54.

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◎Diana's Pov.

Le dí un mordisco a aquella tostada, luego de untarle un poco de mantequilla.

Luego de lo ocurrido ayer, asustada, ignoré mi celular.

Lo apagué toda la noche, y me acosté a dormir. Cualquier persona en su sano juicio estaría como maniática.

Pero yo solo me quedé callada. Asustada, con la idea de que alguna persona me vigilaba. Y era algo malditamente extraño aquello, ¿quién podría ser?

Aquella pregunta rondaba por mi cabeza desde ayer en la noche.

Tomé mi mochila, y me despedí de mis padres y hermano, antes de salir por la puerta. Me adentré en mi auto, para luego ir directamente al instituto.

Me tomé pocos minutos en llegar a aquel gran edificio. Aparqué, y tomando mi mochila y colgandola en mis hombros, me bajé del auto.

Ese mensaje me tenía pensando demasiado.

Al entrar, caminé perezosamente hacia mi aula de clases, directamente. No tuve ni la certeza de buscar a Nate, o a alguna de las chicas.

Miré un punto fíjamente. Estas cosas no ocurrían así de lo más normal, y me comportaría como si nada.

Si esa persona pudo tomarme una foto, ¿estaría observandome? ¿vigilandome? ¿como me conoce? ¿como sabe donde malditamente vivo?

¿Estará aquí?

Dí un respingo y observé toda la sala.

Nadie. Solo yo.

Cerré los ojos un momento, y volví a abrirlos de golpe, no dormí, hice el intento... pero no podía. Tendría que tranquilizarme un poco. O quizás no tanto.

Escuché la puerta abrirse y cerrarse de nuevo. Y algunos murmullos. Pero hice caso omiso, seguí mirando la pared fíjamente. Como si la pared pudiera responder a todas mis dudas.

Pero no, eso no pasaría...

-¡Diana! -salté en mi asiento, con miedo.

Volteé a mirar a la persona, que hace unos segundos, había gritado mi nombre.

Azul se encontraba allí, mirandome. Sus ojos reflejaban un poco de preocupación, y por lo que veía, también me miraba extraño.

-¿Qué pasa? -pregunté en un murmuro, a mi rubia amiga.

-Eso debería preguntarte yo a ti, Diana. -juntó sus delgadas cejas. -llevó un rato hablandote, y tú tienes la mirada perdida.

Inspeccioné su rostro, escuchando cada una de sus palabras detenidamente. No había llegado a escucharla, hasta que gritó en mi oído.

-Y-yo... -balbuceé, nerviosa.

-¿Estás bien? -preguntó, posando su mano sobre mi hombro delicadamente.

Medité unos segundos mi respuesta.

-Uhm... claro, si. -asentí leve.

-¿Estas segura? -preguntó una vez más, enarcándo una ceja.

-Por supuesto, solo... estoy un poco cansada. -le regalé una sonrisa, o más bien, un intento de sonrisa.

Y por supuesto, no estaba bien. Y no quería responder aquello precisamente, pero claro, no podía decir "oh claro, es solo que ayer me ha llegado una foto mía en ropa interior, de un número desconocido, y estoy asustada como la muerte; no pude siquiera cerrar un ojo en toda la noche porque sentía que esa persona estaba en mi habitación... ¿que hay de ti?"

No.

-Se ve, cariño, tienes unas grandes ojeras. -pasó su dedo por debajo de mis ojos, señalandome lo grandes que eran.

Bufé.

-Me debo ver horrible. -ni siquiera me había visto en el espejo, solo hice mis necesidades diarias.

Ella asintió, riendose. Me uní a su risa, aunque no me reí como siempre. Ella frunció un poco el ceño, pero luego solo sonrió.

-Nate estaba buscandote. -pasé una mano por mi rostro, un poco frustrada.

Dios, ni siquiera a él lo había saludado o algo.

-Diablos, ¿donde está? -pregunté.

-Ya está en clases. -hizo una mueca con sus labios.

Los alumnos empezaron a llenar el aula, y entró el Sr. Marcus.

-Muy buen día clase, hábran sus libros en la página 12. -espetó, dejando su portafolio de cuero sobre el escritorio.

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Abrí mi casillero, y de este cayó un pequeño papel, doblado. Fruncí el ceño; miré a cada lado de mi casillero, y habían muchos estudiantes riendo, hablando en grupos, o solo caminando por el pasillo.

Me puse en cuclillas, tomando entre mis dedos el papel. Me levanté de nuevo inspeccionando el papel.

Lo desdoblé, leyendo la letra. Hermosa, a decir verdad.

"Te vigilo, Diana. Iré por ti. -x."

Mi corazón empezó a latir de manera rápida, ¿qué era esto?

-¿Qué es eso? -rápidamente, escondí aquel papel detrás de mi.

-No es nada. -Nate frunció el ceño, algo extrañado, por lo visto.

Lo guardé entre el elástico de mi pantalón deportivo y mi piel.

-Diana, ¿qué es eso que escondes? -espetó, pero esta vez con una pizca de ira en su voz.

-He dicho que no es nada. -fruncí el ceño.

Bufó con ira.

-¿Por qué no quieres solo decirme? -preguntó, mirandome fijamente.

Acerqué mi rostro al suyo, y puse mis manos sobre sus mejillas.

-Porque no es nada, por eso. -murmuré. Él gruñó.

-Te creeré. -murmuró hacia mi.

Sonreí, estampando mis labios sobre los suyos. Le abracé, y luego me alejé sin dejar de abrazarlo.

-Puedes decirme cualquier cosa. -pasó sus manos por mi cintura, uniendo sus manos al final de mi espalda.

-Lo sé, y sabes que te diré todo. -respondí.

Y mentí.

No le diría lo que estaba pasando, porque tenía que averiguarlo.

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Hulaaaaaaaaaaaaaaa.

Vale, nadie me ha dicho nada sobre la propuesta del grupo, fak.

Buenop, se está poniendo interesante ¿eh?

okno.

bueh

LA DIVAZA SE VA, PPPPAAAAZZZZZ.

Omaha Bad Boy.   -Nate Maloley-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora