Capítulo 06: Obra y gracia de Dios

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Al iniciar otra mañana, cual se encontraba empedernida en un mefítico aire, traía consigo un obsequio empíreo de perturbadoras noticias. Hasta el salón de clases de Deborah, Chris y Angela, a primera hora, el director hizo una vez más escuchar a todos los estudiantes un comunicado, acerca de la situación médica de Dave Williams. Los chicos sintieron mucho pánico, ahora que había alguien que sabía todo lo que en realidad pasó con Dave, lo peor que podían decirles en dicho momento, era que éste había despertado del coma.

La noticia era muy diferente a la que ellos temían.

—“Queridos estudiantes. Esta mañana, la familia Williams, llamó para comunicar el lamentable deceso de su hijo, Dave, que como bien sabían, se encontraba en estado de coma. Es una noticia muy triste, y les doy mi pésame a quienes acababan de perderle. —Se tomó un tiempo para continuar. Las palabras del director eran divagadas y con cada segundo él parecía afligirse más—. Al terminar las clases, pasaremos al salón de actos para realizar una pequeña ceremonia, en nombre de Dave Williams. Esperamos vuestras presencias. ¡Que tengan una linda jornada! —finalizó el director.

Para los tres mejores fue un sublime alivio a la inminente tensión que iniciaba a repercudirlos. Era de desalmados sentirse de tal manera, pero ya hace mucho habían aceptado sentirse como personas tiranas. Desearle la muerte a alguien que ya creían muerto, y que sobre todo ponía en peligro vuestra libertad, no sonaba tan anormal ni fuera de lo deseable. Ese era un sentimiento que ya prescrito para ellos.

Aún así, era uno menos a la lista de extorsionadores. Él ser misterioso que conocía la verdad de los hechos, estaba por ahí, paseándose, viendo cada paso que ellos daban y cada movimiento que hacían. Veían la posibilidad de que podría ser cualquiera en la secundaria o en el pueblo: él compañero de alado, él desabrido profesor de Física, el vecino de sonrisa grata, el hombre de jardinería, el chico guapo del equipo de fútbol, él bravucón que acosaba en los pasillos, él que fumaba mariguana en los lugares mas recónditos de Integrity, hasta un nerd vengativo con un sufrido pasado de acoso escolar. Cualquiera podía ser esa persona, y podía estar riéndoseles en la cara, con lo asustado e inseguros que se veían en cada momento.

Después de clases, los tres no asistieron a la ceremonia. Santiago la mencionó pensando que la habían olvidado, pero el voto de tres contra uno, cerraron su boca al instante. Caminaban por el patio del colegio hacia la salida, cuando de repente se vieron intersectados por un joven, quien se acercó por la única razón de saludar a Deborah.

—¡Hola! ¿Cómo has estado? —mencionó el joven muy carismático y algo nervioso ante ella.

Angela Y Chris, se vieron confundidos por la presencia del muchacho. Lo recordaban de la noche del baile, era aquel quien tuvo un desventurado sexo con Deborah. De todas formas, ellos se adelantaron varios metros, dejando un poco de privacidad para ambos.

—¡Hola! —contestó Deborah desinteresada ante el joven—. ¿Puedo ayudarte en algo? —le preguntó.

—Antes que nada. ¡Soy John! ¡Mucho gusto! —dijo éste dejando su mano a la vista para ser estrechada, lo cuál no ocurrió.

A Deborah no le interesaba en lo absoluto saber su nombre, ni saludarse como personas normales. Su rostro serio y para nada condescendiente, lo expresaba todo.

—¿Siempre eres así de tajante? —cuestionó el joven sonriendo con incomodidad.

—No siempre, solo la mayor parte del día. Ahora ve al grano, ¿quieres?

—¡Bueno! Intentaba presentarme antes.

—Y lo hiciste. No hace falta que yo lo haga, creo que todos aquí saben quien soy. —Esa arrogancia la había aprendido de Chris, éste siempre inculcó de esa manía a las chicas para los Casos de “Acosadores SOS". Un título bastante tonto para nombrar a ciertos admiradores. Según ellos, así ahuyentaban a los afanados y a la vez con una ligera discreción se mostraban despectivos.

—No todos, yo al menos, no tengo ni idea quien eres. Excepto por lo obvio —mencionó el acosador, John.

La mirada de Deborah se tornó menos complacida y algo enojada por lo que acababa de escuchar. El muchacho enfrente supo cómo bajarle los humos de diez a cero.

