Capítulo 2: Segunda mentira

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Yagi es seguro el maestro más amado de la academia. Bueno, él, Hizashi y Shota. A los tres se les quiere mucho.

Pero mi favorito es Yagi.

Además de ser el maestro de literatura, es el encargado del club de natación. Gracias a él puedo quedarme hasta tarde en la piscina y ser feliz en el agua.

Y recomienda unos libros increíbles.

—Buenos días, alumnos —saluda, entrando al salón con tranquilidad. Todos respondimos un «Buenos días, Yagi». A él le gusta que lo llamemos por su nombre y no «Maestro» o «Profesor»—. ¿Qué tal sus vacaciones?

—¡Yagi, fui a la playa y en el hotel que nos quedamos provoqué un corto circuito para después repararlo! ¡Me trataron como un héroe! ¡Incluso me pagaron! —exclamó Denki, orgulloso.

Desde que aprendió a hacer corto circuito y arreglarlo, lo hace en todas partes. Le encanta meterse con el cableado y esas cosas.

La risa de Yagi se escucha retumbar en el salón, al igual que la mayoría de los estudiantes.

Pronto empiezan a decir lo que hicieron en sus vacaciones uno a uno. Mientras más hablan, más me doy cuenta de que realmente no hice nada.

Porque obedecí al pie de la letra lo que Kacchan me dijo.

«No salgas con nadie. Volveré dentro de dos meses, Deku. Si puedo, antes».

Y le había mentido, fingiendo que sí salí y encima con una persona que no existe.

—Joven Izuku, ¿qué hiciste tú en tus vacaciones?

—Terminar de leer los libros que tenía guardados —le respondo, encogiéndome de hombros.

Mis compañeros ríen, porque se lo esperaban.

Vivo para ser aburrido. Es lo normal.

—Y salir con cualquiera —farfulla Kacchan, que está delante de mí. No me mira. Solo lo dice.

Bajo la mirada, casi arrepintiéndome de lo que pasó.

No, debo ser firme.

—Bueno, bueno, después me dices qué libros recomiendas, Izuku —animaba Yagi, sonriendo—. ¿Y tú, joven Katsuki?

—Me suicidé cinco veces por tener que hacer de modelo para la revista de modas que patrocina a mi vieja —responde, soltando un quejido. La clase entera vuelve a soltar carcajadas y yo solo miro su espalda—. Y, me pelee con muchas personas. Lo normal, Yagi.

—Hay cosas que no cambian —rió el maestro, para después tomar uno de sus marcadores y comenzar a escribir en la pizarra. Para mi sorpresa y la de muchos, la palabra que escribe es solo una. «Amor»—. Bien, quizá se pregunten qué significa esto. Debido a que es nuestra primera clase en el año, quiero hablar de algo diferente. Primero que todo, ¿qué es para ustedes el amor?

—¡Una historia romántica! —escucho gritar a Ochako, emocionada. Es una romántica empedernida—. Algo sumamente hermoso.

—Un sentimiento —responde Kyoka, encogiendose de hombros—. Muchos cantantes escriben sobre el amor.

—¡Una emoción sumamente masculina! —responde Eijiro, chocando sus puños.

Solo miro a Kacchan mientras responden.

Y las palabras salen de mi boca involuntariamente.

—Es un acuerdo. Un intercambio.

Siento los ojos de todos puestos en mi, excepto los de la persona que quiero que me mire.

—Oh, ¿por qué, Izuku? Me gustaría escuchar tu teoría sobre el amor.

—En eso se basa una relación amorosa —murmuró, bajando la mirada—. Dos personas se ponen de acuerdo para darse amor tiempo indefinido, conociendo cada parte de ellos y decidiendo si son compatibles. Un intecambio de pensamientos. Cuando el amor es unilateral, no hay tal acuerdo ni tal intercambio. Es... Es como un contrato. No se hacen daño y aprenden a amarse con defectos y todos. La verdad, Yagi... Pienso que es bastante lindo. —Vuelvo a mirar al rubio enfrente de mi—. Al menos cuando es correspondido, creo.

—Izuku...

Miro a Ochako sorprendido. ¿Por qué suena tan apesadumbrada?

—Joven Izuku —vuelvo la mirada al frente, donde Yagi me mira bastante serio—. ¿Te has enamorado alguna vez?

Ahora sí me mira. Directo. Firme. Intenso. Así es Kacchan. Así es su forma de mirar.

—Sí —respondo, y suelto una carcajada—. Pero no fue correspondido. Creo que el amor unilateral es mucho más común.

—Entonces, dices que es lindo estar enamorado, pero solo cuando es correspondido. ¿Alguien a correspondido tus sentimientos alguna vez?

Dime, Kacchan, ¿Has correspondido mis sentimientos alguna vez?

—¡Pff, Yagi! ¡Claro que no! Soy Izuku, sirvo más para tener amigos que romances.

No sé cuándo aprendí a reír como si realmente me divirtiera.

Yagi se une a mi risa y pronto el resto de la clase también, porque es divertido saber que a Izuku jamás le van a corresponder sus sentimientos.

Hasta Kacchan se ríe.

Sí.

Es un juego cruel.

Me duele el pecho.

Las mentiras de Izuku (Katsudeku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora