Capítulo 66 - PARTE FINAL

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...

Al llegar ahí se soltó de su agarre y se puso de pie con esfuerzo para seguir acumulando un poco de energía, aunque no era mucha.

—¿Qué harás?— Preguntó él.

—Lo que debo hacer— Respondió volviendo a acumular más energía.

—Confío en ti— Afirmó seguro lanzándose a la batalla para ayudar a los demás.

—¡Tendremos una única oportunidad!— Exclamó intentando que la oigan.

Todos sintieron su presencia una vez más, y aunque estaban sumamente preocupados por lo mucho que se excedía, no tenían más opción que escuchar lo que debía decir.

—Tenemos que irnos de aquí— Exclamó con seriedad— Todos vienen conmigo, nos iremos de aquí con vida— Exclamó con todas sus fuerzas.

—¡Que no escapen!— Ordenó un demonio enorme que una vez más logró pasar y se dirigía hacia ella confiado, sin embargo, Lian estaba protegiéndola en todo momento, y antes que se diera cuenta, se había lanzado contra él para atacarlo, no con su espada o un arma de luz, sino con los mismos puños para desquitar en él su ira.

—¡Es ahora o nunca!— Exclamó hacia los sanadores, quienes la entendieron de inmediato.

¡Cúbranse los ojos ahora!— Gritó hacia los guerreros.

Al entender lo que estaban por hacer, los guerreros lanzaron ataques que alejaron un poco a los demonios para poder cubrirse.

Entre todos los sanadores dispararon destellos de luz muy fuertes, consiguiendo cegar a todo aquel que estuviera a su alrededor con su luz por varios segundos.

Los demonios se vieron forzados a cubrirse los ojos mientras gritaban adoloridos, y aquellos que volaban cayeron del cielo al no poder ver nada.

El tiempo fue corto pero fue el suficiente para poder agruparse y escapar.

Los ángeles sujetaron a los garios y elfos ya que no podían volar, y se fueron a toda velocidad hacia el lado sur de Fuerteluz para escapar de ellos.

Lian llevaba a Jane en brazos, estaba empalidecida y temblando casi sin poder ni hablar, pero al ver que algunos demonios volvieron a alzar el vuelo, tuvieron que bajar de inmediato o los podrían ver.

—¡Al suelo!— Exclamó un guerrero bajando hasta los árboles.

—¿Qué haremos ahora?— Exclamó Arani apenas lo bajaron.

—Cállate y empieza a correr, grandote— Exclamó Kein haciendo que todos avanzaran por el bosque a toda prisa.

Como estampida de animales corrían todos juntos, sus vidas dependían de ello, y estaban muy débiles como para volar mucho tiempo, además de que podían ser encontrados más fácilmente.

—Si seguimos juntos nos van a encontrar— Dijo Arani.

—Hay que separarnos— Dijo Barlo sin dejar de correr.

—¿Qué? Eso es una terrible idea— Repuso Belial al escucharlos.

—Los árboles son nuestra cubierta, si seguimos juntos estamos muertos— Afirmó Barlo dirigiendo la vista a Arani.

Te veo en casa, hermano— Dijo extendiendo su puño al igual que él— Ustedes tres vienen conmigo— Dijo llamando a unos guerreros que lo siguieron a toda prisa.

—Ustedes conmigo— Exclamó Arani imitando su acción y corriendo en otra dirección..

—¡Nadie me hace caso!— Exclamó Boros con enojo— Ya qué... ¡Síganme!— Ordenó a otros guerreros que lo siguieron en otra dirección, y así poco a poco se fueron dividiendo en varios grupos pequeños para escapar en todas direcciones, y confundir así a los rastreadores demonios.

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