—¡Perfecto! —hincó con la mirada—. Entonces, es otra razón para no seguir escuchándote —declaró mientras pretendía marcharse.

John, corrió detrás. —¡Hey! ¡Espera un segundo! ¡Lo siento! —tomó su brazo.

—¡Suéltame! —manifestó Deborah con un semblante que esparcía fuego.

—¡Está bien! —alejó John sus manos—. Obvio sé quien eres —aclaró sonriendo—. Deborah Santini, dieciséis años, hija única, padres empresarios… apasionada por la moda y coleccionadora de bolsos de marca.

Deborah pasó de mirarlo con enojo, a verlo con rara extrañez. Luego hizo un gesto de grata sorpresa. —Ahora me das miedo —refirió y luego soltó una corta sonrisa.

Él joven, se preocupó al principio de parecer un loco obsesivo, pero con la sonrisa de Deborah, cambió su incertidumbre.

—¡Bien! ¿Qué más? —preguntó ella.

—Y la chica más guapa de toda la secundaria —sumó John a la lista.

Chris junto Angela y Santiago, en ver aquel contacto que el joven hizo con Deborah, se acercaron para ver si pasaba algo mas qué una inusual situación.

—¿Qué sucede con este tipo, Deborah? —indagó Santiago.

—Lo mismo me pregunto —secundó la misma—. Se que quiere decirme algo, pero no va al grano.

—Solo quería invitarte a una fiesta de cumpleaños, mía, este fin de semana. También pueden ir a ustedes... si quieren

—¡No gra…!

—¡No te preocupes! Ahí estaremos —interrumpió Chris a Deborah de inmediato.

—¡Si! Eres muy amable. Nos vendría bien una fiesta —refutó Angela.

—Es bueno saberlo. Les haré llegar los detalles.

John se retiró con una sonrisa, regresando a donde el grupo de amigos que se encontraban con él. Por su parte, Deborah, se adelantó ante los chicos no tan de acuerdo con lo que acababan de hacer. En el auto, se bromeaba con que Deborah había conseguido un candidato perfecto para su primer noviazgo.

—No debieron aceptar esa invitación —desestimó Deborah cruzada de brazos, en los asientos traseros del auto de Santi, a un lado de Chris que se veía con una sonrisa tan burlesca.

Esa mañana Deborah no quiso conducir, por lo que pidieron a Santiago que recogiera a todos. Angela, siempre prefirió irse con Deborah, para mantener con Santi una distancia mensurable, y no estar la mayor parte del día, y en todo momento, juntos. Hacer espacios para ambos, un ejemplo que deberían tomar la mayoría de las relaciones.

—¿Y por qué no? Se ve agradable —mencionó Chris mirando en su celular.

—Lo es, pero qué si este tal Jonas, es de esos obsesionados que se creen enamorar de con quien tuvieron sexo. Muchos locos así me han aparecido, y yo, no estoy para aguantar esas cosas en este momento.

—¡John, Deborah! John Stevens es su nombre. —Le corrigió Chris.

—¿Y tú cómo lo sabes? —Le cuestionó ella.

—Así dice su perfil en Facebook, me envío la solicitud y un mensaje con los detalles de donde será la fiesta —aclaró Chris.

—¿Y por qué no me envió los detalles a mi? No se supone que mi a quien buscaba invitar.

—La pregunta está de más cielo —aclaró Angela—. Es obvio que lo espantaste. Tú y Chris son unos ahuyenta chicos.

—Pensé que eso de la mala memoria para los nombres, ya había quedado en el pasado —comentó Chris.

—Ahora es menos recurrente, ¿pero ¿qué? Deja de juzgarme.

Para Chris el hacer mención sobre eso, le recordaba todas las veces que él junto a Angela le corregían a Deborah, cada nombre de las personas que esta conocía.

—¿Recuerdan cuánto tiempo le tomó a Deborah dejar de llamar a Angela, Angelina? —preguntó esta vez.

—Jamás olvidaré aquellos tiempos. Se volvió tan tediosa, que yo recuerdo creer que lo hacía a propósito —aseguró Angela con risas.

—Cierto, ¿no? Hasta los siete, yo seguía llamándote Angelina. Y la última vez que lo dije, fue cuando amenazante con dejarme de hablar si lo volvía hacer. Fue hace mucho —sonrió Deborah en el rememorar.

—Y esa fue la primera vez que vimos enojarse a Angela —agregó Chris burlándose—. Puede ser muy atemorizan sí la provocas.

—En eso tienes mucha razón —refutó Santi.

