Capítulo 33: Los ocho grupos

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Sala de operaciones era bastante amplia, pero si no, ¿de qué otro modo podría operar la computadora? Misma que no solamente se trataba de un poderoso procesador conectado a través de las paredes, sino también de múltiples paredes de cristal sostenidas por cables en el techo que forman dos hileras a ambos costados de donde me encontraba.

La figura de un hombre de avanzada edad se materializó desde los cristales en el centro de la habitación, adquirió volumen y color en un abrir y cerrar de ojos. Aquella imagen engañaba fácilmente a la mente, verdaderamente parecía que Max se encontraba ahí con nosotros, pero yo sabía que en realidad estaba muy lejos. Desde hacía un par de semanas había iniciado una misión de exploración en unas regiones retiradas al norte de China.

Mi atención se fue por un momento a su rostro cansado para después dirigirse al resto de los presentes. Mis ojos se fueron posando de uno en uno: Lin, Eka, Ubayda, Gayle, Berenice, Mara, Helena, los tres hombres, el niño y, los asistentes de Lin, quienes prudentemente se habían colocado al fondo de la habitación, donde poco llamaban la atención. Entendía por qué lo hacían; Eka y Ubayda no eran precisamente amigables con los seres humanos.

—Hola, Max —saludé a la imagen proyectada por los cristales.

El rostro arrugado de Max se contrajo en una sonrisa.

—¡General! —repuso a modo de saludo. Normalmente cuando estábamos rodeados de otros miembros del equipo, en este caso nuevos, prefería utilizar el título designado que tenía dentro de la organización— Llega justo a tiempo para comenzar la reunión —entonces su atención se dirigió a los elementos—. ¡Bienvenidos, elementos! Mi nombre es Maximiliano Durand. Soy director y mayor accionista de la empresa CRR. Esta división de la empresa es secreta. La dedicamos a la investigación y desarrollo de las fuerzas de la Naturaleza. Mi general al mando se encarga de algunas misiones encubiertas, de rescate y, sobre todo, de proteger a los elementos de Gaiam.

Observé con atención la reacción de los nuevos. La del humano adulto mostraba sincera desconfianza hacia las palabras de Max.

—Lin, por otra parte —continuó—, me ayuda con el pensamiento estratégico de las operaciones. Es un dotado ingeniero en computación, un amigo confiable y un elemento como ustedes —hizo una pausa, dedicándole una sonrisa a Lin, que no pareció muy contento por la atención que le prestaban—. Por años hemos combatido a Gaiam. En realidad, todos los que viven y trabajan entre estas paredes subterráneas han tenido que vérselas con Gaiam en ocasiones anteriores a su reclutamiento. Debo admitir que esta batalla ha costado varias vidas... Pero es un sacrificio necesario en pos de salvar al resto de la humanidad.

—¿Por qué para la humanidad? —preguntó uno de los nuevos, cruzando sus brazos con suspicacia.

—Tal vez sería importante empezar desde cero y entender de dónde surge Gaiam. Hemos hecho largas investigaciones durante años. La teoría que hasta ahora parece encajar mejor es la siguiente: la madre Naturaleza, como la propia definición de su nombre lo dice, se compone de ciclos naturales, ciclos de vida; lleva una jerarquía y un orden que nosotros entendemos e interpretamos como el tiempo.

"Gaiam, por otro lado, es todo lo opuesto a la Naturaleza. Digamos que si el eje de la Naturaleza gira en torno a los ciclos de la vida, entonces el eje de Gaiam gira en torno a los ciclos de la muerte. Esta ciclicidad los conecta a ambos de una forma complementaria. Es decir, la vida la podemos entender como el proceso de morir, y la muerte la podemos entender como el término de la vida. En pocas palabras: si una existe, existe la otra.

Ahora, esta complementariedad existe como plano invisible en esta dimensión. Sin embargo, entendemos que existen varias dimensiones, entre ellas, una dimensión paralela en donde residía este complemento de la Naturaleza; en donde residía Gaiam.

Ojos de Agua y manos de FuegoWhere stories live. Discover now