Capítulo 29: Todas las cosas de las que no hablo.

Comenzar desde el principio
                                    

Las personas me veían con preocupación a partir de esa edad, pues pobre el que no sabe diferenciar el sueño de la realidad. Ladeando la cabeza. Por suerte, tuve una familia unida que se interponía entre los desconocidos y mi frágil existencia.

—Mi marido se ve serio pero tiene un corazón de pollo —juraba mi madre—. Sus conocidos siempre le ven cara de banco, no puede decir no. Y ellos saben que él es muy trabajador. Hasta mi primo le debe.

No solo buscaban protegerme de la lástima que otros mostraban al saber que pasaría el resto de mi vida en las nubes, también me hicieron una buena persona. No robaré, no mentiré, ni negaré la mano a quien lo necesite: como mi padre.

Mi tío, su hermano, también era una persona bastante "noble". Decían que era cosa de familia, de la tierra de los ancestros, de la sangre mezclada o quizás el color de cabello. Hechos para disfrutar la vida y relacionarse con las personas. Yo puedo confirmar aquello de mi tío, quien me compartió su pasión por la fotografía.

—Tomar fotografías de tus mejores momentos te ayudarán a revivirlos aunque tu cerebro se ausente, dats okei?

Con su cámara enorme sobre mis manos. Y apenas un ojo cruzando el lente.

—Me ayudó muchísimo a sobrellevar el trastorno que padeces.

Entonces la fotografía llegó a mi mundo. Fotografías de mi vida. De mis amigos. De lo que me rodeaba. ¿Yo? Ausente en ellas.

Siempre el que toma las fotografías.

Es como criipi.

¿Qué es criipi?

¿Donas?
¿Las crispicrim?

Se me antojaron.

Des, vuelve, una foto.

DIGAN QUESOOOOOOOO.

—PITOOOOO. —Gritó TDA, aferrándose al cuello de Bruxismo para intensificar el abrazo. Artritis se asomó detrás de los dos.

Tomé la fotografía de mis amigos. TDA y yo nos conocíamos desde la primaria, Bruxismo me conoció poco después, a Artritis la conocimos en primaria.

Voy a ser directo, ya que mi cerebro odia hacerse pelotas.

TDA me gustaba antes de que mi cabeza tuviese uso de la razón. Crecimos en el mismo barrio, su cabello oscuro siempre iba a juego conmigo, tenía algo que la hacía distinta ante mis ojos. Quizás la forma en que se reía de mis chistes o cuando me marcaba porque no soportaba a su familia.

Cuando enredaba mis brazos alrededor de su cuello, me arrojaba contra el piso y me pisaba para saltar las cercas. Estar con ella era un peligro, aquello me parecía divertido, siempre al borde para después relajarnos al comer helado junto a Bruxismo.

Bru era un tipo alto y flacucho, moreno, siempre con los ojos perdidos en sus videojuegos, siendo la única voz con razón dentro de mi cabeza. Decía que a TDA no le gustaba yo, que declararme solo arruinaría nuestra amistad de tres. También me apoyaba al tirarle mierda a los novios con los que salía.

"Wey, se conocieron esta semana y ya andan subiendo fotos de cuando comieron unos PINCHES MAZAPANES."

"Verga, por eso odio el amor xd.", respondía él, por chat. Odiaba las llamadas por alguna extraña razón, quizás sentía que le robaban tiempo.

Línea AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora