28. UNA CITA

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Son las 7 de la mañana cuando me echo sobre la cama. Media hora después, mi madre entra para darme un beso antes de irse a trabajar. No consigo conciliar el sueño a pesar de haber estado toda la noche despierta.
El móvil suena y compruebo que son las 10 de la mañana; solo he dormido 3 horas. Se me ocurre que puede ser mi madre desde el trabajo, así que descuelgo, ensimismada, sin prestar atención al nombre que figura en la pantalla.

—Buenos días Arlen.

El corazón se me dispara al escuchar la voz de Aaron.

—¡Aaron! ¡Parece que hayan pasado años desde que no hablamos! —Exclamo sonriendo; menos mal que no puede ver mi cara.

—¡Ni que lo digas! ¿Todo bien? —Pregunta.

Me lo estoy imaginando anoche; tumbado sobre su cama sin poder hacer nada a causa de la herida que Belial le provocó. Viendo a través del cristal del techo cómo la tormenta parece que se le echa encima. Pensando en si todo esto no tendrá algo que ver conmigo, haciendo suposiciones y preguntas que nadie le va a responder.

—Sí, —respondo con naturalidad— ahora todo va a ir bien —Oigo una exhalación. Quizás más fuerte de lo que pretendía.
—Perfecto —Repite con otra exhalación— ¿Significa que ya no estás...?
—Así es.

Grita, eufórico, sin reprimirse, y su euforia me contagia hasta el punto de saltar sobre la cama. Gritamos y reímos unos minutos. Y por un instante, vuelvo a ser una estudiante. Vuelvo a ser una chica cualquiera con los problemas livianos de la adolescencia.

—¿Tú estás bien? ¿Cómo llevas la herida?
—Ya me puedo mover. Está cicatrizando rápido. Oye, tienes que contarme qué tal fue. Necesito conocer los detalles.
—La verdad es que tengo muchas cosas que contarte.
—¡Sí! —exclama— Porque llevo toda la noche pensando en ti.

Hay un silencio incómodo. El corazón me late demasiado rápido y parece que se detiene el tiempo a mi alrededor. ¿Y si con este silencio él es capaz de escuchar mis latidos? ¿Qué respuesta está esperando de mí?

—E-En tu condena me refiero... Claro. La condena —explica rápido y torpe.
—Sí, sí, entendí —Suelto una risa tonta, esperando que la risa oculte el ritmo del corazón.

Otro silencio.

—Mañana es Nochebuena, ¿tienes planes?

Su pregunta me pilla tan de sopetón, que ha conseguido que mi corazón se detenga unos segundos, literalmente.

—¡No pienses mal, boba! ¡No es una cita! —Exclama apresurado— D-Después de cenar con la familia, podríamos quedar a tomar algo y así me cuentas cómo te has librado de la condena.

Aguardo unos segundos en silencio: estoy esperando que el corazón retome su ritmo normal y poder hablar sin parecer una tonta.

—Si no quieres...

Supongo que he estado demasiado tiempo sin responder.

—¡No es eso! —Grito. Otra vez el corazón acelerado— Me agrada la idea —Río e intento que mi tono de voz lo relaje—, pero como todas las Navidades, mañana nos vamos a la casa de los abuelos y pasaremos las fiestas allí. No regresaré hasta pasado el Año Nuevo.
—Oh, entiendo —Lo noto un poco decepcionado—. ¿Y esta tarde? Podríamos...
—¡Sí! —Interrumpo levantándome de la cama como si quemara.

Silencio.

—¿Aaron?
—¡Sí! Hay un local que frecuentan mucho los de clase y preparan buenos cafés. He ido un par de veces y se puede mantener una conversación mientras se escucha buena música.
—Sé cuál es —Siempre he querido ir al salir de clase los viernes como hacen los demás—. Nos vemos allí a las 18h.

Destino (Trilogía. Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora