Capítulo 10 - La ducha fría

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¡Hola! Os voy a dar un poco de follón antes de empezar el capítulo :)

Quería explicaros un poco mi situación actual para que comprendáis por qué me es bastante difícil actualizar al ritmo que yo quisiera. Actualmente me estoy preparando una cosa que se llama oposición (por lo que he oído, solo lo conocen en España).

Es un examen muy importante que sirve para acceder a un puesto de trabajo para el que no hay muchas plazas. Quedan menos de tres meses para el examen y me gustaría aprobarlo, por eso necesito el máximo tiempo posible para estudiar (que eso no quita que no escriba, eh), lo que pasa es que hay días que acabo tan cansada que cuando estoy libre lo único que quiero es dormir :(

Lo que quiero decir con esto es que NO voy a dejar de escribir, pero sí que agradecería un poco de comprensión si no subo muy seguido (y que el día del examen me encendáis velitas jajajaja). De verdad que yo intento ir lo más rápido que puedo.

Perdón por la chapa, os dejo leer <3

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Miré la barrita parpadeante. Parecía que cada parpadeo era una carcajada burlándose de mí por llevar horas sentada frente a la pantalla y no haber sido capaz de escribir dos palabras coherentes. Crují mis dedos al tiempo que inclinaba mi cuello de izquierda a derecha, dispuesta a hacer que esa página en blanco tuviese sus primeras letras. Apoyé cuidadosamente mis dedos sobre las teclas y éstos comenzaron a moverse como si tuvieran vida propia, escribiendo así un total de dos líneas.

No estaba satisfecha, pero las leí para cerciorarme de que iba en la dirección que quería y, como todas las cosas anteriores que había escrito, borré todo. Solté un bufido frustrado mientras me frotaba la cara y apoyaba los codos malamente sobre el teclado, pulsando teclas aleatorias. Esa secuencia de letras mayúsculas, minúsculas y números era lo más útil y productivo que había escrito en las últimas horas.

Yo estaba al borde de tirarme de los pelos porque este trabajo tenía que entregarlo en dos días y no tenía absolutamente nada. Escuché la puerta de mi habitación abrirse y como ya estaba de mal humor, sin mirar siquiera de quién se trataba, alcancé el zapato que siempre tenía a mano para lanzarle a Zack cuando entraba sin llamar. Lo alcé dispuesta a tirarlo contra la persona que me había interrumpido, pero lo bajé al ver que se trataba de Ellie.

—¿Me lo ibas a lanzar? —preguntó con un toque de ofensa, cerrando la puerta tras ella.

—¿No ves que lo he bajado en cuanto te he visto? —respondí un poco más brusca de lo que quería.

—¡Pero me lo ibas a lanzar! —repitió, caminando hasta mí y deteniéndose justo enfrente.

—¿Qué pasa? —fui al grano.

—¿No me notas nada diferente? —volvió al buen humor con el que había entrado.

Fruncí los labios mirándola de arriba abajo. Ella se cruzó de brazos al ver que me quedaba examinándola en lugar de decir la respuesta al instante. Alargué un poco más esos segundos de espera.

—No sé... —reflexioné en voz alta—. ¿Te has hecho algo nuevo en el pelo?

—Nop.

Junto a sus brazos cruzados se unió su ceño fruncido. Yo apreté mi labio inferior entre mis dedos mientras fingía una mirada pensativa para que no se me escapara la risa. Desde el momento en que había aparecido por aquí sabía que quería mostrarme que ya podía caminar bien, pero no quería que fuera tan obvio porque era muy gracioso cuando se indignaba.

Además, quería vengarme por los largos días que me ha hecho pasar de constantes quejas por absolutamente todo.

—¡El jersey! —salté—. Te lo acabas de comprar.

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