Capítulo 4: Amistad de tres.

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Yo no critico a los pobres de familias grandes porque de allí vengo, ni a los weros privilegiados porque para allá voy.

Pero para buscar un punto intermedio me tocaba decir "no hablo inglish".

Yo siempre era un intermedio, no una opción.

DesDes

La historia es larga, digamos que todo comenzó cuando dos personas ajenas a mí terminaron en un problema bien pendejo.

Hipocondríaco, un estudiante que se sentaba a mi lado, de ojos tan oscuros y observadores que me perforaban la piel cada vez que me veían interactuar con alguien más. Me ponía incómodo saber que no solo observaba tanto, también era increíble leyendo pequeñas acciones.

Aunque yo era amigo de todos, él no estaba en mis planes.

Exin, por otro lado, me hacía incapaz el no querer seguirle. Que yo me mantuviera cuerdo era por él.

Hablando sobre nuestra escuela y su relación con los Savant, siempre hubo problemas debido a la discriminación bien culera entre síndromes y trastornos. Nosotros pertenecíamos al tercer escalón en la pirámide socio-económica, mientras que justo sobre nosotros reinaban los síndromes.

Trastornos y síndromes, divididos por una delgada línea aunque imposible de saltar, y tan larga que se volvía un camino interminable por comprender a los otros. Desde hace seis meses se habló de acabar con la rivalidad que existía entre nuestras escuelas privadas, con la mera intención de pasar un PLJ en paz.

PLJ era un evento irracional de dos semanas, donde los estudiantes de ambas escuelas formaban parte de eventos recreativos que fomentaban la unión. PLJ era la abreviación de "Para la juventud", ese era el deseo. Pero al menos nuestra escuela no lo tomó nada bien, los estudiantes querían evitar que este evento sucediera o habría una situación que se resolvería a balazos.

La única forma de que esto no sucediera era que cualquier bando hiciese algo imperdonable, incluso para los organizadores. Por eso se hicieron reuniones entre clases, seleccionar a personas que cargaran la tarea: Hipocondríaco fue el más votado, la mayoría no le soportaba, pero era muy bueno ideando planes.

Ex era atlético, votaron por él ya que era el mejor amigo de Hipo y necesitaban a alguien que impulsara al otro. Nadie me escogió a mí.

Yo me ofrecí, solo por Exin.

—Yo... lo siento, debo aumentar más mi dosis.

Ex perdió fuerza en sus rodillas. Arrastré una silla para hacer que se sentara, sabía que debía llevar al herido a la enfermería pero teníamos que asegurarnos de que su episodio había terminado.

Me aferré a su brazo y presioné su hombro para ver cuán tensado estaba. Ex cubrió su rostro con el cabello oscuro, rebelde, y mordió su lengua mientras me decía que estaba bien. Le dije que se quitara el saco, negó con la cabeza porque tenía el uniforme de verano.

—Solo está Hipo aquí, ¿vale? Te vas a morir de calor, hombre.

—Ex, vamos... —Hipo insistió, poniéndose de mi lado. Al menos ambos nos preocupábamos un poco por él—. Literalmente estás mal.

Se quitó el saco con cuidado, incómodo por las cicatrices que no eran cubiertas por sus usuales muñequeras deportivas. Traté de no mirar los cortes mientras le daba palmadas en su espalda, preguntando si ya había pasado todo.

—¿Ah...? Sí —respondió en automático, sacudiendo la cabeza como intentando verme pero evitándolo al mismo tiempo.

—A... ayuda. —El tipo en el suelo me agarró un tenis.

Línea AzulWhere stories live. Discover now