Tom.

2.5K 266 39
                                    

Me sentía demasiado incomodo revisando todos aquellos papeles. Valentina me había enseñado bien y al llegar a la oficina me sentía muy confiado de que todo saldría a la perfección. Pero no podía recordar absolutamente nada de lo que había aprendido por culpa de Luke y sus miradas.

No sabía qué hacer. ¿Qué se suponía? Aquellas miradas eran miradas de coqueteo y yo no pensaba coquetear con él, no señor. Aunque tampoco quería arruinar alguna posibilidad entre Valentina y él, a pesar de que eso me molestara más de lo que debía.

De pronto sentí su mano en mi espalda y me puse más colorado que un montón de luces de navidad en llamas. Diablos, necesitaba que retrocediera antes de que lo golpeara.

–¿Cómo vas?

Me preguntó, su cara cada vez se acercaba más a la mía y podía sentir unas cuantas gotas de sudor resbalando por mi cuello.

–Estoy bien, aunque de verdad necesito concentrarme en este momento.

Señalé el montón de papeles apilados frente a mí y pareció entender la indirecta porque retrocedió aunque su mano seguía en mi espalda, esperaba que el sudor que comenzaba a caer de esta hiciera que se alejara.

–Bien, ¿qué te parece si cuando termines, vamos al bar de la otra noche? ¿Lo recuerdas? La pasamos muy bien.

Asentí con la sonrisa más sincera que pude darle, pero sentía que era una sonrisa completamente tiesa e incómoda.

–No creo que sea una buena idea, Val... mi instructor de canto me ha dicho que el alcohol me haría  daño en las cuerdas vocales.

No mentía, realmente Valentina me lo había dicho.

–Está bien, podemos cenar y bailar un rato.

¡Muévete, muévete! Era lo único que podía pensar, pero asentí con una sonrisa desesperada en el rostro.

–Sí, si está bien, iré contigo.

–Bien.

Le creció una sonrisa enorme en el rostro y finalmente se alejó.

¡Al fin! Grité mentalmente, lo observé alejarse y corrí hasta el baño, saqué mi celular y llamé a Valentina.

–¿Hola?

Sonaba acelerada, como si hubiese estado haciendo ejercicio, lo cual me parecía más que imposible por lo que empecé a preocuparme.

–¿Estás bien? ¿Qué estás haciendo?

–Estaba teniendo sexo.

–¡¿Qué?!

Se escuchaba demasiado seria, además estaba loca por lo que no se me hizo difícil creerle.

–Salí al mercado y me encontré con una de tus fans y ya sabes quise experimentar un poco y dije, ¿por qué no?

El brazo comenzó a dolerme, sentía todo lo que siente uno cuando está a punto de darle un infarto. Hasta que la escuché riendo a carcajadas, oh, nunca había odiado tanto mi risa en toda mi vida.

–¡Demonios Valentina! Eso no ha sido gracioso.

Siguió riéndose. Puse los ojos en blanco esperando a que se le pasara el ataque.

–¿Y entonces que estabas haciendo?

–Ejercicio.

–¿Qué dices? ¿De verdad? ¿Por qué?

–Bueno, tú lo haces por mí y nunca me había visto así  de bien, así que pensé en devolverte el favor.

Sonreí un poco al escuchar aquello, ella ya comenzaba a preocuparse por mí. ¡Al fin!

Tú cuerpo, mi cuerpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora