Valentina.

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–¿Qué rayos traes puesto?

Grité en cuanto lo vi salir de la habitación vestido con una blusa de cuello y manga larga, una falda horrorosa que no recordaba que tenía y le llegaba a los tobillos y el cabello completamente recogido.

–¿Qué tiene?

De verdad lucía confundido de que le preguntara aquello.

–Parece que vas a un bautizo. ¡Ve a cambiarte!

–Pero me veo bien, no veo porque...

–¡Thomas!

–¡Bien!

Se alejó refunfuñando hasta la habitación.

¡Diablos! Era como tratar con una adolescente aunque esta quería vestirse de monja en lugar de zorra.

Mire el espejo para asegurarme de que me veía bien, porque en realidad me ponía nerviosa la idea de conocer a la madre de Tom, una cosa era que él no me agradara y otra era no tratar como era debido a su madre.

Tom salió de la habitación con una ligera blusa blanca y pantalones de mezclilla. Se acomodó el cabello luciendo bastante nervioso.

Lo tomé de la mano para tranquilizarlo, él regresó a verme con una sonrisa nerviosa en el rostro, apretando levemente mi mano y moviéndose de atrás hacia adelante.

–Gracias por hacer esto.

Murmuró él sin soltar mi mano.

–Está bien, tú me ayudaste con Luke y supongo que harías lo mismo si te pidiera que conocieras a mi madre.

–Esta relación va demasiado rápido, ya me estás pidiendo que conozca a tu madre.

–¡Cierra la boca!

Dije entre risas.

El timbre de la puerta sonó, haciéndonos saltar a ambos.

Me miró a los ojos, apretó un poco más mi mano, luciendo bastante firme.

–¿Lista?

Asentí, pero las piernas me temblaban, sentía los dedos entumecidos, sudor cayéndome a gotas por la nuca. Acomodé el cuello de mi camisa y me puse en marcha para abrir la puerta.

Mire a Tom una vez más, mirándolo para obtener apoyo y eso hizo, con una mirada logró tranquilizarme de inmediato.

Mi mano giró la perilla de la puerta, abriéndola hasta encontrarme con una hermosa mujer de cabello blanco que me miraba con una sonrisa.

–¡Querido!

Gritó la mujer lanzándose a mis brazos.

Era verdaderamente encantadora, pero yo no estaba acostumbrada a tales muestras de afecto, por lo que me costó unos cuantos segundos reaccionar.

–Vamos, no me trates como a una extraña.

Sacudí la cabeza y sonreí.

–Lo siento mamá, sólo estoy muy cansado, no he dormido mucho, pasa.

Me miro algo extrañada, parecía percibir que había algo extraño en su hijo.

Caminamos hasta la sala en donde Tom lucía bastante nervioso. Se puso de pie en cuanto entramos a la habitación y parecía que estaba a punto de llorar.

–Mamá, me gustaría que conocieras a Valentina, ella es mi novia.

Se sentía horriblemente extraño decir algo como aquello, pero aquél era el plan que se nos había ocurrido a Tom y a mí. Decir que Tom, o mejor dicho yo, era mi novio, de esa manera no habría muchas preguntas de por qué pasábamos tanto tiempo juntos, además la madre d Tom además de encantadora goza de la virtud de la discreción.

Tú cuerpo, mi cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora