Capítulo 19: Séptimo secreto

1K 149 29
                                    

Izuku

A veces es un poco difícil entender muchas cosas. Me cuesta trabajo entenderme a mi mismo, y quisiera entenderme.

Lleva un tiempo desde que Katsuki y yo ya no somos nada, y que apenas hablamos más de lo que es necesario.

A Katsuki lo sacaron del torneo. No quiso hablar ni pidió disculpas por lo que hizo. El director Nezu tomó medidas justas con ambos, pues ninguno podría participar en eventos de natación hasta el próximo año y tendrían que hacer trabajo comunitario durante seis meses.

Gracias a eso, la única opción que vio Yagi para poder seguir en el torneo con dos competidores, fui yo. Junto con Shoto, Yagi habló conmigo para añadirme al torneo y hacer un trabajo exhaustivo con el fin de poder ganar.

Aquí es donde mi mente comienza a jugarme una mala pasada, pues a pesar de querer estar feliz por tan increíble oportunidad, me carcome el alma al saber que estoy en el lugar que le pertenecía a Katsuki, y me angustia pensar en lo triste que puede estar.

Y en lo mucho que tal vez me pueda estar odiando, pues lleva trabajando bastante para este torneo y sé cuanto quería ganarlo. No me siento como el reemplazante ideal. Katsuki sobrepasa mis habilidades, yo no me acerco a él para nada. Y quizá por mi culpa perdamos este torneo.

También está en juego el caos que siento en mi corazón y la incapacidad que he demostrado últimamente. No puedo hacer nada de manera correcta, he fracasado en todo lo que he estado haciendo y no dejo de pensar que es gracias a que me siento de esta forma.

Ochako y Mina no hablan para nada. Mi mejor amiga no le dirige la palabra y hace menos de una semana me comentó cuanto enojo tenía contra ella. Y me contó todo lo que había pasado el día en el que ella terminó con Mina.

Insisto, eso no es más que mi culpa. Debo admitirlo. Mis decisiones involucraron a personas que actualmente no están siendo felices por todos los errores que he cometido. Jamás debí estar con Katsuki, pero no puedo juzgarme tanto como lo he estado haciendo.

Yo estaba muy enamorado.

Yo estoy muy enamorado.

El amor es la peor enfermedad con la cual se puede llegar a contagiar un ser humano. Esta enfermedad puede avanzar y consumirte completamente, o evolucionar y hacerte mucho bien.

A mí solo me ha consumido. Quiero redimirme de todo lo que cause y a pesar de que la mejor opción que tuve fue separarme de él, mi corazón lo ama tanto que cada día lo busco, cada día lo observo.

Estoy tan al pendiente de él que me angustia no saber que pasa con su vida. Está tan grabado en mi mente que estoy continuamente pensando en si está bien.

Y pienso en si me extraña, si me anhela, o si alguna vez me tuvo amor. A veces pienso que sí, que llegó a quererme. Sus palabras frías y duras se habían vuelto tan dulces como la ambrosía de los dioses, sus manos con ese toque tan desapegado y con tanto afán de lastimar, se habían convertido en unas manos que se deslizaban lentamente por mi cuerpo, caricias que alborotaban mis sentidos. Sus ojos que con tanto desprecio me observaban, me veían como si fuera lo más hermoso del mundo.

Siempre llego a la misma conclusión, esa conclusión que sus últimas palabras me dieron a entender. Este juego ya no le gustaba, ya no quería seguirlo. No le molestó mucho mi decisión.

Entonces vuelvo a caer en el ciclo de añorarlo y al mismo tiempo desear que desaparezca de mi campo de visión, porque no quiero seguir pensando en él, porque no quiero amarlo tanto como lo amo.

Si no desaparece él, quiero lograr desaparecer yo.

Muy de noche susurro, con mis lágrimas silenciosas y mi corazón hecho trizas, que en otra vida yo pueda ser lo suficiente para él. Que en otra vida me ame tanto como yo lo amo. Que en otra época, que en otra situación, que en otro año, que en otro universo, pueda desbordarse de amor por mí y que pueda llegar a ser feliz conmigo. Solo eso puedo pedir, porque en esta vida, nada es así.

Las mentiras de Izuku (Katsudeku) Where stories live. Discover now