20. TRAIDOR

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Había supuesto que ya pocas cosas podrían afectarme debido a mi "paradójica" vida, pero en el momento que su capucha cae hacia atrás para mostrar su rostro, me quedo agarrotada de la sorpresa. No puedo creer lo que ven mis ojos y no lo quiero creer incluso sabiendo que no son imaginaciones mías.

—Belial, no entiendo qué está pasando. ¿Por qué?
—Casi 18 años aguantando esa puñetera casa, a la zorra de tu madre y, lo que es peor, a ti. Encima te alias con un álgido, ¡la estupidez humana! —Se lleva la mano a la cabeza— Abadón podía haberte llevado desde el principio, cuando eras un insignificante bebé. ¡Pero no! Tenía que esperar a que te crecieran las tetas y a que tu padre sea testigo de tu muerte.
—¿¡Por qué estás haciendo esto?! ¿¡Fuiste tú quien hirió a Aaron hace un momento?!
—Quería llamar tu atención —Abro los ojos atónita—. Ha sido divertido ver vuestra cara —Da unos pasos hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja. Su imagen fuera de la calidez de la farola es tenebrosa—. Tranquila. No ha sido un corte mortal. Vivirá... ¡No como tú!

Belial desenvaina su espada y se arroja sobre mí. Con el corazón latiendo apresuradamente y con mi cabeza exasperada por las preguntas que todavía están sin respuesta, consigo apartarme hacia un lado chocando contra la pared del edificio.
Corro en la misma dirección de antes, aunque me obligo a cambiar de dirección porque no puedo regresar donde Aaron está. Tuerzo a la izquierda en la próxima calle, justo antes de tropezar con uno de los adoquines de la calle. Mis rodillas se clavan en la piedra. Saber que es Belial quien me persigue me pone muy nerviosa.
Tengo que calmarme y pensar con claridad. ¡Cálmate, Arlen!
Súbitamente, algo pesado golpea mi espalda. Caigo de nuevo hincando las rodillas y una sacudida me recorre todo el cuerpo.

—No puedes escapar de mí. Sabes que no soy un simple ángel guardián.
—No, no eres un simple ángel... ¡Eres la escoria de todos ellos!

Con su orgullo golpeado por mi comentario, me propina una patada en el pecho y caigo al suelo contra la piedra de la calle. Cuando intento recuperarme, su mano llega rápidamente para aprisionar mi cuello. Le empujo con mis delgados brazos sin poder ejercer la fuerza necesaria para soltarme.
No puedo respirar.

—¡¡No soy una niñera!! —Belial pone sus fieros ojos en mí. Jamás lo había visto con esa mirada tan oscura— Tantos años luchando contra demonios, viendo a compañeros morir y batallas que pensé que serían la última, para que me pongan a cuidar de una niña junto a un ángel inmaduro. ¡Una niña que morirá, incluso si la protege todo un ejército de ángeles!
—Julius —Pronuncio su nombre entre jadeos—, es más maduro que tú.
—¡¡Calla, zorra!! ¡Debí matarte cuando tuve oportunidad! —Prorrumpe— Te tenía justo donde quería —Su mano se aferra más a mi cuello—, hasta que ese idiota de Julius te vio y me tuve que esconder para no ser descubierto.
—¿Ves por qué Julius es mejor ángel que tú?
—Dímelo en el Infierno.

Belial desenvaina un cuchillo con el filo resplandeciente. Tiene la empuñadura negra con unas piedras en color rojo engarzadas.

—¡Espera! —Grito. La hoja del cuchillo se detiene oprimiendo en mi cuello— Si vas a ser tú quien me mate —Hago una mueca de dolor y Belial afloja para escuchar—, quiero saber el por qué.
—Abadón valora lo que Uriel no.

Se me escapa la risa floja, lo que consigue que me devuelva una mirada curiosa.

—¿Sabes que solo eres un títere, que te aplastará cuando cumplas tu parte? ¿De verdad crees que un Señor de las Bestias se forja cumpliendo tratos, que va a incluir en su ejército de despiadados demonios a un ángel?
—¡Estúpida! ¡No hables de lo que no tienes ni idea! Cuando él vea que soy leal, me otorgará poder para ridiculizar a Uriel —Los ojos de Belial ya no se ven claros, sino oscuros. Y más allá, en su interior, percibo un sentimiento tan evidente que me aturde: veo odio, envidia y maldad—. Tu hora ha llegado.

Destino (Trilogía. Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora