11.5 Extra: NYS

4 2 0
                                    

Un dolor punzante me trae de vuelta. He debido de perder el conocimiento en algún momento cuando el techo de la casa se derrumbó. Sacudo la cabeza para espolsar la tierra que ha caído sobre mi cabeza; parte de ella penetra en mis ojos y tengo que pestañear repetidas veces. Estoy en una especie de socavón con listones de madera y tejas cubriendo la salida. Muevo los brazos hasta liberarlos de la madera, pero al levantarme, el dolor se hace más incipiente. Me llega desde una de mis piernas. Me incorporo un poco apoyando mis antebrazos en la tierra y consigo ver lo que me provoca el dolor: una madera astillada ha penetrado en mi muslo izquierdo desde un extremo hasta el otro. Me duele al intentar moverme, así que me dejo caer de nuevo sobre la tierra. Cubro mis ojos con uno de mis brazos y suelto otro quejido. He de sacarme la astilla si quiero que mi herida comience a cicatrizar.
¿Cuánto tiempo hace que no acabo herido así? Ni siquiera lo recuerdo. Siempre estoy al margen de los problemas, o por lo menos, lo intento. Me oculto cuando los veo venir y cedo frente al agresor antes de que pueda hacerme daño. Mi cuerpo siente una terrible aversión al dolor, tanto que, no quiero ni arrancar la astilla del muslo porque sé que dolerá.
¿Desde cuándo soy así? ¿Desde que tengo uso de razón? ¿Siempre he sido tan inútil? ¡No sirvo para nada! ¡Mi poder no sirve para nada! Solo sé hacer figuritas de hielo mientras me escondo con el rabo entre las piernas. Maldita sea...
¡Arlen!
Aparto el brazo de mi cara y observo la salida bloqueada. He olvidado que esa Nephilim estaba conmigo en la casa. Recuerdo darle una patada para quitarla de en medio; creo que me excedí con la fuerza, y la vi rodar hacia el otro extremo. Me apoyé contra la pared limitado por mi miedo, sin ser capaz de detener a la bestia que destrozaba todo a su paso. Después, el techo se me vino encima y no sé qué más ocurrió hasta que he abierto los ojos.
¿Me encontraron? ¿O la encontraron a ella? ¿Fue a causa de la brana que ella utilizó? Nos encontraron por esa brana. Quizás ni siquiera se cerró cuando ella salió; siguió abierta y por eso la bestia llegó hasta aquí.
No sé el tiempo que habrá pasado, pero espero que ella siga oculta y no salga de donde quiera que esté. Debe permanecer escondida un tiempo hasta que la bestia decida marcharse. No se quedará aquí esperando todo el tiempo. ¿Qué estoy pensando? Esa Nephilim no permanecerá escondida, sino que saldrá a buscarme. Me buscará y se expondrá al peligro. Ni siquiera sé si se encuentra bien. ¡Maldita sea! Tengo que tragarme mis limitaciones, mi miedo. ¡Tengo que sacar la astilla y salir a buscarla!
Vuelvo a incorporarme quejándome del dolor punzante. Observo como mi sangre intenta congelar la herida, pero la astilla atravesada impide que profundice. Cuanto más espere, más cicatrizará los orificios y será más doloroso extraerla. Agarro la madera con firmeza desde un extremo y tomo aire. No sé si ha tocado hueso. Dolerá más si es así...

—¡DEJA DE PENSAR EN EL DOLOR, INÚTIL!

Tiro con fuerza y noto como me arde la piel, como desgarra músculo y el dolor me nubla la vista.
Consigo sacar la astilla teñida en mi propia sangre y la lanzo lejos de mí. Golpea contra la piedra y se afinca en el suelo a pocos centímetros de mis pies, como si se burlara de mi miedo. He logrado no gritar mientras la extraía; al menos es algo que me hace sentir mejor, pero me he mordido el labio. La herida mejora ahora más rápido, mucho más rápido, y en cuestión de un par de minutos termina de cicatrizar. Me alzo hacia la salida y empujo las tablas que bloquean el paso para poder salir de la tumba en la que me encuentro.
¿Por qué me preocupa lo que le pueda pasar a esa Nephilim? No atino a definir la sensación. ¿Qué es este extraño sentimiento? Hasta el momento solo me he sentido así con mis más allegados, con mi familia. Nunca he sentido el más mínimo interés en una mortal que no sea por puro entretenimiento. Peor. Es una Nephilim.
Aparto todo cuanto impide mi salida y, una vez fuera, percibo el frío viento que azota el valle y el olor a tierra mojada. Tal y como pensé, esa Nephilim está buscándome entre los escombros. Un sentimiento de alivio me llena por dentro cuando la veo intacta, aunque con la piel arañada. Dirige su mirada hacia mí... ¿Por qué tiene esos ojos de pánico? Verla así, hace que me vea a mí mismo. ¿Es esa la imagen que doy a los demás? Y entonces, diviso el porqué de su mirada: la bestia sigue en el valle preparándose para embestir de nuevo.
Me esfuerzo en salir deprisa del socavón y en tranquilizarme para saber de una puñetera vez dónde colocar el pie sin resbalar. El miedo ha vuelto a cogerme prisionero y mi pie no cesa de resbalar una y otra vez en la tierra. Arlen se lanza hacia un lado y la bestia pasa cerca, a pocos metros de mí. No me ha visto o no ha podido sentir mi presencia. ¡Ahora! Aprovecho y consigo salir, aunque supongo que no lo suficientemente rápido. La bestia corre de nuevo para arremeter. La tierra retumba a su paso mientras me quedo paralizado.