Aún con tiempo que él también que llevaba conociéndose con los chicos. El tema de la mala retentiva para los nombres en Deborah había sido antes de que Santiago los conociera. Además, de que nunca había sido tan íntimo como lo eran ellos tres, siempre fue de cierta forma, excluido en temas especiales…

Horas más tarde, Angela junto a Santiago se encontraban en casa estudiando y dándose un poco de estimo. Chris en su habitación, revisaba en el computador su cuenta de Facebook, se empezaba a volver adicto de la nueva red social. Deborah, escuchaba a todo volumen “Going Nowhere” de Little Mix; mientras se probaba unos nuevos vestidos; estaba en el pleno efecto del Álbum Debut de la banda de chicas, lo escuchaba cada día.

Los tres recibieron en su debido momento, un llamado de quien al parecer era la misma persona quien les envió el video de ellos tres, juntos al cuerpo casi sin vida de Dave.

—Tenemos que vernos —era una voz extorsionada a la otra línea de llamada que contestó Angela.

Ésta se encerró en el baño de su habitación. —¿Tenemos? —cuestionó a la persona con quien hablaba—. ¿Eres quién envió el video?

—¡Si! Y tenemos que vernos. —Fue exigente.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Dinero? —susurraba Angela entre las cuatro paredes del sanitario.

—No todo se resuelve con dinero, niña —especificó la persona misteriosa—. Nos vemos en quince minutos, en la Heladería del Señor Collins. A ti, y a los otros.

Angela salió del baño aterrorizada en lo interno de su ser, con un risueño semblante que mantenía con tantas fuerzas ante Santiago.

—¿Ocurre algo? —inquirió éste muy extrañado.

—¡No, cariño! Solo debo atender un asunto con los chicos. ¿Hablamos luego? —tomó Angela su bolso mientras le marcaba a los chicos.

—¡Bien! —contestó Santi poco convencido. A la vez, se despidió de Angela con un beso agridulce, de no te creo ni una sola palabra, y en su cabeza, se marchó con el presentimiento de que le mentían con cinismo.

De todas formas, Angela, ya a solas, llamó de inmediato a los chicos, y les explicó lo ocurrido. Estos aseguraron haber recibido un mensaje, donde les pedían llegar al mismo lugar. Muchas opciones no había, era ir o arriesgarse con que su secreto sea revelado. Al fin y al cabo, sería una reunión en un lugar público, por lo que no habría mucho peligro del cual temer. Deborah pasó a recoger a los chicos, para dirigirse a la Heladería. Al llegar, no notaron nada extraño, ni peculiar. Todo parecía marchar con tranquilidad.

—¡Hola, Señor Collins! —dijo Angela acercándose a la vitrina de exhibición, junto con los chicos.

—¿Cómo han estado jóvenes? Tiempo que no los veía —resaltó el hombre, dueño de la Heladería “Lovely Sweet”. A quien los chicos conocían desde que eran unos niños. Quien, a su vez, también conocía cada uno de los sabores que ellos preferían degustar.

—No pasamos las vacaciones aquí. Estuvimos todo este tiempo en California —le contestó Chris.

—¡Oh! ¡Bienvenidos entonces!

—¡Gracias! —expresaron los chicos.

—¿Qué desean ordenar? ¿Lo mismo de siempre?

—¡Por supuesto! —asintió Chris.

—¡Enseguida!

Angela junto a Deborah tomaron asiento en una mesa ubicada en la parte de afuera, donde habían siempre recurrido hacerlo. Hasta mientras, Chris se detuvo en la vitrina para apreciar el lugar, y buscar a la persona más extraña de ahí. Analizar cada uno de los rostros presentes, cada gesto, cada movimiento que estos hicieran, pero nada indicaba una pista.

Por su distracción, tropezó con un joven que llegaba al lugar.

—¡Disculpa! —ofreció el chico, a pesar de que fue Chris quien tuvo la culpa en su totalidad. El continuó y llegó hasta al estante.

—¡Hola, Damon! —saludó El Señor Collins.

—¡Hola! Hoy quiero un helado de vainilla con… chispas de chocolate, ¡por favor! —encargó él joven sonriente.

Chris tomó asiento junto con las chicas a la espera de su amenazante cita, que no daba señales de presencia. Llegaron los helados a su mesa, empezaron a degustarlos; pasaron alrededor de diez minutos, posteriores a la hora en que se verían. Hasta que entró una llamada, esta vez al celular de Chris…

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [REEDITANDO]Where stories live. Discover now