Prólogo

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En un día de invierno, la pequeña Lady estaba jugando en su habitación. Pasó horas y horas imaginando en su mundo. La condesa entró y le avisó que era hora de dormir. La niña se acostó y su madre la arropó.

—Algún día Mimi, serás una bonita vampiresa.

—Pero no tendré que morder a nadie, ¿verdad? No me gusta la sangre —la condesa se rió.

—No querida. Eso ya no se hace. Ahora los vampiros somos vegetarianos —la vampiresa madre posó un beso en la frente de su hija —. Buenas noches Mimi —dijo con una sonrisa y se fue.

Un rato o quizás horas después, la pequeña Lady se despertó al escuchar unos tremendos ruidos que parecían que sonaban desde la entrada del castillo.

—¡Mimi! —gritó la madre asustada —. ¡Ven, por favor!

La pequeña no sabía qué pasaba. Ella sólo seguía a su madre quién la tiraba de su brazo y mandaba, a la vez, a sus empleados a defender el castillo. Cuando llegaron a una habitación, la condesa pidió a su hija que entrara a un armario y se quedara ahí hasta que vuelva.

—Regresaré a buscarte. No te preocupes Mimi —la madre le dió un beso en la mejilla y la cerró en el armario.

La vampiresa madre bajó a la entrada principal y se encontró a los vampiros luchando contra humanos intrusos.

—¿Qué queréis? —preguntó la condesa.

—Condesa Izabela, un placer —el humano jefe hizo una reverencia —. Buscamos al Conde Garridan, ¿Sabe dónde está?

—¡No os lo voy a decir! Haced el favor de iros inmediatamente del castillo.

—Lamento que no, Ilustrísima. ¡Atacad! —ordenó a sus hombres.

La condesa defendió a los suyos con sus poderes y pudo matar a algunos humanos. No obstante, los humanos empezaron a tirar ajos y a usar estacas como defensa. Lo peor vino cuando encendieron fuego y el castillo empezó a arder. Las llamas rodearon a la vampiresa y los humanos salieron corriendo de ahí.

En la mañana siguiente, el conde corrió a la habitación dónde estaba su hija y abrió el armario.

—¡Qué alivio que estés bien! —abrazó a la niña.

—Papá, ¿dónde está mamá?

El vampiro lloró y le contó que su madre ya no volvería. La pequeña Lady no le quiso creer y se fue corriendo. Bajó a buscarla por todo el castillo y salió a los jardines.

—¡Hey! ¿A dónde vas? —su tía quién venía con su prometido, la atrapó.

—¡A buscar a mi madre! Mi papá dice que ya no volverá, pero ella me dijo que lo haría —comenzó a llorar y su tía la abrazó con angustia.

"beloved night" | CHANYEOL, KAI. Where stories live. Discover now