

—Ya empezaste.

O como de costumbre, le decía a mi hermano que se llevara a su pareja y dejaran de andar de arrimados en casa ajena, porque el muerto apesta después de tres días. Él se enojaba y le preguntaba a mi madre qué carajo me sucedía. Ella iba sobre mí:

—¿Y a ti qué te pasa, eh? En serio, me has hecho hacer más corajes que nadie en mi vida. Tú quieres matarme de dolor.

Cada vez que me maldecía, porque sí, mi madre me maldecía a menudo o solo se limitaba a enviarme a comprar tortillas, yo me veía forzado a poner los ojos en blanco y no rechistar, solo aceptar que no podía controlar mis comentarios y era culpable de ello. Era lo menos que podía hacer después de que le informaron que intimidé por dos años a un chico de mi clase.

No sabía más de él ahora, ni siquiera era capaz de recordar cómo dejé de darle importancia. Si la vez en que me golpeó por provocarle tras la muerte de su hermano mayor, o días después cuando frente a toda la clase...

—He de tener alzheimer... —Supuse, pero me atrapé a mí mismo auto-diagnosticándome.

—Ora tú, ya andas mamando. —Ex empujó una de mis piernas, haciéndome dirigirle una mueca de dolor por el esfuerzo al mover mi cabeza.

—No, no te muevas. —Estocolmo volvió a agarrar el flequillo de mi cabello, tirándolo hacia atrás para seguir aplicando agua destilada en mis mejillas.

Me removí incómodo por la sensación de su celular en el bolsillo de su pantalón. Levanté los ojos y le hice frente para demostrar que ya no me importaba la vergüenza de verlo otra vez.

—¿Te duele? —Metió la mano en mi camisa para tocar mi pecho, y presionó un poco para ver si soportaba el dolor.

—La ropa me protegió.

—¿Seguro? —Habló, sacando la mano mientras giraba para tomar otro algodón.

Estocolmo tenía un lunar cerca de sus pestañas, su cabello era un poco ondulado y su piel era de un moreno claro, aunque creo que lo correcto era decirle Duvalin, porque solo estaba quemado del rostro y los brazos. Todos los que practicaban deportes estaban así, incluyendo a Ex, a excepción de Des quien solo se ponía rojo como la grana.

Yo prefería evitar los deportes pues también me ponía rojo, y no quería cáncer de piel por la terrible contaminación en el cielo. Me sentaba en una esquina durante la clase de educación física a juzgar.

Cuando hacia frío nos hacían usar shorts, cuando hacía calor llevabas pantalones largos para no "quemarte tanto". Y si nos juntábamos en grupos grandes, éramos obligados a llevar cubrebocas al correr. Denuncié al profe de E.F. por explotarnos como cerdos y forzarnos a traficarle refrescos.

Mi conclusión era que la clase de educación física, literalmente es un invento del gobierno para quemarnos como ganado y disfrutar cómo se nos caía la piel, después venderla por internet.

Línea AzulWhere stories live. Discover now