Bueno, dolerá. Dolerá mucho cuando me embista. Perderé el conocimiento y después de un rato volveré a estar bien.
Solo tengo que aguantar el dolor.
Solo tengo que aguantar el dolor...
Me lo repito una y otra vez mientras espero que la bestia venga. Entonces, unos cabellos rojos cortan mi visión. Caemos al suelo con ella sobre mí. ¿¡Qué está haciendo?! ¿¡Por qué?! ¿No sabe que mi cuerpo se regenera solo? ¿Qué necesito otro daño diferente para que acaben con mi vida?

—¡Confía en ti! ¡Tienes más fuerza de la que crees! ¡Todavía no quiero morir, Nys!

¿No quiere morir? ¡Pero morirá un día de estos! Es inevitable. Tiene la Marca de la Condena Eterna. Abadón no desistirá de vengarse del ángel que lo humilló entrando en su territorio. ¿Y qué pretende qué haga? ¿"Confiar en mí"? ¿"Fuerza"? ¿Esa cualidad existió alguna vez?
Su cabello acaricia mi mejilla; huele a almendras. Sus brazos se aferran fuerte a mi cuello y noto el calor que desprenden. Un humano de por sí es cálido, pero ella también es ángel, así que su calor es aún más intenso. Es muy cálida incluso estando helada... ¡Malditas pasiones humanas! Sí, morirá, pero no será ahora. No dando su vida por un cobarde como yo.
De repente, el deseo de salvarla se apodera de cada rincón de mi cuerpo. Siento mi aura brotar y una ráfaga de aire congelado nos rodea y, a cada segundo, se hace más poderosa. Esta sensación es nueva para mí. Me siento por primera vez, fuerte. Soy capaz de ver que no solo sé hacer figuras de hielo, sino que acabo de congelar a la bestia que estaba a punto de matar a Arlen. He matado a la bestia y sé, que a través de la gruesa capa de hielo que la cubre, me escruta rabiosa exhalando sus últimos segundos de vida antes de que todos sus órganos se congelen.

 He matado a la bestia y sé, que a través de la gruesa capa de hielo que la cubre, me escruta rabiosa exhalando sus últimos segundos de vida antes de que todos sus órganos se congelen

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Quise protegerla y casi mato a Arlen yo mismo. Estuvo a punto de morir por una hipotermia al alcanzarle mi poder, aunque no llegué a congelarla como a ese enorme jabalí.
Me siento abatido. No solo porque usar mi poder me agota, sino porque esperaba un mejor resultado, y esto, me ha decepcionado. De verdad que creí que la había matado cuando perdió el conocimiento durante el camino a un lugar seguro. Esta vez, mi miedo llegó de un modo que nunca he conocido. Pero, aquí está. Tumbada y cubierta de mantas en casa de mis padres adoptivos. Le han administrado algunas medicinas; esas que usan los mortales para sanar, y le han proporcionado calor. Nosotros no tenemos calor corporal. Solo cuando un mortal o un ángel nos tocan, podemos apreciarlo.
Estoy agotado y, sin embargo, ¿por qué motivo no puedo dejar de observarla? Es muy hermosa. No, no creo que sienta tanta admiración solo por su belleza. Creo que hay algo más, pero no sé cómo describirlo. No sé de dónde vienen estos nuevos sentimientos que ofuscan mi cabeza.

—Es culpa mía que estés así. Estabas demasiado cerca y el poder te alcanzó a ti también. Todavía no sé dominarlo...

Me quejo porque acabo de recordar lo inútil que soy, pero estoy tan agotado que no tengo ganas de luchar contra mí mismo. Apoyo mi cabeza con suavidad sobre su hombro y, al instante, una ola de calor me llega a la sien.

—Estoy agotado —Mi mano va a buscar la suya. Codicio más de su calor—. Eres tan cálida... No tanto como un ángel ni tan superficial como un mortal. La calidez justa para que quiera dormir a tu lado.

Hoy todo es nuevo para mí. Sensaciones nuevas.

Destino (Trilogía. Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora