Capítulo 60

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De inmediato los demás imitaron su acción, a pesar que no lograran derribarla, estaban intentando crear una cortina de humo alrededor de la barrera para cegar a los sanadores, e incluso a los que ferozmente resistían la pelea desde afuera.

—¡Ahora!— Volvió a gritar el demonio tomando su hacha y corriendo hacia la gran nube de ceniza que lazaron, seguido por todos los demás.

—¡No puedo ver nada!— Gritó un sanador que se desesperaba sin dejar de concentrarse.

—¡No te desconcentres, siéntelos, o las barreras caerán!— Respondió una de ellas intentando no perder la concentración.

—Esto es...— Balbuceaba otro sanador que se empezaba a sentir muy mal.

El desgaste de energía y concentración eran enormes, un sanador experimentado tiene que pasar por muchos entrenamientos de concentración para ir mejorando sus habilidades, y siendo ellos tan nuevos, tenían que hacer un esfuerzo titánico por no caer.

—¡Retirada!— Gritó la sanadora intentando llamar a sus guerreros, pero no la lograrían oír desde adentro, mucho menos con todo el ruido de la batalla.

La desesperación aumentó de nuevo, y ahora estaba llenando la mente de los sanadores que intentaban no ceder.

—¡Regresen!— Gritó otro intentando llamar al grupo del otro lado, pero tampoco tenía respuesta alguna.

Para poder mantener aquella espesa cortina de humo, los demonios seguían atacando con su fuego a los lados de la barrera, y ellos lo sabían, es por eso que los garios fueron los primeros en tomar medidas.

Barlo y Arani, como si conocieran exactamente lo que pasaba por la mente del otro, salieron corriendo de las nubes de ceniza, protegidos por sus fuertes barreras, y gracias a su fuerza llegaron hasta los demonios que mantenían la nube de ceniza logrando derribarlos.

En ese mismo instante, los ángeles empezaron a despejar el humo con fuertes movimientos de sus alas, y rápidamente la visibilidad pareció volver, haciendo que los sanadores se sintieran mucho más aliviados al ver que todos seguían en pie.

—¡Kein!— Gritó Belial intentando llamar su atención— Ustedes siete regresen, Lucio ya no puede resistir— Exclamó viendo desde lejos cómo el sanador luchaba por no dejar caer las barreras— ¡Kein!— Repitió con más fuerza.

—Ya oí— Respondió sin dejar de luchar.

Ustedes cinco— Ordenó dirigiéndose a unos guerreros— Retrocedan y cubran la retaguardia.

Las barreras de luz probaron ser más que útiles, pero tenían la desventaja de que drenaban la energía de un sanador a gran velocidad por lo que duraban muy poco, ya que requieren de un nivel muy alto de concentración y gran control de luz.

Ninguno de los sanadores presentes podría resistir mucho— Contaba Jane con todos muy atentos a cada palabra que decía.

No contaba con mucho tiempo, tenía que apurarme para poder ayudarlos, los sanadores estaban a punto de caer y todo estaría acabado para ellos. Me sorprendieron mucho con su resistencia, fueron... increíbles— Musitó algo entristecida.

—Sin lugar a duda lo hicieron más que excelente. Debió ser toda la presión y adrenalina del momento, superaron sus propios límites— Explicó Krístal sentándose a su lado después de haber terminado de sanar a Lian.

—Hicieron algo muy difícil, incluso para un sanador con más práctica— Completó Astrid con orgullo.

—Lo sé... Fue increíble todo lo que hicieron y resistieron, y aún ni siquiera han oído todo...— Dijo Jane.

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